¡®Ice Road¡¯, a lomos de los camiones del miedo

En ocasiones es gruesa hasta el desmayo, y el rid¨ªculo pu?etazo final, de esos que pretenden el aplauso alborozado de la platea pero que ¨²nicamente provocan el sonrojo, es la peor de sus muestras. Y sin embargo, la estadounidense Ice Road, cuarta pel¨ªcula de Jonathan Hensleigh, cumple expectativas hasta alcanzar lo estimable. Los trabajos que acaban ofreciendo lo que se supone que se demanda del producto nunca son bald¨ªos. Pese a sus desperfectos. Liam Neeson la gu¨ªa con personalidad y el director demuestra que las mejores cintas de acci¨®n y aventura son las que destilan autenticidad desde el rodaje, a trav¨¦s de la puesta en escena y la labor de los especialistas, y no en la fase de posproducci¨®n con el apoyo de los efectos digitales.

Ice Road quiere ser claramente El salario del miedo, la formidable obra de Henri-Georges Clouzot de 1953 sobre el viaje de cuatro trabajadores de una compa?¨ªa petrol¨ªfera por territorio inh¨®spito, con el temido bulto de la nitroglicerina en la parte trasera de sus camiones. O, en su defecto, Carga maldita, el fant¨¢stico remake dirigido por William Friedkin en 1977. No le llega ni por asomo, en particular en el retrato de caracteres. Pero la pel¨ªcula de Hensleigh, con una direcci¨®n cl¨¢sica en la que todo se ve, sin montaje apabullante y mentiroso, es a ratos un espect¨¢culo en su igualmente peligroso traslado en camiones: el de unas enormes tuber¨ªas por las intransitables carreteras de Canad¨¢, en realidad lagos helados sin asfalto (los ice roads del t¨ªtulo), hasta llegar a una mina de diamantes donde una veintena de trabajadores ha quedado atrapada.

Relato de supervivencia con ramalazos de acci¨®n, de intriga criminal, de drama de corrupci¨®n empresarial, de espionaje y hasta de melodrama (en el personaje del hermano de Neeson, con estr¨¦s postraum¨¢tico), Ice Road es muy b¨¢sica en todas sus vertientes, aunque tambi¨¦n efectiva con su sucesi¨®n de secuencias de acci¨®n y con sus espectaculares escenarios.