Desverg¨¹enza nime?a
Tarde indecorosa de los tres toreros, el p¨²blico y el presidente
Siempre se tiene mejor opini¨®n sobre aquello que no se conoce. ?Qu¨¦ gran verdad!
Con la buena opini¨®n que se tiene en Espa?a sobre la afici¨®n francesa, y llega la televisi¨®n y lo desmorona todo. Vaya tarde indecorosa de los tres toreros, muy por debajo de los toros; del p¨²blico, jaranero y orejero, y del presidente, quien demostr¨® que su criterio nada tiene que ver con la exigencia que se supone m¨¢s all¨¢ de los Pirineros.
Triunf¨® la corrida de Fuente Ymbro, sin ser nada del otro mundo, pero estuvo muy por encima de una terna desconfiada, sin recursos y afligida ¨Ctal fue el caso de los dos espadas m¨¢s veteranos¨C, y embarullada y tremendista, como es la concepci¨®n torera de Juan Leal, que sali¨® a hombros por la Puerta de los C¨®nsules y nadie, salvo el presidente, sabe por qu¨¦.
No se trata de ensa?arse con un torero en situaci¨®n desconsolada. No. Finito de C¨®rdoba merece el respeto que exigen su m¨¢s de treinta a?os de profesi¨®n. Pero ser¨ªa injusto ocultar la realidad, y esta dice que no est¨¢ el diestro cordob¨¦s para compromisos de una cierta responsabilidad. Sigue ah¨ª por su alta condici¨®n art¨ªstica, cuajada de altibajos, basada en el desapego y detalles aislados de innata calidad. Escuch¨® los tres avisos en su primero, nobil¨ªsimo animal, ante el que ofreci¨® una imagen de total desconfianza, y su labor fue tan mediocre como desesperante. Protagoniz¨® un mitin en la suerte suprema, y el toro se fue a los corrales con cara de afligido despu¨¦s de la actuaci¨®n muy deficiente del torero que le toc¨® en suerte.
Otro toro noble fue el cuarto, y por all¨ª anduvo Finito con probaturas insulsas y muletazos deslavazados, el cuerpo arqueado, postureo impropio de un artista, y solo al final dej¨® algunas gotas de su concepci¨®n taurina.
Fuente Ymbro/Finito, Urdiales, Leal
Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, mansurrones, encastados y nobles.
Finito de C¨®rdoba: aviso, cuatro pinchazos; 2? aviso, cuatro descabellos; 3? aviso (bronca); estocada trasera: aviso y tres descabellos (vuelta al ruedo).
Diego Urdiales: pinchazo (aviso) y un descabello (ovaci¨®n); estocada contraria (silencio).
Juan Leal: estocada baja (oreja); bajonazo (dos orejas). Sali¨® a hombros.
Plaza de Nimes. 13 de junio. Segunda y ¨²ltima corrida de feria. Menos de 5.000 personas, de acuerdo con la limitaci¨®n de aforo.
Tampoco estuvo bien Diego Urdiales. Ya lo dijo ¨¦l a las c¨¢maras de televisi¨®n: ¡°Si el toro no ayuda¡¡±. Pero, hombre, si el toro no ayuda, para eso est¨¢ el torero, para mostrar su poder¨ªo, su compromiso y su garra. Precavido, acelerado, desconfiado¡ As¨ª estuvo Urdiales. No le cogi¨® el aire al encastado y dificultoso segundo, y no se embraguet¨® ante el noble quinto. ¡°Si el toro no ayuda¡¡±.
Y Juan Leal sali¨® a hombros despu¨¦s de una tarde de tremendismo, embarullamiento, mucho valor temerario, y ausencia de toreo. Lo intent¨® con capote y muleta en quites por gaoneras y saltilleras en los toros de sus compa?eros, y a la ver¨®nica en los suyos, pero no dijo nada. Brind¨® sus dos faenas al p¨²blico; comenz¨® de rodillas la primera, en los medios, y mulete¨®, despu¨¦s, despegado y superficial, y no logr¨® levantar los ¨¢nimos de los tendidos hasta que traz¨® un par de circulares que precedieron a una espectacular voltereta de la que sali¨® ileso.
Una pedresina fue el inicio de su labor al sexto, seguida de toreo arrodillado, ins¨ªpido y vano antes y despu¨¦s, ante otro noble animal. Otra vez circulares, de nuevo genuflexo, y valor seco y mudo, solo valor. Un bajonazo infame fue el colof¨®n de esa faena; pero el presidente no lo dud¨® y mostr¨® sus dos pa?uelos como si acabara de presenciar una gesta.
Siempre se tiene mejor opini¨®n sobre aquello que no se conoce. ?Qu¨¦ gran verdad! Cu¨¢nto admir¨¢bamos a la afici¨®n francesa cuando no se televisaban las corridas m¨¢s all¨¢ de los Pirineos¡
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