¡®Yalda¡¯: perd¨®n y muerte en horario de m¨¢xima audiencia

La festividad del Yalda marca en Ir¨¢n el comienzo del invierno. Las familias se re¨²nen para recitar poemas de Hafez, uno de los referentes de la cultura persa. Una noche alegre y feliz que el director de este extra?o melodrama, el iran¨ª Massoud Bakhshi, utiliza como contrapunto del programa televisivo en el que todo ocurre. Al cine siempre le ha gustado nadar por las aguas cat¨®dicas m¨¢s oscuras, con sus egos de andar por casa, sus aterradores programas de telerrealidad y la consabida adrenalina de sus directos. Esta pel¨ªcula va un paso m¨¢s all¨¢ en la cr¨ªtica al sensacionalismo televisivo al introducir un elemento ins¨®lito: los juicios populares en la peque?a pantalla, aparentemente muy extendidos en Ir¨¢n, en los que hasta una pena de muerte puede llegar a ser conmutada en horario de m¨¢xima audiencia.

En este caso, la culpable es una mujer joven sentenciada por el asesinato de su marido cuando ella estaba embarazada. La oportunidad del perd¨®n y de no acabar en la horca le llega a trav¨¦s de la hija del difunto, una mujer rica y atractiva que desprecia a la pobre hija del ch¨®fer que acab¨® en la cama con su padre. Frente a frente, sentadas en unos sillones dorados y barrocos que parecen sacados del decorado de La bella y la bestia, las dos mujeres dirimir¨¢n sus diferencias frente a millones de telespectadores.

Bakhshi pone el acento en los contrastes de la fachada m¨¢s moderna de Teher¨¢n y el anacronismo de la ley del Tali¨®n o del matrimonio ¡°temporal¡±, otra costumbre isl¨¢mica ancestral que permite a un hombre tener varias mujeres. Pese al inter¨¦s del punto de partida, Bakhshi no profundiza en el concepto del perd¨®n que sobrevuela este melodrama y, ofuscado en el plano-contraplano televisivo de las dos mujeres enfrentadas a gritos en el plat¨®, no acaba de sacar partido al coro de personajes secundarios: la madre, el director del programa, el presentador, la pareja que acude por sorpresa, la actriz famosa o el p¨²blico que celebra su Yalda. Todos cruciales pero relegados a meros accesorios.