James Frey: ¡°Quiero rendir tributo a esas novelas masculinas que han dejado de escribirse¡±
El escritor sigue los controvertidos pasos de Henry Miller y Ernest Hemingway en ¡®Katerina¡¯, la historia de un joven autor norteamericano que vaga por las calles del Par¨ªs de los 90
Reconoce que ya no es pol¨ªticamente correcto escribir una novela como lo habr¨ªa hecho Henry Miller o Charles Bukowski o Ernest Hemingway. Tipos en grandes ciudades que no hacen otra cosa que vagar, tratar de escribir y tener sexo. ¡°Pero era lo que quer¨ªa escribir¡±, dice. Es James Frey (Cleveland, 51 a?os), en sus palabras, ¡°el escritor norteamericano m¨¢s controvertido de los ¨²ltimos 20 a?os¡±, as¨ª que ?qu¨¦ otra cosa pod¨ªa hacer? ¡°Solo quer¨ªa rendir homenaje a esas novelas masculinas que han dejado ...
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Reconoce que ya no es pol¨ªticamente correcto escribir una novela como lo habr¨ªa hecho Henry Miller o Charles Bukowski o Ernest Hemingway. Tipos en grandes ciudades que no hacen otra cosa que vagar, tratar de escribir y tener sexo. ¡°Pero era lo que quer¨ªa escribir¡±, dice. Es James Frey (Cleveland, 51 a?os), en sus palabras, ¡°el escritor norteamericano m¨¢s controvertido de los ¨²ltimos 20 a?os¡±, as¨ª que ?qu¨¦ otra cosa pod¨ªa hacer? ¡°Solo quer¨ªa rendir homenaje a esas novelas masculinas que han dejado de escribirse. Quer¨ªa recuperar el mito heroico del escritor que simplemente se deja llevar para tal vez inspirar a una o dos personas a hacer lo mismo, a largarse, a dejarlo todo, a usar el mundo como un escenario, como en su momento me ocurri¨® a m¨ª¡±, dice.
Es cierto. Katerina (Literatura Random House) es una novela autobiogr¨¢fica. Es decir, el protagonista, Jay, es y no es ¨¦l. ¡°Es cierto que a los 23 a?os me fui a Par¨ªs para convertirme en escritor. Era el a?o 1992. Las ciudades a¨²n eran peligrosas y sucias y pod¨ªa ocurrir cualquier cosa. Hoy en d¨ªa las ciudades son limpias y es todo demasiado seguro, y aun as¨ª, dar¨ªa cualquier cosa por estar en Europa ahora mismo¡±. Lo dice desde el jard¨ªn de su casa, el lugar en el que descuelga la videollamada. Est¨¢ en un suburbio de Connecticut. Tiene un bosque y una piscina al fondo. Dice que es ah¨ª donde suele escribir. En la piscina hay una pelota inflable que el viento mece de un lado a otro. ¡°Todo lo que cuento de Par¨ªs en la novela es completamente autobiogr¨¢fico, el resto ya no tanto¡±, dice.
El resto es un James Frey de su edad, que recibe correos electr¨®nicos de una desconocida llamada Katerina. Una chica que conoci¨® en Par¨ªs y con la que intim¨® m¨¢s de la cuenta. Una modelo noruega. Su vida ahora es tediosa. Es la vida de un escritor que ha pasado por la cima y se ha hecho a un lado. Los correos de Katerina le devuelven a ese momento en el que a¨²n todo era posible. ¡°Lo que ofrec¨ªan las novelas de Henry Miller o de Ernest Hemingway a los chavales norteamericanos que quer¨ªan ser escritores era una salida. Te dec¨ªan: ¡®El mundo est¨¢ ah¨ª fuera, sal a descubrirlo¡¯. Y tambi¨¦n: ¡®No tienes por qu¨¦ hacer lo que debes, es decir, estudiar, encontrar un buen trabajo, casarte, tener hijos y esperar a jubilarte, ?puedes simplemente vivir!¡¯. Pero nada de eso existe ya¡±, argumenta.
?No existe? ¡°Las estrellas del rock han muerto. Los escritores tambi¨¦n. El tel¨¦fono ha acabado con todo. Los chavales sue?an hoy con ser influencers. Es decir, influenciar a un peque?o grupo de gente. La atomizaci¨®n capitalista ha convertido el planeta en un lugar con tantos ¨ªdolos que ha anulado la idea de ¨ªdolo¡±, contesta. Y, de paso, ha arrasado, evidentemente, con cualquier cosa que se parezca al inici¨¢tico viaje del h¨¦roe, que era en lo que consist¨ªan las novelas de Henry Miller, y su Katerina. ¡°Me trae sin cuidado ser pol¨ªticamente incorrecto. En el fondo, para m¨ª, todo arte impone una visi¨®n radical, un corte con el sistema, y ahora mismo s¨¦ que esto es una afrenta y no me importa¡±, dice.
S¨ª, en la novela hay sexo. Mucho sexo. A la manera en que hab¨ªa sexo en las novelas de Henry Miller. ¡°Yo no soy tan gr¨¢fico como ¨¦l¡±, admite Frey, aunque intenta ser igual de intenso, y el tratamiento de la mujer es el mismo, algo que se ve y se usa, porque el punto de vista es masculino. ¡°No pienso seguir las reglas de nadie¡±, insiste el escritor, que admite que sali¨® con una modelo noruega en su ¨¦poca parisina, una modelo ¡°con la que sigo en contacto¡±, y que Philippe, uno de los personajes, ¡°es a d¨ªa de hoy mi mejor amigo¡±. ¡°Tard¨¦ casi una d¨¦cada en publicar mi primera novela cuando regres¨¦, pero s¨¦ que no lo habr¨ªa hecho de no haberme permitido aquel viaje¡±, recuerda.
De hecho, no ve el momento de volver. ¡°Supongo que Estados Unidos se ha vuelto insoportable¡±, dice. ?Cree que esa es la raz¨®n por la que una considerable cantidad de escritores estadounidenses est¨¢n escribiendo novelas ambientadas en Europa? Garth Greenwell, Julia Phillips, Patrick DeWitt. ¡°Es probable. Lo ¨²nico que queremos es escapar de Estados Unidos. Se ha vuelto un lugar inestable, desquiciado. Da miedo. Todo aqu¨ª consiste en hacer dinero. En Europa, mi sensaci¨®n es la de que a¨²n la gente disfruta de la vida. La comida, los paseos. Todo¡±, dice. Su idea es regresar, cuando sus hijos sean mayores, e instalarse aqu¨ª. ¡°En Italia, Espa?a o Francia¡±, a?ade.
Frey, que a los 23 a?os ingres¨® en un centro de desintoxicaci¨®n, habl¨® de ello extensamente en su debut literario, En mil pedazos (2003). En Una ma?ana radiante (2008) describi¨® el lado oscuro de Los ?ngeles mucho antes de que lo hiciera David Robert Mitchell en su pel¨ªcula Under the Silver Lake (2018). Y hasta se atrevi¨® a dibujar a un mes¨ªas gay que se dedicaba a dejar embarazada a toda chica con la que se cruzaba en El ¨²ltimo testamento (2012). El autor abomina de la narrativa contempor¨¢nea: ¡°Con los libros est¨¢ ocurriendo como con el jazz. Cuando empez¨® a proliferar, se dej¨® de distinguir lo que era simple ruido de lo que ten¨ªa calidad. Eso es exactamente lo que pasa hoy con los libros. No puedes fiarte de lo que se produce¡±.