Mosqueteros de barrio
Miqui Otero narra las mutaciones de Barcelona desde las alturas festivas de 1992 hasta el desplome de 2008 siguiendo las ilusiones y derrotas de sus protagonistas
Muy al final de este libro, de hecho terminada ya la novela, nos enteramos de que sus agentes literarias le regalaron al novelista y periodista Miqui Otero, nacido en Barcelona en 1980 e hijo de la inmigraci¨®n, ¡°un dibujo de unas tijeras enmarcado¡±. Eso se lee en la p¨¢gina 446, y ha hecho bien en contarlo porque podemos conjeturar la causa de que el final de la novela sea un tanto atropellado, tambi¨¦n menos veros¨ªmil y cre¨ªble, con soluciones artificiosas o de pura emergencia. En el resto del libro no sucede nada de eso, sino todo lo contrario. La trama avanza con un cuidado exquisito de los cambios pautados por a?os (desde 1992 hasta 2018), las mutaciones de la ciudad (Barcelona) y las mutaciones de los muchachos que protagonizan una historia de perdedores sin decibelios y sin espasmos, de extracci¨®n humilde pero no lumpen. El entorno del mercado de Sant Antoni, fronterizo con el Raval, y sus libros de viejo de los domingos es identificable por cualquier barcelon¨¦s, pero tambi¨¦n por cualquier lector que se dejase llevar por las tramas a veces laber¨ªnticas de Francisco Casavella, las historias emotivas y desenga?adas de Juan Mars¨¦ o del gran Kiko Amat de Antes del hurac¨¢n (en otros barrios), y quiz¨¢ hasta alguna huella de uno de los libreros de domingo de aquel mercado, el espl¨¦ndido novelista Antonio Rabinad.
Pero tambi¨¦n ha hecho bien Miqui Otero en titularla como lo ha hecho, Sim¨®n, porque es el protagonista quien de veras atrapa el nervio de lectura de esta novela, que solo a ratos se destensa un tanto, cuando Otero aprovecha en exceso la informaci¨®n que ha ido recabando sobre las muchas cosas que quiere hacer salir en el libro. M¨¢s de un personaje sirve para escuchar reivindicaciones de g¨¦nero con conciencia de clase, pero sin autocompasi¨®n, otro nos asoma a la larva de la corrupci¨®n inmobiliaria, otro m¨¢s permite olfatear los aires de la corrupci¨®n pol¨ªtica y financiera de altos vuelos pujolistas y hasta en un cap¨ªtulo puede ser abusiva la informaci¨®n sobre un restaurante de lujo (con sus propios bajos fondos por muy elevados que sean los precios). Quien tenga la tentaci¨®n de pensar que esos tipos sociales sirven para colocar mercanc¨ªa cr¨ªtica e ideol¨®gica se equivocar¨¢ solo a medias: buena parte de esos personajes tienden al estereotipo como cada uno de nosotros tiende a ser, en efecto, otro estereotipo.
La gracia del libro est¨¢ en el cuidado con que cada personaje se hace cargo de s¨ª mismo y sus flaquezas, sus complejos, sus miedos, todos sometidos a una historia mayor que se expresa con sutileza, con alarmas y avisos sueltos bien diseminados: el rumor de ca¨ªda y hasta desplome de una ciudad metida en la crisis de 2018 desde las alturas festivas y fr¨¢giles de 1992. Otero esquiva la demagogia (pese a los zarpazos invisibles que reparte) porque el autor se pega con amor y dolor a la piel de un pu?ado de personajes para narrar la ruta plural de sus derrotas y desilusiones. Pero todas pivotan en Sim¨®n y su educaci¨®n sentimental con los libros de aventuras heroicas del XIX le¨ªdos y regalados por su fundamental primo hermano, buscavidas y coprotagonista, nunca olvidados del todo, ni sus citas embozadas, ni sus esperanzas, ni sus ilusiones condenadas de antemano: tiene algo de epopeya triste de la derrota de mosqueteros de barrio con todas o casi todas las cartas en contra. Y cuando alguna carta es m¨¢s benigna, trae aroma de delito y a la vez de biblioteca.
'Sim¨®n'
Autor: Miqui Otero.
Editorial: Blackie Books, 2020.
Formato: 448 p¨¢ginas. 23 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.