¡®El disc¨ªpulo¡¯, oda al coraz¨®n de la m¨²sica

Ahora que se edita en Espa?a el libro de Alan Lomax La tierra que vio nacer el blues, quiz¨¢ valga esta pel¨ªcula para ilustrar ¡ªy de paso reconocer¡ª la impagable deuda del patrimonio universal con los folcloristas. De la misma manera que Lomax cruz¨® los Apalaches o el Delta del Misisipi con su equipo de grabaci¨®n y sus cuadernos de notas, esta pel¨ªcula reivindica la callada aventura de los etnomusic¨®logos, de los divulgadores de canciones populares perdidas, puristas empe?ados en preservar un legado que sin ellos se perder¨ªa sin remedio.

En su segundo largometraje, el indio Chaitanya Tamhane se centra en un mundo complejo, el de la m¨²sica tradicional del norte de la India y en los hombres y mujeres que alejados de cualquier moda mantienen viva una cultura y filosof¨ªa oral ancestral. El protagonista de El disc¨ªpulo es el hijo de un folclorista que, despu¨¦s de la muerte de su padre, busca su propio lugar en esta tradici¨®n junto a un anciano gur¨² del cante. La lucha que el joven disc¨ªpulo mantiene con los l¨ªmites de su propio talento, el recuerdo de las ense?anzas de su padre o las de su exigente maestro conforman el cuerpo de un filme que puede resultar exasperante para quienes no logren traspasar la letan¨ªa, esos envolventes e infinitos mantras, de las viejas canciones de Raga.

Los que s¨ª traspasen ese muro musical alcanzar¨¢n el coraz¨®n de una pel¨ªcula hermosa, que se toma su tiempo en cada plano, y de un personaje que se resiste a una sola cara. Un tipo que, como hizo el propio Lomax, sigue los rigurosos y frustrados pasos de su padre para a?os despu¨¦s enfrentarse ¨¦l tambi¨¦n a los caprichos del verdadero talento. A su manera casi silenciosa ¡ªparadoja de una pel¨ªcula musical¡ª, el combate del que habla este filme solo puede resolverse desde esa ¨¦pica y esa ¨¦tica del trabajo, y c¨®mo no, del fracaso, que acompa?ar¨¢ siempre a los infatigables cazadores de sonidos.