Un espacio que abre los ojos
Gon Architects transforma radicalmente la recepci¨®n del Instituto de Microcirug¨ªa Ocular (IMO) de Madrid empleando casi ¨²nicamente juegos de luz
Se puede construir con luz. Hacerlo para una cl¨ªnica oftalmol¨®gica requiere un ingenio extraordinario. Gon Architects firman esta haza?a al norte de Madrid. Este es un dise?o espacial que, sin embargo, parece gr¨¢fico. Un grafismo que toca al usuario. Los 1.184 agujeros troquelados en las planchas met¨¢licas que forran la zona de entrada del Instituto de Microcirug¨ªa Ocular (IMO), en el barrio de Mirasierra de Madrid, funcionan como l¨¢mparas y, a la vez, como acabado de las paredes interiores. No aportan m¨¢s que un vac¨ªo y, sin embargo, transforman el espacio con juegos de luz: un abrigo luminoso que alumbra y no deslumbra.
El proyecto es la iluminaci¨®n. Y la iluminaci¨®n no solo alumbra, tambi¨¦n se siente: envuelve al paciente, lo acoge. 17 cajas met¨¢licas contienen 1. 184 lentes de metacrilato. El circuito encapsulado de leds ampl¨ªa visualmente el espacio e impone sosiego en el ambiente. Una l¨ªnea de LED une los panelados con el suelo (de grandes piezas de gres porcel¨¢nico) y el techo. Los arquitectos consiguen as¨ª la impresi¨®n de que la iluminaci¨®n flota en el espacio.
Solo dos muebles curvos, fabricados a medida en Krion? ¡ªuna material no poroso resistente a las bacterias fabricado con polvo mineral y resinas¡ª, ocupan el vest¨ªbulo y refuerzan su aspecto on¨ªrico. El banco oculta una columna y sirve de mesa por un lado y de asiento por el otro. El mueble de recepci¨®n organiza la circulaci¨®n.
El resultado tiene un aspecto rompedor, parece la materializaci¨®n de una tecnolog¨ªa punta. Sin embargo, remite al mundo artesanal, a los acabados a mano que caracterizaron los dise?os de vanguardia de los primeros modernos. Como sucedi¨® con la butaca Barcelona, de Mies van der Rohe, o con la silla Wassily, que ideara Marcel Breuer, la mano del artesano resulta, en este proyecto, tan importante como los c¨¢lculos de los arquitectos. Y la mano es la del apasionado herrero Alberto Iglesias ¡°incapaz de jubilarse a pesar de sus 70 a?os, y apasionado con cada nuevo reto¡±, cuenta Gonzalo Pardo, el fundador del estudio. ¡°Al final, en una cl¨ªnica ocular se utiliza tecnolog¨ªa punta con las manos y se cura a los enfermos¡±. Algo parecido sucede aqu¨ª: es la artesan¨ªa la que humaniza la iluminaci¨®n y le saca todo el partido alej¨¢ndola del desalmado mundo maquinal que tambi¨¦n defend¨ªan los modernos.
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