Un edificio de Coderch languidece abandonado desde hace 20 a?os tras la anterior ampliaci¨®n de El Prat
La sede del club de golf de El Prat de Llobregat, construida por el arquitecto en 1955, est¨¢ sin uso desde que Aena expropi¨® en 2000 los terrenos para ampliar el aeropuerto de Barcelona
La ampliaci¨®n del aeropuerto de El Prat amenaza a uno de los edificios de la arquitectura racionalista espa?ola: la Casa Gomis, construida por Antonio Bonet Castellana entre 1957 y 1963 en una de las parcelas del espacio natural de La Ricarda, apenas a 200 metros de la tercera pista de despegue y aterrizaje. Una expansi¨®n anterior acab¨® ya con la vida de otro inmueble caracter¨ªstico de la arquitectura moderna: el edificio que construy¨® Jose Antonio Coderch en 1954 para la sede del Real Club de Golf de El Prat, que permanece sin uso y abandonado desde que Aena expropi¨® los terrenos en 2000. En ese a?o los gestores del campo de golf recibieron 18 millones de euros en compensaci¨®n y, al poco tiempo, se trasladaron al t¨¦rmino municipal de Terrassa.
Donde estaba el campo de golf y despu¨¦s de talar miles de pinos, se construy¨® la terminal T1 y la tercera pista, la misma que ahora la empresa p¨²blica pretende ampliar 500 metros, algo que supondr¨ªa destruir 47 hect¨¢reas del espacio protegido de La Ricarda y dejar aislada la Casa Gomis, declarada Bien de Inter¨¦s Cultural en marzo.
Coderch, en compa?¨ªa de Robert Terradas y Manuel Valls, construy¨®, como sede social del club de golf, un moderno edificio de 3.000 metros cuadrados de una sola planta que se cobija bajo las copas de los pinos; un paisaje que respeta y con el que dialoga. En la mayor¨ªa de la fachada emplearon estructuras met¨¢licas y cristales, de suelo a techo, haciendo que exterior e interior se confundan. Los arquitectos coronaron el edificio con una delgada losa de hormig¨®n plana que se prolonga con voladizos que cobijan las terrazas. Para dar luz y ventilar el interior construyeron cuatro patios acristalados y en las zonas privadas, como vestuarios y oficinas, Coderch levant¨® unos muros de ladrillo o instal¨® sus caracter¨ªsticas persianas graduadas. En 1968, Alfonso Mil¨¤ y Federico Correa reformaron el edificio, respetando el esquema original y Francesco Soyo en 1978, ante el crecimiento de socios, ampli¨® los vestuarios.
Cuando se inaugur¨® el edificio, desde la terraza se ve¨ªan el campo de golf y el Mediterr¨¢neo al fondo entre los pinos. En estos 21 a?os que los terrenos son propiedad de Aena se ha seguido cortando y cuidando la hierba de lo poco que qued¨® del campo de golf, pero no se ha hecho nada en el edificio, ni el organismo ha permitido que el Ayuntamiento de El Prat, que lo tiene inscrito en su cat¨¢logo de patrimonio desde 2004, le d¨¦ un nuevo uso mediante alg¨²n tipo de convenio, por lo que el paso del tiempo y la acci¨®n del mar han hecho mella en su estructura acelerando su degradaci¨®n. El edificio inaccesible, ¡°por estar en un ¨¢rea restringida¡±, seg¨²n fuentes de Aena, apenas se divisa desde la carretera, que circula paralela al per¨ªmetro de la tercera pista y que conserva, curiosamente, el nombre de Real Club de Golf.
Entre las compensaciones ambientales previstas en el Plan Director del Aeropuerto de El Prat de 1999, desarrolladas en la Declaraci¨®n de Impacto Ambiental de 2002, para permitir la ampliaci¨®n de la infraestructura estaban, adem¨¢s de los controles del aire, impacto ac¨²stico y proteger la hidrograf¨ªa de La Ricarda, la creaci¨®n de un corredor de unas 90 hect¨¢reas para facilitar la interconexi¨®n biol¨®gica entre esta laguna y la del Remolar. Algo que llevar¨ªa a la reordenaci¨®n de todo este espacio y la creaci¨®n de las infraestructuras para la divulgaci¨®n ambiental.
Dentro de este corredor est¨¢ el edificio de Coderch por lo que era una oportunidad para su recuperaci¨®n y darle nuevos usos. Desde Aena aseguran que el corredor ¡°est¨¢ hecho y operativo¡±, mientras que fuentes municipales de El Prat mantienen que las compensaciones ambientales son ¡°una falacia¡±, porque la mayor¨ªa no se ha llevado a cabo como demuestra, aseguran, que en febrero la Comisi¨®n Europea abriera un procedimiento de infracci¨®n contra Espa?a por dejadez en la tutela de las zonas naturales del Delta del Llobregat.
En el Ayuntamiento de El Prat son conscientes de la importancia de que en su t¨¦rmino y a pocos metros de distancia se encuentren dos de las mejores construcciones racionalistas espa?olas. Por eso, reclaman que ¡°Aena cumpla con las compensaciones ambientales prometidas ante la ampliaci¨®n de 1999¡å y proponen que ¡°dada la calidad arquitect¨®nica del edificio es necesario un proyecto de reutilizaci¨®n que lo adapte a un nuevo uso, manteniendo su forma y apariencia actual¡±.
Pero Aena recuerda que se trata solo de un ¡°corredor biol¨®gico que permita el paso de la fauna de una zona boscosa y h¨²meda a la otra¡± y que no contemplan ¡°actuaciones en infraestructuras¡±. Tambi¨¦n que ¡°se inici¨® un proyecto de desafectaci¨®n de las partes del edificio sin valor arquitect¨®nico realizadas al margen del proyecto inicial de Coderch¡± con la intenci¨®n de llevar a cabo ¡°la restauraci¨®n del inmueble¡± y que ¡°en el proceso de renaturalizaci¨®n de los terrenos se hab¨ªa previsto integrar el edificio en el espacio natural de nueva creaci¨®n¡±. En todo caso, sostienen que ¡°su ubicaci¨®n, muy cercana a la pista, impide el uso para actividades formativas o de ocio, incluido como instalaci¨®n deportiva¡±.
Pero en 2012 Aena pensaba diferente. Ese a?o anunci¨® que recuperar¨ªa parte del campo de golf (nueve hoyos de los 36 originales). Al a?o siguiente se licit¨® el proyecto que supondr¨ªa una inversi¨®n de cinco millones de euros con la idea de que estuviera operativo en 2015. En estos planes el edificio de Coderch volver¨ªa a ser la Casa Club donde, tras restaurarlo, se instalar¨ªan un restaurante, locales comerciales, salas de reuniones y banquetes, un gimnasio y habitaciones. El campo de golf y este edificio singular eran el gancho para que los pasajeros escogieran el aeropuerto de Barcelona para hacer conexiones y ofrecer un lugar relajado y tranquilo para que los viajeros descansaran entre vuelo y vuelo e, incluso, cerraran negocios. El proyecto de explotaci¨®n se adjudicaba por 30 a?os. Pero cuando se cerr¨® el plazo no se hab¨ªa presentado ninguna oferta.
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