La sonrisa de Eros
Natalia Men¨¦ndez ofrece una puesta en escena fulgurante de 'El vergonzoso en palacio', una de las comedias de enredo mejor trazadas del Siglo de Oro
Natalia Men¨¦ndez ofrece una puesta en escena fulgurante de una de las comedias de enredo mejor trazadas del Siglo de Oro, bien y abundantemente repartida en esta producci¨®n de la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico (CNTC). Tirso de Molina fue retratista diestro de mujeres tramoyistas, transgresoras y maestras en el hablar equ¨ªvoco. Madalena, motor de El vergonzoso en palacio, es un coraz¨®n decidido, y Mireno, secretario suyo y objeto de su deseo, un hombre a la expectativa, incapaz de orientarse en el laberinto de se?ales contradictorias que su enamorada le hace.
?No les recuerda esta pareja asim¨¦trica, en desencuentro constante, a la que anda a la gre?a en El perro del hortelano? Un refr¨¢n da t¨ªtulo a ambas obras, cuyos protagonistas masculinos parecen ser ambos tambi¨¦n un trasunto de sus autores, parejos en pericia esc¨¦nica. Lope y Tirso jugaban en la misma liga, con reglas id¨¦nticas y dominio pleno del bal¨®n. Al p¨²blico le fascinaba verles abordar el mismo asunto, darle la vuelta y hacer filigranas con ¨¦l.
La directora y su equipo hacen suya esta farsa palaciega y la juegan a placer: le imprimen alegr¨ªa, ligereza y un halo de irrealidad, propio del g¨¦nero. En sus interludios, orquestados por la core¨®grafa Mey-Ling Bisogno, los actores se transfiguran en criaturas escapadas de una fraga galaico-portuguesa o de la Arcadia lopesca de La bella Aurora. Anna Moliner hace de Madalena un colibr¨ª, un tsunami en un dedal, una copa de cava a punto de rebosar. El mon¨®logo desdoblado y son¨¢mbulo con el cual le pone su amor en bandeja a Mireno tiene al p¨²blico suspenso de un hilo. Moliner posee una vis c¨®mica sobreaguda.
Pablo B¨¦jar le imprime noble alegr¨ªa a su papel de pastor, y c¨®mico desconcierto al de secretario. C¨¦sar Camino es gracioso con chispa que prende. Lara Grube (la andr¨®gina Serafina) y Javier Carrami?ana, gal¨¢n bufo, dan la medida de s¨ª mismos en la escena del retrato, pues en su curso est¨¢n a sus anchas y a la vez m¨¢s contenidos que en otras anteriores. Todo el reparto, entonado y desenvuelto, transmite una energ¨ªa encauzada, alegre, contagiosa. Un ¨¢rbol desmontable y tres espejos practicables, inmensos pero livianos, multiplican el escenario y lo convierten en fant¨¢stico cuarto de juegos. Yolanda Pall¨ªn ha sustituido ciertas expresiones de car¨¢cter violento por otras m¨¢s puliditas y ha llevado un paso m¨¢s all¨¢ la inversi¨®n de lo masculino y lo femenino, caracter¨ªstica de esta comedia, al poner en boca de Melisa las r¨¦plicas de Tarso.
En suma, un montaje euforizante que refuerza el sistema inmunol¨®gico del espectador, revitaliza sus linfocitos T, alarga los tel¨®meros de sus cromosomas, inactiva su carga viral, revive el ¨¦xito que esta obra tuvo en su d¨ªa en Italia y en Am¨¦rica y pone muy alto el list¨®n de la nueva temporada de la CNTC. Transfigurado por manos expertas, el vest¨ªbulo del Teatro de la Comedia de Madrid vuelve a ser un lugar acogedor, como los que el Fabi¨¤ Puigserver escen¨®grafo se sacaba de la chistera del alma. Tambi¨¦n la funda que se le ha colocado a las butacas vac¨ªas y la intensidad lum¨ªnica de las luces de platea, entre otros detalles, transmiten certidumbre y sosiego.
El vergonzoso en palacio. Texto: Tirso de Molina. Direcci¨®n: Natalia Men¨¦ndez. Hasta el 1 de noviembre.
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