La lluvia cambi¨® la historia de los comuneros en Villalar hace 500 a?os
Un informe concluye que los l¨ªderes castellanos perdieron la crucial batalla contra el rey Carlos I porque una tromba de agua les impidi¨® mover la infanter¨ªa y moj¨® la p¨®lvora de sus 1.000 escopeteros
Existe una disciplina castrense llamada geolog¨ªa de guerra, que estudia el desarrollo de las batallas mediante el an¨¢lisis del medio f¨ªsico donde se desarrollan. El medio lo conforman ¡°los elementos y factores ambientales (geolog¨ªa, climatolog¨ªa, meteorolog¨ªa, hidrolog¨ªa¡) que influyen en la vida diaria de los seres humanos¡±. El reciente estudio Condicionantes naturales abi¨®ticos en el conflicto de las Comunidades de Castilla ha aplicado la geolog¨ªa de guerra para escrutar la batalla de Villalar (Valladolid), de la que se cumplir¨¢n 500 a?os el 23 de abril. Un enfrentamiento fundamental en la historia de Espa?a, que cambi¨® para siempre la manera de gobernar un reino: la autonom¨ªa fiscal de las ciudades, frente al poder imperial y absoluto del monarca. Los resultados del informe ?¨Dfirmado por los ge¨®logos Andr¨¦s D¨ªez Herrero, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez Pascua, ?ngel Salazar Rinc¨®n y Mar¨ªa de los ?ngeles Perucha Atienza, del Instituto Geol¨®gico Minero (Ministerio de Ciencia) y el auditor arqueol¨®gico de la consultora Audema Jorge Mor¨ªn de Pablos¨D son sorprendentes: los comuneros perdieron la batalla porque ese d¨ªa y el anterior llovi¨®.
¡°Muchos manuales¡±, dice el estudio, ¡°ofrecen una visi¨®n est¨¢tica y anquilosada de la influencia de los condicionantes naturales abi¨®ticos [todos menos los animales y las plantas] en los acontecimientos hist¨®ricos, haciendo hincapi¨¦ ¨²nicamente en aspectos geot¨¦cnicos como: la transitabilidad de los terrenos para veh¨ªculos pesados (carros de combate); la ripabilidad (excavabilidad) del suelo para construir trincheras y t¨²neles; o la disponibilidad de recursos minerales y rocas para la fabricaci¨®n de armas, munici¨®n o infraestructuras b¨¦licas. Pero estos tratados tradicionalmente han dejado aparcada la componente din¨¢mica de los procesos geol¨®gicos, meteorol¨®gicos e hidrol¨®gicos, que permiten interpretar su influencia en los acontecimientos hist¨®ricos¡±.
La Guerra de las Comunidades (1520-1522) coincide con una devastadora etapa de sequ¨ªa en Castilla que yerma los campos y eleva los precios de los alimentos, al tiempo que Carlos I incrementa los impuestos en todas las ciudades para recaudar 300 millones de maraved¨ªes para financiar su coronaci¨®n imperial en Alemania. Mientras, mantiene a su madre, Juana I de Castilla, encerrada en Tordesillas con el argumento de sus trastornos mentales. Ante esta situaci¨®n, con el rey en el norte de Europa, cultivos arrasados e impuestos imposibles de pagar, estallan las revueltas en Toledo, Valladolid, Segovia, Palencia, Madrid, ?vila, Aranda de Duero, Medina del Campo... ¡°Unas localidades situadas, fundamentalmente, entre las cuencas hidrogr¨¢ficas de los r¨ªos Duero y Tajo, de alimentaci¨®n pluvial a pluvio-nival [de nieves], con fuertes fluctuaciones estacionales del caudal, entre ciclos de a?os h¨²medos y secos. Irregularidad y fluctuaciones agudizadas por el periodo clim¨¢tico caracter¨ªstico del primer cuarto del siglo XVI, que conllevaron fuertes avenidas y crecidas en los r¨ªos y arroyos, con inundaciones de elevada magnitud, intercaladas con periodos de sequ¨ªa sin agua¡±.
El descenso del nivel fre¨¢tico, tras dos a?os de sequ¨ªa, vaci¨® los pozos de Medina del Campo y la ciudad ardi¨® durante tres d¨ªas
El incendio provocado por las tropas de Carlos I del recinto urbano de Medina del Campo, el 21 de agosto de 1520, que dur¨® tres d¨ªas y en el que murieron muchos ni?os, ancianos y mujeres, est¨¢ considerado un episodio crucial de la guerra, porque propici¨® la adhesi¨®n de numerosas ciudades y villas al bando comunero. ¡°Una de las causas de las dificultades para apagar el fuego pudo ser la ausencia de agua en los pozos, en el r¨ªo Zapardiel, en los arroyos (como Adajuela) y en los lavajos de la villa y sus alrededores¡±. El descenso del nivel fre¨¢tico tras dos a?os de sequ¨ªa vaci¨® los acu¨ªferos, incluido el existente en la calle del Pozo, una v¨ªa c¨¦ntrica del municipio. Sin embargo, el d¨ªa del decisivo enfrentamiento de Villalar, el cielo se desplom¨® sobre el campo de batalla.
El 22 de abril de 1521, un d¨ªa antes de la lucha, se produjeron precipitaciones tormentosas en el entorno del eje Torrelobat¨®n-Villalar-Toro; fen¨®meno muy frecuente en la cambiante meteorolog¨ªa del primer cuarto del siglo XV. ¡°Esas lluvias saturaron superficialmente los suelos y produjeron encharcamientos en las zonas llanas, como el entorno de Villalar, donde la constituci¨®n limo-arcillosa del aluvial del r¨ªo Hornija produjo su desbordamiento as¨ª como el de su afluente, el arroyo de los Molinos y un enorme embarramiento¡±, se?ala el documento.
A grandes rasgos, el ej¨¦rcito del rey estaba compuesto fundamentalmente por jinetes, mientras que el comunero lo conformaba infanter¨ªa y artiller¨ªa. Los casi 2.000 caballeros de Carlos I ¡°pudieron moverse con m¨¢s agilidad que las pesadas y torpes tropas de infanter¨ªa comuneras, atascadas en el barro. De ah¨ª que las p¨¦rdidas en la batalla fueran tan dispares y sesgadas hacia el lado de la infanter¨ªa comunera respecto a la caballer¨ªa realista¡±.
Las tropas de Padilla no pudieron moverse con agilidad porque estaban atrapadas en el barro
El ej¨¦rcito del l¨ªder comunero Juan de Padilla apenas pod¨ªa maniobrar, ¡°debido al acompa?amiento del tren de bagaje, formado por las piezas de artiller¨ªa ¨Dseis ca?ones de gran calibre, como el San Francisco¨D, serpentinas, culebrinas, barriles de p¨®lvora, 600 balas de hierro, material de asedio ¨Dpicos, palas, azadones y escalas¨D arrastrados por pesados carros con bueyes. La infanter¨ªa iba en vanguardia de la formaci¨®n, seguida de la artiller¨ªa y cerrando, la escasa caballer¨ªa. Por el contrario, las huestes de Carlos I emplearon la caballer¨ªa y la artiller¨ªa de campa?a tirada por caballos ¨D1.000 kilogramos a cuatro kil¨®metros por hora¨D, no por los pesados tiros de los comuneros, mucho m¨¢s lentos¡±.
De hecho, una tromba de agua el d¨ªa 23 impidi¨® el despliegue de la infanter¨ªa comunera, as¨ª como de la artiller¨ªa, muy superior a la de las fuerzas mon¨¢rquicas en el campo de batalla. Un terreno llano, encharcado y embarrado, sin ventajas topogr¨¢ficas para los infantes castellanos, mientras que la caballer¨ªa del rey iniciaba su ataque desde las lomas con un pendiente a su favor. Y como remate, la lluvia impidi¨® que los 1.000 escopeteros comuneros utilizasen sus armas, lo que dejaba el combate solo en manos de los 400 lanceros, que ten¨ªan que aguantar las cargas de la numerosa caballer¨ªa desde ambos flancos del frente.
¡°El ¨²ltimo episodio de la batalla lo constituye la captura de las tropas comuneras que hu¨ªan hacia Toro, que tiene los mismos materiales geol¨®gicos que el escenario de la batalla y que, debido a la alta plasticidad de sus materiales tras el periodo de lluvias, habr¨ªa frenado considerablemente su huida¡±, explica Mor¨ªn de Pablos.
Si la batalla se hubiera producido unos kil¨®metros m¨¢s hacia el oeste, quiz¨¢s el desenlace o hubiera sido otro
¡°Si la batalla se hubiera producido en el entorno de Torrelobat¨®n o, incluso unos kil¨®metros m¨¢s hacia el oeste, donde el subsuelo es menos arcilloso por corresponder a litolog¨ªas calc¨¢reas o m¨¢s areniscosas, y la topograf¨ªa menos desfavorable, quiz¨¢s el desenlace o el balance de fuerzas hubiera sido otro¡±, destaca el estudio.
Al d¨ªa siguiente Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron juzgados por un tribunal presidido por el condestable de Castilla y condenados a muerte. Fueron decapitados a las afueras de Villalar. Carlos I logr¨® as¨ª ser coronado emperador; Juana, que hab¨ªa mostrado su apoyo a los comuneros, que la quer¨ªan como reina, continu¨® encerrada en Tordesillas hasta su muerte en 1555, y Castilla tuvo que seguir financiando las costosas empresas del imperio hasta casi su despoblaci¨®n y extenuaci¨®n.
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