Los abismos de la lujuria

La pasi¨®n del cuerpo que desemboca en la lujuria del alma ha sido uno de los grandes temas de la fascinante carrera de Arturo Ripstein. De la mano de su guionista de cabecera, Paz Alicia Garciadiego, el director mexicano se ha labrado durante d¨¦cadas una obra anclada en el arrebato de los personajes y la calma de la c¨¢mara, borbotones de vida y delirio filmados con la pausa del arte y el impulso del dolor, que dieron como fruto pel¨ªculas tan excitantes y ¨¢speras como El lugar sin l¨ªmites (una de las pocas no escritas por Garciadiego), La mujer del puerto, La reina de la noche, Profundo carmes¨ª, La virgen de la lujuria y El carnaval de Sodoma.

Quiz¨¢ por cuestiones de producci¨®n y presupuesto, con el paso del tiempo sus trabajos se han ido haciendo cada vez m¨¢s reducidos en cuanto a escenarios y personajes, entrando directamente en la categor¨ªa de obras de c¨¢mara, sin que por ello se rebajara la calidad de lo ofrecido. Y en esa l¨ªnea se sit¨²a tambi¨¦n El diablo entre las piernas, su ¨²ltimo t¨ªtulo, rodado en blanco y negro con apenas cuatro personajes y medio, que se adentra con atrevimiento casi juvenil y energ¨ªa desoladora en territorios de oscuridad moral y temeridad f¨ªsica: el cuerpo que envejece y sus pr¨¢cticas sexuales; la mente que se ensucia, sobre todo la del macho, y sus impulsos er¨®ticos; el ritual del sexo y de la muerte; el f¨¦tido olor corporal, que a unos asquea y a otros agita; el retrato de las entra?as cuando se ha llegado a la vejez.

?Es la perversi¨®n o simplemente la b¨²squeda, en ese tiempo en que casi todo se ha perdido? Ripstein retrata a sus ajadas criaturas y sus pr¨¢cticas fornicadoras con la belleza del respeto y el fragor de la autenticidad; cuerpos desnudos de hombre y de mujer que encuentran la alegr¨ªa de la entrepierna por el camino m¨¢s tortuoso. Con sus habituales secuencias alargadas en el tiempo, sus leves y cadenciosos movimientos de c¨¢mara y la ayuda de los espejos de las habitaciones para ofrecer perspectivas cambiantes, mostrando a sus personajes el reflejo de su interior masacrado.

Silvia Pasquel, en un papel para el recuerdo, muestra coraje, seducci¨®n y amargura. Alejandro Su¨¢rez, rotunda perfidia. El melodrama cl¨¢sico mexicano, de Luis Bu?uel a Indio Fern¨¢ndez, sigue teniendo con Ripstein y Garciadiego quien le escriba. Como dice la mujer protagonista: ¡°S¨ª, estoy vieja; vieja y caliente¡±.