El g¨®tico del norte: historias de vino, lucha y muerte
Marta del Riego Anta construye en ¡®P¨¢jaro del noroeste¡¯ una trama que bebe de la tierra que a?ora y de las tradiciones. Una novela que transita entre g¨¦neros y con un poderoso componente femenino
Marta del Riego Anta (La Ba?eza, Le¨®n) ten¨ªa unas cuantas cosas claras mientras constru¨ªa P¨¢jaro del noroeste (AdN) su tercera novela y un verdadero salto literario que cuenta la historia de Icia, una mujer que harta de su vida en Madrid decide volver a la tierra, a Le¨®n. Lo primero es que no quer¨ªa una novela costumbrista ni una historia did¨¢ctica sobre el mundo del vino, tan presente en la trama. Lo segundo, es que no se pod¨ªa adscribir a ning¨²n g¨¦nero, pero que beb¨ªa del negro del que es tan aficionada como lectora, y tambi¨¦n de Joyce Carol Oates, William Faulkner y otros habitantes del alma oscura del ser humano, o de ¡°la crueldad ir¨®nica de Flannery O¡¯Connor¡±. ¡°Me gusta ese tono que camina al borde del precipicio que separa el country noir de la novela g¨®tica¡±, resume por correo electr¨®nico.
Icia se encuentra en su regreso a casa con un escenario que incluye un suicidado que no lo es, un desaparecido y un sargento de la Guardia Civil que lo investiga todo. Tambi¨¦n tenemos una madre misteriosa y una abuela bruja. Y la fuerza de la tierra, reflejada a fuerza de ¡°afilar los sentidos¡±, un buen elenco de personajes y poes¨ªa, de la que Del Riego Anta es lectora y deudora.
?Ser¨ªa interesante escribir una novela solo de mujeres? La verdad es que no.
PREGUNTA: En cierto modo, esta es una familia en decadencia, como reconoce la propia Icia. Una decadencia que surge con el abuelo, ese se?orito de izquierdas, pero de la que decide mostrar las consecuencias, dos generaciones despu¨¦s, en otra mirada alejada del tono fin de si¨¨cle. ?Por qu¨¦?
RESPUESTA: Donde se pierde una tierra, se agota hist¨®ricamente, porque se pierde su memoria, y no se sustituye por nada. Por irse a Madrid que en lo identitario es la nada. En la literatura leonesa la obsesi¨®n es la p¨¦rdida, desde Julio Llamazares hasta los Panero. En ese sentido formo parte de una tradici¨®n. En mi novela, ese pesimismo del tono fin de si¨¨cle est¨¢ en el ambiente, pero no en su protagonista, Icia. Icia se siente la ¨²ltima de una larga estirpe de labradores, pero ella no se conforma, porque es una mujer de acci¨®n. Vuelve al pueblo para romper con el derrotismo de la frase que lo impregna todo, el ¡°esto est¨¢ muerto¡± que impera en la Espa?a rural. Coge las riendas de su propia vida y se lanza como un proyectil hacia adelante.
P: Precisamente, la novela se sostiene en la voz poderosa de Icia. ?De d¨®nde surge?
Creo que la violencia est¨¢ en todos nosotros independientemente del g¨¦nero. Y eso no quiere decir que seamos malos.
R: Quiz¨¢ sea mi alter ego, lo que siempre me hubiera gustado hacer: regresar a mi tierra y vivir de un negocio que est¨¦ imbricado en el ADN de esos paisajes. Romper con esa peque?a vida regulada y medida que tienes en la ciudad y empezar de cero, construir algo manch¨¢ndote las manos de tierra. Esa convicci¨®n, la de buscar una vida aut¨¦ntica, le da la fuerza.
P: Tambi¨¦n hay una parte muy oscura, m¨¢s all¨¢ de las muertes, y la protagoniza casi por entero Leonor con su infancia traum¨¢tica, su frialdad, su perfil de mujer madura atractiva y su deriva en la vejez, la se?ora extra?a de los p¨¢jaros, con la grajilla, tan t¨¦trica. ?De d¨®nde sale este g¨®tico?
R: Lo da el paisaje y lo da el poso de la historia. He rescatado leyendas y seres misteriosos de los que escuch¨¦ hablar de ni?a. El Renuberu, que trae las tormentas, la culebra que le mama la leche del pecho a las madres¡ Supongo que todo ese batiburrillo forma parte de mi imaginario. La madre de Icia, Leonor, es una mujer con mentalidad cient¨ªfica, pero creci¨® en ese barro primordial y, poco a poco, a medida que envejece, es como si no pudiera luchar contra eso, se va volviendo m¨¢s y m¨¢s m¨ªstica, misteriosa. Explorar c¨®mo la locura corrompe una mente cient¨ªfica me parec¨ªa fascinante. La grajilla que la acompa?a, Marte, parece la parte sana y libre de su esp¨ªritu. La grajilla es una especie que parece de mal ag¨¹ero y, sin embargo, es una de las m¨¢s inteligentes que existen. Adem¨¢s, si se la domestica, es capaz de desarrollar una relaci¨®n de amor muy profunda con sus cuidadores humanos. As¨ª que tenemos todos esos s¨ªmbolos: los gatos de la abuelastra, los p¨¢jaros de la madre, el graznido del milano, las almas que sobrevuelan las encrucijadas del antiguo Camino de Santiago...
P: La tierra a la que vuelve Icia es una tierra de descre¨ªdos. Dice el personaje de Dami¨¢n que esa tierra produce esos hombres, pero ?qu¨¦ mujeres produce?
R: Mujeres duras. Que nunca aprendieron a expresar sus sentimientos, sobre todo, a expresar el amor. Yo he visto a mujeres de mi familia llorar en un funeral, que les corrieran las l¨¢grimas por el rostro, sin hacer aspavientos, ellas solas, de pie frente a la tumba abierta, y nadie iba a abrazarlas, a consolarlas. Eso, no s¨¦, me dejaba petrificada. Son mujeres acostumbradas a trabajar y a sufrir, y a que nadie les reconozca ni lo uno ni lo otro. Trabajar en el campo, cuidar de la casa, parir hijos. Mi abuela se qued¨® hu¨¦rfana con nueve a?os, se cas¨® con diecis¨¦is, cuidaba de las bestias y de un colmado, tuvo ocho hijos, se le murieron cuatro. Ten¨ªa un coeficiente de inteligencia de superdotada. Era una mujer muy introvertida, jam¨¢s abrazaba o besaba a sus hijos. La recuerdo siempre vestida de negro, con una larga trenza de cabello blanco. Es una imagen poderos¨ªsima que guardo en la memoria. Y me pregunto, ?qu¨¦ deb¨ªa sentir esa mujer en su interior?
Icia vuelve al pueblo para romper con el derrotismo de la frase que lo impregna todo, el ¡°esto est¨¢ muerto¡± que impera en la Espa?a rural.
P: Durante la lectura de la novela pens¨¦ por momentos que la fuerza estaba en esos personajes femeninos enormes pero tambi¨¦n los hombres que revolotean en torno a la protagonista (Flavio, a pesar de su ausencia, y Hel¨ª y Dami¨¢n y su padre, claro) tienen suficiente fuerza. Lo que no estoy tan seguro es de qu¨¦ ser¨ªa de ellos sin esas mujeres en torno a las que gravitan¡
R: ?Ser¨ªa interesante escribir una novela solo de mujeres? La verdad es que no. Siempre he pensado que las relaciones entre hombres y mujeres, no solo en el plano de pareja, tambi¨¦n en el puramente sexual, en la amistad o dentro de la familia, son enriquecedoras. Me gusta la trasposici¨®n de roles. Que, en este caso, el padre de Icia sea el ¡°maternal¡±, el que se ocupa de sus hijos. O que en la relaci¨®n entre la pareja de en¨®logos, sea ella quien tenga el rol masculino. Y despu¨¦s es cierto que la violencia se asocia m¨¢s a los hombres, sin embargo, en mi novela las mujeres tambi¨¦n ejercen violencia. Creo que la violencia est¨¢ en todos nosotros independientemente del g¨¦nero. Y eso no quiere decir que seamos malos. Yo intento no juzgar a mis personajes.
P: Esto es un libro de madres, de mujeres que luchan por su lugar. Usted es madre, trabaja, escribe la ma?ana de las fiestas de guardar y los s¨¢bados mientras su hijo espera ?Quedan ganas de seguir?
R: Si hay algo que tengo claro en la vida es que quiero dedicarme a escribir. Si un d¨ªa no me levanto temprano para escribir, es un d¨ªa perdido. ?Es una obsesi¨®n? Puede ser. Pero a estas alturas de mi vida tengo claras mis prioridades: mi familia, mi escritura y mis amigos ¨ªntimos. Todo lo dem¨¢s es accesorio. Estoy escribiendo ahora un libro de poemas porque necesitaba cambiar el ritmo despu¨¦s de cuatro a?os de inmersi¨®n en esta novela, pero enseguida me pondr¨¦ con la siguiente que tengo ya en mi cabeza. Y solo con pensarlo, ya noto un cosquilleo en la punta de los dedos.
P: ?Con qu¨¦ vino nos ponemos a leer P¨¢jaro del Noroeste?
R: Est¨¢ claro que con un prieto picudo del sur de Le¨®n. Tengo dos en mente. Cuando empec¨¦ a escribir la novela no sab¨ªa que exist¨ªa un proyecto en marcha muy similar al que quer¨ªa hacer Icia. Una bodega al lado de mi pueblo, en esa zona que retrato, que ha rescatado vi?as de m¨¢s de 80 a?os sin usar productos fitosanitarios, respetando el medio ambiente, y que ha logrado hacer un vino magn¨ªfico sacando toda la expresi¨®n de la uva prieto picudo y de la menc¨ªa. Se llama Fuentes del Silencio, y recomiendo Las Jaras. Y despu¨¦s est¨¢ otro proyecto de la bodega La Osa, que ha puesto en marcha una mujer muy valiente, tambi¨¦n en Le¨®n y tambi¨¦n con prieto picudo, y hace un tinto estupendo que se llama Trasto.
Un esquema a l¨¢piz
Siempre es curiosa la aproximaci¨®n a la forma de trabajar de cada autor. Esta es la de Marta del Riego Anta: "En una Hay Festival de hace dos a?os escuch¨¦ a Ken Follet explicar c¨®mo constru¨ªa sus novelas. Fue fascinante. Un a?o dedicado a investigar y a escribir una "biblia" con todos los personajes, como hacen los guionistas de las series de televisi¨®n. Tambi¨¦n fue fascinante descubrir que yo nunca ser¨ªa capaz de hacer eso... Desgraciadamente soy mucho m¨¢s ca¨®tica o, quiz¨¢, m¨¢s intuitiva. Me hago un esquema a l¨¢piz que abarca hasta la mitad de la novela y una p¨¢gina de cada uno de los personajes y me lanzo a escribir. Suena t¨®pico, lo s¨¦, pero es cierto: los personajes me conducen. A medida que escribo me van descubriendo su mundo, sus ideas, y sobre todo qu¨¦ les mueve, qu¨¦ les hace actuar como act¨²an. Esa pregunta s¨ª me la hago constantemente: qu¨¦ mueve a Icia, qu¨¦ mueve a Dami¨¢n. Y hacia la mitad de la novela, cuando tengo sus mundos construidos me paro a pensar qu¨¦ va a pasar, c¨®mo va a terminar, a d¨®nde me conduce la historia. No s¨¦ si es el mejor m¨¦todo, supongo que no, pero es mi m¨¦todo".
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