Arturo Ripstein: ¡°Hoy triunfa la ausencia de lo ofensivo, un cine c¨®modo¡±
El cineasta mexicano estrena ¡®El diablo entre las piernas¡¯, otro descenso en blanco y negro a su universo de pasiones y sordidez. ¡°El mundo es el enemigo¡±, dice encerrado en su casa por la pandemia
El mexicano Arturo Ripstein (Ciudad de M¨¦xico, 77 a?os) nunca ha sido un cineasta f¨¢cil. Ni en pantalla ni fuera de ella. Son legendarios sus enfados con los jurados de cert¨¢menes cuando no recoge una recompensa a la altura de la esperada por ¨¦l: como ejemplo, al de San Sebasti¨¢n de 2011 (donde en ediciones precedentes ya hab¨ªa ganado dos Conchas de Oro, por Principio y fin y La perdici¨®n de los hombres) lo tild¨® de ¡°subnormal¡±, y luego pidi¨® perd¨®n: ¡°Para hablar de m¨ª, el adjetivo irascible es el frecuente. Y es cierto. Soy pasional. En esa entrevista habl¨® la ira. Esa furia ag¨®nica de la derrota¡±. De esa forma, ¨¦l mismo defin¨ªa su pasi¨®n por su trabajo, un motor que a¨²n le mantiene en activo. Este pr¨®ximo viernes estrena El diablo entre las piernas, premio a la mejor direcci¨®n del pasado festival de M¨¢laga (donde tambi¨¦n recibi¨® un homenaje), un compendio de sus grandes temas: sexo, pasiones, sordidez, imagen en blanco y negro (¡±as¨ª dejas de lado lo circunstancial¡±, acota), vida... Las pel¨ªculas de Ripstein huelen, comentario que el cineasta, que lleva encerrado en su casa junto a su esposa, la guionista Paz Alicia Garciadiego, casi un a?o, agradece entre risas: ¡°No hay un departamento del olor, pero s¨ª necesito que se vea. Nunca trabaj¨¦ con Bu?uel, pero fui a un par de sus rodajes con mi padre, productor, y de su cine me fascinan sus pel¨ªculas m¨¢s vivas, las que ol¨ªan... como las m¨ªas, probablemente porque rodamos en la misma ciudad¡±.
Curiosamente, a pesar de llevar ese a?o de encierro por la pandemia, a pesar de no haber podido viajar ni a M¨¢laga en agosto ni esta semana a Espa?a a apoyar su filme, Ripstein est¨¢ de muy buen humor. R¨ªe. Bromea. ¡°Me gusta hablar con el mundo exterior¡±, explica con su voz profunda. ¡°En M¨¦xico, apenas ha comenzado la vacunaci¨®n, sigo en casa¡±. ?Se le est¨¢ haciendo eterno? ¡°Eterno es breve¡±. Y tras una peque?a risa, explicita: ¡°Es distinto de la c¨¢rcel, porque all¨ª te confinan, te dicen la condena y los d¨ªas pasan. Aqu¨ª los d¨ªas se estacionan, se quedan en nada. Todos los d¨ªas son martes, porque el martes es la jornada m¨¢s lamentable; no es ni el principio, ni el medio, ni el final¡±. Ese es el d¨ªa en el que vive una pareja de la tercera edad en El diablo entre las piernas. Ella es v¨ªctima de insultos y humillaciones por parte de ¨¦l, aunque en esas vejaciones se siente deseada. ?l sale de casa a visitar otros mundos, y el terremoto llega cuando ella tambi¨¦n busca sexo en la calle.
Pregunta. El cine actual empieza a vindicar que no hay edad para la pasi¨®n, y El diablo entre las piernas, como otros t¨ªtulos suyos, ahonda en ello.
Respuesta. Esta noci¨®n de que los viejos se vuelven sedentarios y dulces solo ocurre en unos pocos casos. Las tensiones sexuales ocurren siempre, las pasiones juveniles tambi¨¦n son seniles, e intensas, a pesar de la imposibilidad de demasiado movimiento. El sexo a muchos no nos libera, sino que nos esclaviza. Es formidable y terrible... porque sin misterio el sexo se vuelve gimnasia.
P. Curiosamente, Garciadiego escribi¨® la historia hace tiempo, sin pensar en llevarla a la pantalla, luego apareci¨® un productor, usted la rod¨®, y en la cinta se habla del encierro en casa.
R. Es transformarse en profeta, algo francamente inc¨®modo. Mis pretensiones vitales siempre han sido min¨²sculas.
P. ?Es cierto que se enfad¨® cuando alguien de su familia le felicit¨® por ¡°ser grande y haber encontrado su voz¡±?
R. Fue perturbador. Me lo dijo mi abuela. Uno siempre ha querido tener una voz cauta, confinada... y, de repente, te dicen eso. El mundo es ancho, amplio y por tanto ajeno. Feroz. El mundo es el enemigo. En realidad, encontrar la voz es algo metaf¨®rico. Afinas tu instrumento, logras que unas pel¨ªculas recuerden a otras tuyas... Pero eso es todo. El estilo, cuando uno trabaja con continuidad, ocurre. Pero no necesariamente es reivindicativo ni bueno. Oiga, pueden ser lamentables, algo muy com¨²n hoy en d¨ªa. Hay una enorme diferencia entre hacer una pel¨ªcula y dirigir una pel¨ªcula. Esto ¨²ltimo es de pocos y es un trabajo muy arduo. Ahora, ser director es encantador y divertid¨ªsimo. Es como la pintura: cualquiera hace un cuadro, pocos pintan. La c¨¢mara es el elemento fundente, a partir de su posici¨®n se mueve lo dem¨¢s. El guion, los actores brillan o desaparecen dependiendo de c¨®mo los aglutine la c¨¢mara. La c¨¢mara es el todo. En El diablo entre las piernas, la c¨¢mara, el punto de vista, lo da la criadita. Como Henry James en Lo que Maisie sab¨ªa. El cine es el reflejo de una cierta realidad estructurada. Pero de cierta, no de toda, yo no soy un antrop¨®logo. Como un espejo en el cine: refleja el reflejo.
P. ?Se siente c¨®modo en el M¨¦xico actual?
R. No, no, estamos con esta forma personal de gobernar que se preocupa de asuntos... En fin, no.
P. ?Entender¨ªa hoy su vida cinematogr¨¢fica sin Garciadiego?
R. Hay un bolero mexicano que dice: ¡°Viv¨ª sin conocerte / puedo vivir sin ti¡±. ?Bah!, no entiendo nada sin Paz. Y m¨¢s con este guion, que escribi¨® sin coches volando ni cuerpos atractivos, que redact¨® sin pensar en el cine e inmersa en esa cosa extra?a llamada libertad, que yo creo que no existe de por s¨ª. Ella me ha dado alas, yo las uso para volar hasta el l¨ªmite de mis l¨ªmites.
P. ?Eso no va a la contra del cine actual?
R. Claro, porque hoy triunfa la ausencia de lo ofensivo, un cine c¨®modo. Y lo instant¨¢neo. Todo el p¨²blico quiere una satisfacci¨®n r¨¢pida, y no hay nada menos placentero que lo instant¨¢neo. Todo es r¨¢pido. ?No hay fil¨®sofos r¨¢pidos!
P. ?Usted vio venir este triunfo de lo pol¨ªticamente correcto en el cine?
R. Y cada vez te invade m¨¢s el miedo. Parecer¨ªa que cometes felon¨ªas d¨ªa a d¨ªa.
P. En su filmograf¨ªa no hay grandes redenciones, y a lo sumo, si alguien creyera en Dios, est¨¢ claro que Dios muri¨®.
R. A eso se me adelant¨® Nietzsche. Y, si Dios est¨¢ vivo, pasa por momentos muy malos. Probablemente tenga un mal asintom¨¢tico y nos lo transmite, porque estamos hechos a su imagen y semejanza.
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