Lord Byron a su hermana: ¡°Espero que Dios me ayude a escapar de la peor de las lacras sociales: el matrimonio¡±
Lord Byron, John Keats y el matrimonio Shelley forman una trinidad inseparable en la literatura inglesa de principios del siglo XIX. Alpha Decay publica 'El mundo roto', una selecci¨®n de su correspondencia. 'Babelia' adelanta tres de las cartas del libro
De Lord Byron a Augusta Leigh
Newstead Abbey, 14 de diciembre de 1808
Mi querida Augusta:
Lo que te dije en mi ¨²ltima carta es cierto, es el trato con el mundo lo que ha endurecido mi coraz¨®n. Pero te enga?as en lo que respecta a los detalles, entre las decepciones mundanas no debes incluir el descalabro de ning¨²n proyecto matrimonial; soy responsable de incontables absurdos, pero espero que Dios siga ayud¨¢ndome a escapar de la peor de las lacras sociales: el matrimonio.
No tengo la menor duda de que existen excepciones, y no tengo el menor reparo, faltar¨ªa m¨¢s, en incluir tu matrimonio entre ellas, pero seguro que conoces el dicho ese de que ?la excepci¨®n confirma la regla?. Y en este caso, como en tantos otros, es cierto.
Aqu¨ª vivo a mi manera, y mi manera es la soledad. Ahora mismo no podr¨ªa soportar ni la compa?¨ªa de mi mejor amigo si se prolongase m¨¢s de un mes. Todos los humanos comparten la misma caracter¨ªstica deplorable: cada d¨ªa que pasan a tu lado se vuelven m¨¢s y m¨¢s desagradables. As¨ª que he llegado a la siguiente convicci¨®n: de no ser por el peri¨®dico retorno de mis ambiciones, y la obligaci¨®n regular de cumplir con mis obligaciones, me entregar¨ªa a una vida invariablemente retirada y solitaria.
Me ha visitado toda la nobleza y tambi¨¦n la alta burges¨ªa, pero me he impuesto un principio casi moral: ?no devuelvo visitas! Al frente de la casa he puesto a Joseph Murray, no hay duda de que era un bruto y que lo seguir¨ªa siendo de no haber moldeado sus sentimientos y sus emociones hasta ponerlos en sinton¨ªa con los m¨ªos, aunque en otro grado. Tengo varios caballos y un precioso establo, y pese a la extensi¨®n del terreno y la cantidad de animales que vagan por ¨¦l no logro aficionarme a la caza, me aburren los disparos. Odio los deportes, la ¨¦poca en que me convert¨ª en un boxeador competente ha quedado atr¨¢s. Mi biblioteca es bastante extensa, y la sociedad (estoy seguro de que ya lo sabes) me considera un notable escritor. Me siento orgulloso de las peque?as reparaciones y de las mejoras que he introducido en Newstead. Vivo con independencia, y la independencia me pone muy alegre. ?Si soy feliz? Si pasas por alto la desgracia de haber nacido en un mundo como este, creo que me siento capaz de responderte que as¨ª es.
Te ruego que me creas cuando te digo que estar¨¦ encantado de recibir noticias tuyas siempre que lo consideres conveniente.
Sincer¨ªsimamente tuyo,
Byron
De John Keats a Fanny Brawne
Mortimer Terrace, agosto de 1820
Mi querida ni?a,
Ojal¨¢ pudieras inventar alguna manera de hacerme feliz sin ti. Cada hora que pasa concentro m¨¢s y m¨¢s mi pensamiento en ti. El resto de cosas que me ofrece la vida saben a paja en mi boca. Ahora mismo me siento pr¨¢cticamente incapaz de ir a Italia. No puedo separarme de ti, es un hecho, como tambi¨¦n s¨¦ que no voy a poder saborear un solo minuto que no est¨¦ integrado en una vida pensada para pasarla juntos, para siempre. Pero no voy a seguir insistiendo. Eres una persona sana, y una persona sana nunca tendr¨¢ una idea cabal de los nervios que torturan a un car¨¢cter como el m¨ªo, sometido a estas circunstancias. ?A qu¨¦ isla me has dicho que se proponen retirarse tus amigos? Deber¨ªa sentirme feliz de que puedas permitirte ese viaje que tanto anhelabas, pero al irte t¨² en compa?¨ªa de otros mi mente no deja de suministrarme objeciones, los celos y sus trasfondos se han apoderado del escenario y transforman la anticipaci¨®n de tus alegr¨ªas y diversiones en una perspectiva insoportable. El se?or Dilke vino aqu¨ª en viaje de placer. Nunca podr¨¦ soportar de nuevo, aunque me recobre, a las personas que se reun¨ªan en Elm Cottage y Wentworth Place.
Detesto esa sociedad. Los dos ¨²ltimos a?os le saben a bronce a mi paladar. Si no logro vivir contigo me las arreglar¨¦ para vivir solo. Tampoco creo que mi salud mejore mientras me obliguen a estar separado de ti. Y a¨²n as¨ª me resisto a visitarte: imagino que disfrutar de los destellos de tu luz me arrojar¨¢ a una tiniebla m¨¢s cruel. Vivo en la miseria, pero soy menos infeliz que si te hubiese visto ayer. ?Es imposible ser feliz am¨¢ndote! ?Solo ser¨¢ feliz am¨¢ndote quien disfrute de una estrella m¨¢s afortunada que la m¨ªa! Y qui¨¦n sabe, quiz¨¢s nunca lo sea nadie. Adjunto un pasaje de tus cartas que me gustar¨ªa que alterases un poco antes de llev¨¢rmelo conmigo a Italia. Me gustar¨ªa (si logro convencerte) que expreses lo mismo de una manera menos fr¨ªa para m¨ª. Si mi salud soportase el trance de la escritura, me gustar¨ªa componer un poema sobre c¨®mo se atraviesa una situaci¨®n como la m¨ªa. Le demostrar¨ªa al mundo que mi amor y mi libertad son tan grandes como la tuya.
Shakespeare siempre condensa los asuntos humanos de manera suprema. Mi coraz¨®n est¨¢ ahogado de la misma miseria emocional que el de Hamlet cuando le dice a Ofelia: ??Vete a un convento!?. Me gustar¨ªa morir. Me deprime la existencia de ese mundo brutal por el que te paseas sonriente. Y todav¨ªa m¨¢s que al mundo odio a los hombres y a las mujeres. Cuando imagino el invierno que me espera en Italia solo veo espinas; en tanto la distancia me retenga lejos, Brown tendr¨¢ el camino libre para acercarse a ti y tentarte con sus indecencias. No s¨¦ c¨®mo voy a descansar. Supongamos que me instalo en Roma; la ¨²nica perspectiva que me ofrece alg¨²n reposo es que me concedan un espejo m¨¢gico con el que saber d¨®nde y con qui¨¦n se mueve tu coraz¨®n a todas horas. Ojal¨¢ alguien o algo insufle a mi ¨¢nimo un poco de confianza en la humanidad.
No puedo reunir ninguna clase de esperanza, el mundo es demasiado brutal para m¨ª, solo me alegra la existencia de algo tan inequ¨ªvoco como una tumba. S¨¦ que no voy a conocer el menor descanso hasta que me sumerja en una. De todos modos, me impondr¨¦ el alivio de que jam¨¢s volver¨¦ a ver a Dilke ni a Brown ni a ning¨²n otro de tus amigos. Ojal¨¢ estuviera abrazado a la fe de tu cuerpo, y si no puede ser, ojal¨¢ ma?ana me destruya un rayo.
Dios te bendiga,
J. Keats
De Mary a Percy Shelley
3 de noviembre de 1814
Querido amor:
Estoy tan desanimada, me siento tan sola¡ Pero nos veremos ma?ana; no puede ser de otra manera, as¨ª que intentar¨¦ mantenerme alegre y de buen ¨¢nimo. Los jardines de Gray son un emplazamiento peligroso, me temo; seguro que puedes pensar en un sitio alternativo.
Esta noche he recibido tu carta con tristeza. La anhelaba much¨ªsimo porque hac¨ªa dos d¨ªas que no recib¨ªa ninguna. No me lo tengas en cuenta, amor, no s¨¦ muy bien qu¨¦ significan estos apremios. S¨¦ que ayer tuviste que dar una larga caminata, de manera que no pudiste ni sentarte a escribir; pero yo, que estoy aqu¨ª en casa, quieta, que no salgo ni a caminar, y para quien todas las horas son igual de solitarias, podr¨ªa pasarme el d¨ªa entero escribi¨¦ndote, amor.
Otra circunstancia me ha empujado a sentirme m¨¢s solitaria, y es el efecto que me ha suscitado la lectura de tu carta.
?C¨®mo razonar y filosofar sobre el amor? El caso es que me di cuenta de que, si me pidieran una raz¨®n a favor de tu manera de amarme, no encontrar¨ªa ninguna. Y ello pese a que tengo una opini¨®n igual de favorable que t¨² sobre la exaltaci¨®n amorosa, y espero sinceramente que la experiencia de nuestro tierno amor se prolongue y termine decantando la balanza de nuestro lado. Sea como sea, han tocado las ocho y tengo que despedirme, te deseo buenas noches.
Bueno, ahora s¨ª que tengo que despedirme. Buenas noches.
Escribo ?buenas noches? con el mismo ¨¢nimo con el que se relee un cap¨ªtulo muy querido de una vieja historia. S¨ª, mi amor ya es como una vieja historia, y espero que este tramo de separaci¨®n llegue ma?ana a su ¨²ltimo cap¨ªtulo y podamos reunirnos de una vez. Pero te repito que es muy importante que consigas dinero, amor, pues el desaf¨ªo sigue inamovible: no solo debemos desafiar a nuestros enemigos, sino tambi¨¦n hacer frente a las embestidas de nuestros amigos (porque en ocasiones no tengo claro que los enemigos sean m¨¢s nocivos que nuestros supuestos apoyos), si es que de veras no queremos volver a separarnos. Suena tan encantadora la idea de estar siempre juntos¡ Las fantas¨ªas que tejo sobre este plan cumplido alegran siempre mis sue?os.
Todav¨ªa no ha llegado ninguna respuesta de Hooper. Me gustar¨ªa tanto que nos escribiera¡ Ah, pero hay algo que todav¨ªa me gusta m¨¢s: la idea de estar ya en un hogar nuestro, propio, querido por los dos, donde nadie pueda venir a molestarnos: ni los enemigos ni los dichosos amigos. No te enfades conmigo por estas reservas, mi amor, sabes tan bien como yo que amigos y enemigos constituyen un mal conjunto. Y t¨² tambi¨¦n eres malo, y contribuyes a la maldad de este conjunto maligno, cuando no te conformas en quedarte aqu¨ª, en tu casa, al lado de tu querida Mary que te adora, estudiando, saliendo a pasear, y entregados ambos a otras amables actividades. Oh, vamos, estoy seguro de que en el fondo est¨¢s de acuerdo conmigo: busquemos un hogar donde podamos ver la luz del sol crecer y decrecer sobre las monta?as, en lugar de una casa estrecha que solo dejar pasar la claridad por sus rendijas.
Tengo otro reproche: en tu carta no dices ni una palabra sobre Lambert Harriet, ni sobre la se?ora Stuart, ni sobre el dinero, ni sobre ninguna otra de mis preocupaciones. Eres tan negligente cuando se trata de proporcionarte serenidad. Aunque reconozco que te manejaste con gran habilidad para tranquilizar al se?or Peacock, en eso me sent¨ª orgullosa de ti. Lo que pasa es que, cuando est¨¢s lejos, a mi amor le gusta hablarte de esta manera, rega?¨¢ndote, engarzando reproches. Pero la culpa tambi¨¦n es tuya, ya sabes que quedarme horas esperando a que llegue una carta tuya me tensa los nervios y me acelera la sangre, as¨ª que intenta que no pase tanto tiempo entre una y otra.
Tu Mary, que te ama tiernamente.
'El mundo roto'
Autores: Mary & Percy Shelley, Lord Byron, John Keats
Traducci¨®n: Gonzalo Torn¨¦
Editorial: Alpha Decay
Formato: Tapa blanda o bolsillo. 336 p¨¢ginas
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