Un c¨®mic reflej¨® por primera vez las c¨¢maras de gas nazis y el Holocausto en 1945
Un historiador holand¨¦s ha encontrado una serie de seis dibujos del final de la Segunda Guerra Mundial que abordan el exterminio jud¨ªo
Una de las novelas gr¨¢ficas m¨¢s conocidas sobre el Holocausto se titula Maus: relato de un superviviente, y fue publicada entre 1980 y 1991 por el artista estadounidense Art Spiegelman, hijo de una familia jud¨ªa polaca. Aunque hay series anteriores de historietas sobre la Segunda Guerra Mundial (en Espa?a, Haza?as b¨¦licas, cread...
Una de las novelas gr¨¢ficas m¨¢s conocidas sobre el Holocausto se titula Maus: relato de un superviviente, y fue publicada entre 1980 y 1991 por el artista estadounidense Art Spiegelman, hijo de una familia jud¨ªa polaca. Aunque hay series anteriores de historietas sobre la Segunda Guerra Mundial (en Espa?a, Haza?as b¨¦licas, creada por Boixcar fue reeditada con gran ¨¦xito desde 1948), este tipo de comic suele asociarse a los superh¨¦roes y otros relatos para un p¨²blico juvenil. Sin embargo, en 1945, en plena contienda y con parte de Europa todav¨ªa ocupada, la m¨¢quina de matar nazi qued¨® reflejada Estados Unidos en una octavilla con seis dibujos que incluye una de las primeras ilustraciones de una c¨¢mara de gas en un campo de exterminio vista en este tipo de formato. As¨ª lo afirma el historiador holand¨¦s Kees Ribbens, que ha encontrado la cuartilla y publica ahora un estudio donde sostiene que se utiliz¨® una presentaci¨®n t¨ªpica de la cultura popular para abordar el dilema ¨¦tico del espectador de un genocidio que estaba en marcha.
La secuencia de los dibujos sobre el genocidio est¨¢ firmada por el ilustrador de origen austriaco August Froehlich, que lleg¨® a Estados Unidos en 1909. Titulada Nazi Death Parade (¡¯El desfile nazi de la muerte¡¯), recoge las ¨²ltimas horas de los prisioneros jud¨ªos, y de la comunidad Roma y Sinti aniquilados en Majdanek, al sur de Polonia ocupada.
En la narraci¨®n, puede verse c¨®mo son metidos con violencia en trenes de carga; la retirada de su ropa, zapatos y dem¨¢s posesiones; la entrada, de ni?os y adultos desnudos en unas duchas supuestamente preparadas para eliminar los piojos; la salida del gas Zyclon B ¡ªnombre comercial de un pesticida a base de cianuro¡ª y la terrible agon¨ªa de los prisioneros, que son observados desde fuera por un oficial nazi; la posterior extracci¨®n de los dientes de oro de los cad¨¢veres. La ¨²ltima vi?eta es la de los crematorios: un soldado introduce un cad¨¢ver en el horno mientras otro uniformado sujeta la puerta de metal.
Froehlich hab¨ªa empezado haciendo carteles y colaborando en libros y revistas, y trabaj¨® luego para el cine en productoras como Universal. Si bien hab¨ªa dibujado a partir de 1940 biograf¨ªas, entre ellas la del primer ministro brit¨¢nico Winston Churchill, y en numerosos c¨®mics de aventuras, aplic¨® su conocimiento de las historietas gr¨¢ficas al Holocausto cuando todav¨ªa se sab¨ªa poco de lo que ocurr¨ªa en los campos de exterminio. La historia, sin di¨¢logo, apareci¨® en un volumen de 50 p¨¢ginas titulado The Bloody Record of Nazi Atrocities (El sangriento recuento de las atrocidades nazis), preparado en 1944 y publicado a principios de 1945.
¡°Durante la Segunda Guerra Mundial, y antes de que Estados Unidos se uniera al bando aliado, se hac¨ªa hincapi¨¦ en la maldad de los nazis¡±, explica Kees Ribbens, en una conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°No se prestaba demasiada atenci¨®n al hecho de que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas fuesen jud¨ªos. En parte, porque fueron aislados en Europa y luego llevados a los campos de concentraci¨®n y exterminio. As¨ª que no hab¨ªa muchas noticias. Pero tambi¨¦n para parecer neutral pensando en una posible reacci¨®n antisemita¡±. Froehlich bas¨® su historia gr¨¢fica en los testimonios recogidos en la prensa rusa tras la liberaci¨®n de Majdanek, que fue el primero de los campos de concentraci¨®n abierto por los aliados.
¡°En ese momento, no hab¨ªa fotos del interior de los campos. Hay cuatro de Auschwitz, hechas por un prisionero, y son la excepci¨®n. As¨ª que el ilustrador se aplica para mostrar la aniquilaci¨®n sistem¨¢tica, de corte industrial, de seres humanos. Una atrocidad que no pod¨ªa creerse, incluso en una guerra: por su escala y porque el asesinato de civiles era por motivos ideol¨®gicos¡±, a?ade. ?l dio con esta tira de dibujos en Internet en una colecci¨®n de documentos de la Segunda Guerra Mundial, y sigui¨® su pista hasta encontrarla, digitalizada, en la biblioteca Museo del Holocausto, de Washington (Estados Unidos).
En opini¨®n del historiador holand¨¦s, que trabaja en el Instituto para la Investigaci¨®n de la Guerra, el Holocausto y Genocidio (NIOD) de ?msterdam, resulta extra?o que el dibujante no mencione la fuente period¨ªstica rusa del relato. Tal vez fue para que no pareciera propagand¨ªstico, ¡°porque los reporteros rusos estaban con las tropas de su pa¨ªs en Polonia en 1944, y todo lo relativo a los campos de concentraci¨®n pod¨ªa parecer contaminado por la propaganda¡±. La repercusi¨®n de estas ilustraciones fue relativa porque lleg¨® a la calle dos semanas antes de la liberaci¨®n de Auschwitz, en enero de 1945, un acontecimiento que justificaba por s¨ª solo el esfuerzo de Estados Unidos en la guerra, y que oscureci¨® el trabajo de August Froehlich.