Cuatro d¨¦cadas de cr¨®nica negra espa?ola
La periodista Cruz Morcillo repasa en ¡®Departamento de homicidios¡¯, de la mano de investigadores policiales, algunos de los cr¨ªmenes que han conmocionado a la sociedad
Carmen Pastor, Esmeraldo Rapino, Jes¨²s Rubio y Joaqu¨ªn Palacios son nombres que quiz¨¢s no signifiquen nada para la mayor¨ªa. Sin embargo, si se menciona, por ejemplo, Jos¨¦ Bret¨®n, ...
Carmen Pastor, Esmeraldo Rapino, Jes¨²s Rubio y Joaqu¨ªn Palacios son nombres que quiz¨¢s no signifiquen nada para la mayor¨ªa. Sin embargo, si se menciona, por ejemplo, Jos¨¦ Bret¨®n, El asesino de la baraja, El asesino del rol o el Triple crimen de Burgos, y se mira detr¨¢s de la imagen televisiva, del cad¨¢ver en el suelo cubierto por una manta t¨¦rmica, del detenido o de los familiares rotos de las v¨ªctimas, se encontrar¨¢n sus biograf¨ªas profesionales, su forma de abordar y perseguir el crimen, una dedicaci¨®n que les convirti¨®, como polic¨ªas o guardias civiles, en parte esencial de la cr¨®nica negra de Espa?a. ¡°Son ellos, pero podr¨ªan haber sido otros. El capit¨¢n Jes¨²s Rubio tuvo un ataque nost¨¢lgico un a?o despu¨¦s de jubilarse. Hab¨ªa varios casos muy medi¨¢ticos sin resolver y ¨¦l andaba muy preocupado porque cre¨ªa que cuando su generaci¨®n desapareciera todo eso ¡ªla experiencia, el olfato, los a?os de calle¡ª pod¨ªa desaparecer y que estar¨ªa muy bien que estuviera por escrito¡±, comenta la periodista Cruz Morcillo sobre la g¨¦nesis de Departamento de Homicidios (Libros del K.O.).
Armado a partir de una estructura en la que los testimonios de primera mano de los cuatro agentes sirven de hilo conductor, este original h¨ªbrido, surgido despu¨¦s de horas y horas de conversaci¨®n con ellos, aborda grandes casos de la historia reciente, otros menos conocidos, rotundos ¨¦xitos de la polic¨ªa y fracasos de la misma ¨ªndole. ¡°La ¨²nica l¨ªnea roja es que no quedara mal ning¨²n compa?ero de los cuatro¡±, confiesa Morcillo (Ja¨¦n, 48 a?os) sobre una obra que surge del agradecimiento a sus fuentes, pero que no es amable. Ah¨ª queda retratado lo que no se hizo bien, muchas veces en palabras de los propios protagonistas. ¡°Creo que no hay que esconder las cosas, pero hay que evitar hurgar en el morbo, el da?o a unas v¨ªctimas que ya no pueden sufrir m¨¢s¡±, a?ade para explicar su credo period¨ªstico tras 23 a?os cubriendo sucesos en el diario Abc y el tono de un libro en el que asesinatos, torturas, desapariciones, abusos y otras vilezas est¨¢n contados con rigor. ¡°Me baso en datos y en lo que veo. Periodismo ce?ido. Vieja escuela. Incluir la primera persona me cost¨® porque ten¨ªa miedo de traicionarme¡±, cuenta de un libro en el que su figura sirve de nexo entre los testimonios y en el que tambi¨¦n aborda casos antiguos, de cuando la autora estaba ¡°comiendo piruletas¡±, relatos en los que la documentaci¨®n ha sido fundamental.
Cuando est¨¢ claro el origen criminal, las desapariciones son el horror, peor que el asesinato. Son una condena a muerte para las familias
En Departamento de homicidios, Morcillo traza caso a caso la geograf¨ªa negra de la Espa?a de los ¨²ltimos 40 a?os, un pa¨ªs donde se resuelven m¨¢s del 80% de los cr¨ªmenes. Y lo hace desde la perspectiva de quienes lo consiguieron, pero, sin embargo, no pudieron resolver el otro 20%, fueron incapaces de evitar todo ese dolor, y ser¨¢n perseguidos para siempre por la sombra de esa frustraci¨®n. ¡°Es una sensaci¨®n recurrente. Los agentes no tratan solo con muertos y desaparecidos, tambi¨¦n con los familiares, que son v¨ªctimas¡±, cuenta antes de a?adir que los cuatro agentes, ya retirados tras d¨¦cadas de servicio, volver¨ªan si pudieran resolver alguno. ¡°Eso tiene algo de justicia po¨¦tica¡±. El proceso es paralelo en Morcillo como periodista. ¡°La gente no se lo cree, pero nunca te acostumbras. Yo lloro, no duermo¡±, cuenta cuando se le pide que analice c¨®mo le afecta personalmente esa relaci¨®n con la muerte y el sufrimiento.
En estas vidas paralelas que viven investigadores y periodistas de sucesos, la tecnolog¨ªa ha marcado un punto de inflexi¨®n. ¡°El trabajo no ha cambiado, pero ahora tienen ese plus. La tecnolog¨ªa ayuda y simplifica much¨ªsimo la investigaci¨®n¡±, explica Morcillo, antes de que la conversaci¨®n se disperse hacia lecturas de Javier Mar¨ªas, Dennis Lehane o James Ellroy. Vuelta a la realidad, algo de nostalgia se filtra en el discurso de la veterana periodista cuando lamenta que el acceso a las fuentes ya no sea el mismo, que ya no se est¨¦ en la calle igual. Algo similar les ocurre a los agentes. ¡°Parece que nos hemos olvidado de preguntar. La premisa yo la tengo clara: cuando acaba la investigaci¨®n tienes que saber m¨¢s de la vida de la v¨ªctima y de la del autor que ellos mismos. Eso la t¨¦cnica no lo aporta¡±, comentaba Rapino en el libro.
Creo que no hay que esconder las cosas, pero hay que evitar hurgar en el morbo, el da?o a unas v¨ªctimas que ya no pueden sufrir m¨¢s
Morcillo, consciente de que hay ¡°una moda de lo negro, lo criminal, la nota roja¡± y ¡°un consumo masivo de series que han puesto el foco en eso¡±, est¨¢ feliz de incluirse en la corriente, de satisfacer la demanda. En este libro sobre muertes violentas, las desapariciones ocupan un lugar destacado. Sonia Iglesias, Piedad Garc¨ªa o Marta del Castillo son solo tres de los casos m¨¢s conocidos. ¡°Cuando est¨¢ claro el origen criminal, las desapariciones son el horror, peor que el asesinato. Son una condena a muerte para las familias. ?Desentona este cap¨ªtulo? No, yo creo que se lo deb¨ªa a las v¨ªctimas¡±, se defiende. Siempre, o casi siempre, mujeres o ni?os a manos de hombres.
Juan Francisco L. O. secuestr¨®, viol¨® y mat¨® a la ni?a de 13 a?os Laia Alsina cuando bajaba las escaleras del portal donde viv¨ªan sus abuelos hacia la calle, donde la esperaba su padre. El caso no est¨¢ en el libro, pero la autora lo expone como uno de esos momentos en los que un depredador, en dos horas, ¡°puede acabar con una familia, derrotarla de por vida¡±.
¡°En 2019 tome? un taxi en el aeropuerto de Barajas. Volvi?a de Almeri?a de cubrir el juicio contra Ana Julia Quezada, la asesina del nin?o Gabriel Cruz, hijo de su pareja. (...) ¡®Si pudiera usted ayudarnos, Cruz¡¯, me susurro? educadi?simo el taxista. ¡®Soy Jorge, el hermano de Piedad [Garc¨ªa, desaparecida en 2010 en Boadilla del Monte (Madrid)]¡¯. El trayecto hasta mi casa fue una conversacio?n a corazo?n abierto en la que la pena, el dolor y la rabia de una familia entera eran tan ni?tidos que faltaban palabras. M¨¢s de una d¨¦cada despue?s ninguno de ellos se ha recuperado¡±, narra casi al final del libro. El episodio no funcionar¨ªa en una novela por inveros¨ªmil. Pero es todo dolor y verdad. Puro true crime a la espa?ola.