El Woodstock de los pobres
El Memphis Country Blues Festival fue seguramente el evento m¨¢s ca¨®tico de 1969. Pero tambi¨¦n ofreci¨® un cartel ¨²nico. E irrepetible: casi todos los artistas han fallecido
Estos meses ha causado admiraci¨®n Summer of Soul, la pel¨ªcula que recoge las actuaciones del Harlem Cultural Festival, aquel que coincidi¨® con Woodstock. Pero no es el ¨²nico documental que rescata filmaciones de m¨²sica afroamericana de ese mismo a?o. Claro que Memphis ¡®69: the 1969 Memphis Country Blues Festival no cuenta con un intermediario como Questlove, que firma como director de Summer of Soul¡ aunque el baterista de The Roots no hab¨ªa nacido cuando se celebraron los conciertos de Harlem.
Memphis ¡®69: the 1969 Memphis Country Blues Festival no tiene intervenciones posteriores: es simplemente el material filmado por el disquero Gene Rosenthal, que se qued¨® sin dinero para montarlo y exhibirlo. Rescatado por el benem¨¦rito sello Fat Possum, est¨¢ disponible en DVD y, al menos por ahora, accesible gratuitamente en YouTube. Fue la cuarta (y final) edici¨®n de un evento que buscaba honrar ¡ªa ser posible, en met¨¢lico¡ª a los bluesmen hist¨®ricos, que seg¨²n el relato dominante, pusieron los cimientos para el rock y no se beneficiaron de ello. Mississippi Fred McDowell pas¨® la mayor parte de su vida cultivando la tierra como aparcero, sin salir del ciclo de dependencia respecto al arrendador. Furry Lewis, a pesar de usar una pierna artificial, estuvo d¨¦cadas barriendo las calles de Memphis. Y se jubil¨® sin derecho a pensi¨®n.
El festival del Blues Rural, que ni siquiera ten¨ªa nombre fijo, era una iniciativa de beatniks locales, escasamente populares entre el establishment de Memphis. En 1969, eso cambi¨®: la ciudad deb¨ªa borrar la infamia del asesinato de Martin Luther King y quer¨ªa, adem¨¢s, celebrar los 150 a?os de su fundaci¨®n, as¨ª que se buscaron entusiastas para ayudar a cambiar la imagen de Memphis. Se supone que el Ayuntamiento iba a apoyar el festival, pero, ay, program¨® un concierto masivo en un coliseo en el mismo fin de semana. Caprichos municipales.
Teniendo en cuenta que Memphis acumula m¨¦ritos suficientes para ser considerada la cuna del rock and roll, los organizadores decidieron invitar a todo tipo de figuras, con una oferta principesca: pagaban los gastos y unas dietas de 50 d¨®lares por d¨ªa y persona. Pr¨¢cticamente nadie pic¨® el anzuelo. Hay que advertir que Memphis en junio es una caldera, incluso en Overton Park, el pulm¨®n de la ciudad; en la pel¨ªcula vemos a venerables artistas actuando al lado de se?oritas que les protegen con un parasol.
As¨ª que el cartel final fueron los bluesmen que justificaban el evento, algunos grupos de rock (Insect Trust, Moloch, Johnny Winter) m¨¢s amigos que se apuntaron y desconocidos se colaron. Lo que muestra Memphis ¡®69: the 1969 Memphis Country Blues Festival es una iniciativa bohemia que se contagia del ascendente esp¨ªritu hippy. Muchos de los presentes no asimilaron que era hora de rascarse el bolsillo: en la pel¨ªcula, se oye el anuncio airado de una organizadora, mencionando que 800 personas han pagado su entrada, pero hay 3.000 en los alrededores, que han decidido disfrutar de la m¨²sica a su modo, sin apoquinar.
??No estamos en el Monterey Pop Festival de 1967, lleno de estrellas y beautiful people. Es la cr¨®nica de unos artistas resistentes, como los que abren la pel¨ªcula: los Bar-Kays, reconstituidos tras el accidente de aviaci¨®n que se llev¨® a Otis Redding, acompa?ando a un showman veterano, Rufus Thomas (que luego ejercer¨¢ de maestro de ceremonias). Sale a continuaci¨®n Bukka White, rebosando energ¨ªa. No puede imaginar que un grupo brit¨¢nico, Led Zeppelin, reciclar¨¢ sus ideas en un par de canciones millonarias; aqu¨ª golpea y acuchilla con la slide su guitarra met¨¢lica National. Como su muy famoso primo, B. B. King, sabe c¨®mo atraer la atenci¨®n del respetable.
Urge hacer una distinci¨®n entre los que tocan blues y los que lo han vivido. Conviene ver a Nathan Beauregard, que aseguraba tener entonces 106 a?os (exageraba, claro), un ciego que renace cuando se conecta su guitarra el¨¦ctrica; oiga, esta gente carece de prejuicios puristas. Furry Lewis seguramente hab¨ªa bebido m¨¢s de lo aconsejable aunque est¨¢ tan feliz de tener un p¨²blico que no quiere abandonar el escenario. Despu¨¦s, un virtuoso blanco como el gran John Fahey parece empe?ado en ganarse el t¨ªtulo de aguafiestas.
A diferencia de Summer of Soul, que contextualiza la m¨²sica de 1969, aqu¨ª no hay explicaciones. Vemos al Reverendo Robert Wilkins, acompa?ado por sus talludos hijos, y adivinamos su talante de superviviente, nunca plenamente relajado: cuando The Rolling Stones grabaron su Prodigal Son, Wilkins recibi¨® un primer cheque de varios miles de d¨®lares por los derechos editoriales; no acostumbrado a tales cifras, se negaba a cobrarlo, temiendo que detr¨¢s hubiera alg¨²n ¡°enredo de los blancos¡±.
Sin conocer a los personajes, Memphis ¡®69: the 1969 Memphis Country Blues Festival puede resultar un plato fuerte. Por momentos, hay fallos de audio que corresponden, seg¨²n la leyenda, a que el sonidista fue spiked, es decir, tom¨® un ¨¢cido sin saberlo. Cosas que pasaban en los a?os sesenta.
Babelia
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