Fallece Pepe Pay¨¢, la voz de Azor¨ªn
Dirigi¨® durante cuatro d¨¦cadas la casa-museo dedicada al escritor alicantino de la Generaci¨®n del 98
Segu¨ªa grueso, segu¨ªa ¨¢gil, como escribi¨® Mario Vargas Llosa de ¨¦l en EL P?IS en 1993. Con su semblante serio y amable. Con sus ojos peque?os de lecturas incesantes. Con el archivo intacto en la memoria de tantos a?os al frente de la Casa-Museo Azor¨ªn. Con el verbo conciso de tantas jornadas de estudio e investigaci¨®n. Y con la permanente disposici¨®n a colaborar con cualquiera que pudiera allanar el terreno de la pista de despegue de su paisano m¨¢s ilustre. Jos¨¦ Pay¨¢ Bernab¨¦, Pepe para todo el que traspasase los primeros rigores de la presentaci¨®n formal, muri¨® este martes en Mon¨®var (Alicante) a los 63 a?os de manera repentina, apenas dos a?os despu¨¦s de jubilarse del proyecto al que se dedic¨® durante cuatro d¨¦cadas.
Pepe Pay¨¢ se hizo cargo de la Casa-Museo Azor¨ªn en los 80 y desde el principio se empe?¨® en abrir las ventanas para ventilar un espacio que solo frecuentaban los estudiosos de la obra de Jos¨¦ Mart¨ªnez Ruiz. El maestro de la sobriedad. La figura espigada que se convirti¨® en la sombra m¨¢s larga de la generaci¨®n del 98. Lo que pod¨ªa haberse convertido en una biblioteca para especialistas era, en la imaginaci¨®n de Pepe, un terremoto literario con epicentro en Mon¨®var. Con mano izquierda, un hablar tenue y gran determinaci¨®n, devolvi¨® a la casa la vitalidad que se hab¨ªa perdido entre los inmensos vi?edos monoveros, pr¨¢cticamente los mismos que hab¨ªan fijado en Azor¨ªn su tendencia a la descripci¨®n realista, casi notarial.
Se apoy¨® en la extinta Caja Mediterr¨¢neo (CAM), propietaria del inmueble, y en los periodistas, para los que siempre dispon¨ªa de, al menos, quince minutos. Se aprendi¨® de memoria cada rinc¨®n del museo. Y nunca dej¨® de moverse. Buscaba todos los p¨²blicos, incorpor¨® legados, gener¨® afluencia de estudiosos, convirti¨® el centro en una referencia para las investigaciones, organiz¨® visitas y exposiciones, dice el profesor y especialista azoriniano Jos¨¦ Ferr¨¢ndiz Lozano, colaborador estrecho de Pay¨¢. Convoc¨® a Vargas Llosa, quien prepar¨® su discurso de ingreso en la RAE en Mon¨®var. A Camilo Jos¨¦ Cela, a Mar¨ªa Kodama, a Juan Gil-Albert. A cualquiera que sintiera curiosidad por los manuscritos o por las estancias familiares de los Mart¨ªnez Ruiz. Por las cartas y documentos, por los bastones y sombreros, por los libros, revistas y diarios. O incluso por el primer mech¨®n de pelo que alguien conserv¨® del Azor¨ªn ni?o. Todo ten¨ªa salida, para los escolares de Secundaria de un instituto cercano lo mismo que para los profesores de la Universidad de Pau, en Francia, con quienes acord¨® la celebraci¨®n de coloquios internacionales. All¨¢ donde Azor¨ªn podr¨ªa haber ca¨ªdo en el olvido, resonaba la voz de Pepe Pay¨¢. All¨¢ donde las huellas de Azor¨ªn se perd¨ªan en el pasado, aparec¨ªa Pepe con nuevos matices para actualizarlo.
Parec¨ªa imposible que Pepe Pay¨¢ hubiera podido leer tanto, escribir tanto, entregarse del todo. Siempre dedicado al museo, cargo que compagin¨® un tiempo con la direcci¨®n de la Casa Modernista de Novelda, tambi¨¦n form¨® parte de la comisi¨®n lectora del Premio Azor¨ªn de Novela que organiza la editorial Planeta. Encabez¨® la coordinaci¨®n del concurso de relatos Gabriel Mir¨® que convocaba la CAM. Y nunca dej¨® de aprovechar cualquier momento para hablar de Azor¨ªn, para sacarlo de los papeles y recolocarle el bomb¨ªn tres horizontes m¨¢s all¨¢. Nunca dej¨® de ser un tipo amable y accesible al que le bastaba una llamada para invitar a un arroz en Mon¨®var. Y as¨ª seguir difundiendo el legado de Azor¨ªn con los entremeses y llenar de proyectos la velada hasta los postres.
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