Catedral de Burgos. Un ¨¢ngel contra la Puerta del Perd¨®n
Los autores abogan por sustituir elementos da?ados del siglo XVIII en la seo burgalesa por otros modernos y obra del art¨ªsta Antonio L¨®pez
Hay monumentos vivos, habitados, que perduran; y muertos, los que in¨²tiles para el devenir de la vida se convierten en huella de la memoria, condenados a ruina eterna, a su momificaci¨®n o desaparici¨®n polvorienta. Entre vivos y muertos se desarrolla la partida de la historia, el futuro.
El reciente informe sobre las nuevas puertas de la fachada de Santa Mar¨ªa, o Puerta del Perd¨®n, de la catedral de Burgos, emitido por ICOMOS ¨Darc¨¢ngel guardi¨¢n del patrimonio¨D se opone a la propuesta de renovaci¨®n. Advierte adem¨¢s de la posible exclusi¨®n de la lista de Patrimonio de la Humanidad al cabildo catedralicio, que promueve y encarga a Antonio L¨®pez, pintor y escultor de prestigio, unas puertas nuevas, en un inusual arrebato contempor¨¢neo. Hecho que recupera el olvidado mecenazgo cultural y es un soplo de vida y modernidad.
La catedral, Bien de Inter¨¦s Cultural, tiene el mayor nivel de protecci¨®n y tutela, lo que nos obliga a velar por su conservaci¨®n y comprometernos con su salvaguarda. Conservar es preservar, pero tambi¨¦n mejorar, hecho igual de importante.
El estudio y conocimiento del bien, el respeto por su memoria, la conservaci¨®n de su volumen y espacio, la prohibici¨®n de reconstrucciones falsarias, lo reconocible de los a?adidos, la supresi¨®n de elementos discordantes, la protecci¨®n del entorno pr¨®ximo, incluso la posibilidad de nuevos elementos contempor¨¢neos que lo mejoren, son los l¨ªmites que determina la ley para poder actuar en el BIC. Con este sentir, aun sin leyes que lo regularan, se actu¨® hasta los siglos. XVI y XVII, habiendo asumido la catedral transformaciones importantes como el coro renacentista que sustituye y traslada del presbiterio a los pies de la nave la vieja siller¨ªa g¨®tica. Nada de todo esto puso en peligro el actual bien patrimonial.
Este debate nos lleva al cuattrocento, al concurso para las puertas del Baptisterio de Florencia, cuando Fillipo Brunelleschi es descartado por moderno frente a la propuesta conservadora de Lorenzo Ghiberti. En nuestro caso, no es Antonio L¨®pez frente a Louise Bourgeois, o a Anselm Kiefer, o a Cristina Iglesias, es nuestro ¨ªnclito Antonio L¨®pez frente a una deslucida carpinter¨ªa de puertas de cuarterones del siglo XIX, carentes de valor art¨ªstico excepcional, corro¨ªdas por el cierzo y el solano.
Los agentes atmosf¨¦ricos que azotan secularmente la fachada sur y peri¨®dicamente la amenazan de ruina, llevaron al cabildo a encargar al arquitecto Fernando G¨®mez de Lara en 1790 el arreglo de la Puerta del Perd¨®n. El proyecto a espaldas de la tutela de la Academia de San Fernando deriv¨® en la transformaci¨®n de la puerta ojival g¨®tica. La intervenci¨®n elimin¨® el parteluz mariano para ampliar el vano con una nueva embocadura neocl¨¢sica, a la moda de la ¨¦poca, y con sencillos portones de cuarterones ¨Dlos que ahora se pretenden sustituir¨D. La obra, poco afortunada, ser¨ªa objetivo continuo de los rom¨¢nticos e historicistas que clamar¨¢n por su repristino. Similar controversia parece resurgir ahora, revestida de neoclasicismo rom¨¢ntico.
La misma acci¨®n de la naturaleza llev¨® en los a?os noventa a los arquitectos Dionisio Hern¨¢ndez Gil y P¨ªo Garc¨ªa-Escudero a reconstruir la fachada del Perd¨®n, que hoy reclama el arreglo de los viejos portones castellanos. El debate est¨¢ entre reponerlos en estilo neocl¨¢sico o bien, continuando el discurso de un edificio vivo, optar por una propuesta contempor¨¢nea que signifique los 800 a?os de la Seo.
Las pesadas puertas de bronce llevar¨¢n a cuestas parte de nuestra reciente historia del arte en la iconograf¨ªa propuesta por Antonio L¨®pez, representante m¨¢ximo del realismo madrile?o. Un desmesurado, hier¨¢tico neopantocrator en el centro; a su derecha, la anunciaci¨®n en una virginal Mar¨ªa; y a su izquierda, un ni?o Jes¨²s en movimiento que tiene por trono una humilde silla custodiada por dos figuras femeninas al fondo; escenas ambas en un jard¨ªn-huerto terrenal. Discurso y t¨¦cnica hacen uso de recursos del arte de herencia romana cl¨¢sica. No se aleja Antonio L¨®pez de la tem¨¢tica y simbolog¨ªa del arte cristiano, interpretado en clave natural, quiz¨¢ pante¨ªsta.
ICOMOS califica la propuesta de ¡°alteraci¨®n de los valores excepcionales de la catedral¡±. Deber¨ªamos preguntarnos sin embargo si la amenaza para el patrimonio son las nuevas puertas o el general culto a lo antiguo y a la ruina.
Es obligaci¨®n de las instituciones la custodia del patrimonio, la conservaci¨®n y protecci¨®n, as¨ª como su mejora con aportaciones de su tiempo.
En la renovaci¨®n de las puertas se hace dif¨ªcil apreciar una p¨¦rdida de valores patrimoniales. La Puerta del Perd¨®n ser¨¢ testigo y fruto de un tiempo de incertidumbre para el conocimiento y de importancia para la civilizaci¨®n, para el arte, para la cultura, que hist¨®ricamente nos han guiado, liberado y redimido del mayor de los pecados: la exterminadora ignorancia.
Jos¨¦ Ram¨®n Gonz¨¢lez de la Cal (arquitecto), Josefa Blanco Paz (arquitecta) y Jorge Mor¨ªn de Pablos (arque¨®logo),
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