Antonio Escohotado, el rockero frustrado
Fuera del mundo acad¨¦mico, el pensador ejerci¨® como entusiasta agitador contracultural
Las primeras noticias sobre las andanzas de Antonio Escohotado nos llegaron por el tel¨¦grafo de la jungla underground. El mismo medio por el que nos enter¨¢bamos de que Pau Malvido, primer cronista de la contracultura hispana, era en realidad Pau Maragall, un hermano del pol¨ªtico barcelon¨¦s.
Antonio no necesitaba ocultar su apellido: ya hab¨ªa salido en los peri¨®dicos como implicado en asuntos de coca¨ªna. Pero tambi¨¦n se le admiraba en el mundo subterr¨¢neo como parte del equipo que fund¨® la ibicenca discoteca Amnesia y ¡ªm¨¢s nebuloso¡ª que tocaba en su propio grupo de rock (?o eran jam sessions?). Los testimonios hablan tanto de una versi¨®n balear de Pink Floyd como de una banda con pegada, entre los Rolling Stones y The Who (aunque ambas tendencias pod¨ªan ser compatibles en un pa¨ªs donde los m¨²sicos novatos ten¨ªan m¨¢s entusiasmo que prejuicios). No se discute que Escohotado pose¨ªa un buen equipo, con guitarras de marcas como Gibson o Ramirez.
Cuando volvi¨® a Madrid, ya era una celebridad por su monumental Historia general de las drogas. Consciente de su fama, a veces chocaba con la realidad. Pod¨ªa pedirte conseguir entradas para un concierto sold out de alguna megaestrella, pero tend¨ªa a hacerlo unas horas antes de la apertura de puertas, lo que anulaba sus posibilidades de un trato de favor.
Encontr¨® una c¨¢lida acogida en los medios musicales madrile?os. Con Andr¨¦s Calamaro grab¨® un risue?o reggae con desenlace dub, Nunca igual, en su Alta suciedad (1997). Sin embargo, su obra cumbre pas¨® comparativamente ignorada. En compa?¨ªa del grupo Mil Dolores Peque?os y el colectivo Accidents Polipo¨¨tics hizo en 1995 un desafiante himno a la libertad individual, De la piel pa¡¯ dentro mando yo, en cuatro versiones. En el estudio de Jaime Mun¨¢rriz, Antonio descubri¨® maravillado las posibilidades de las modernas t¨¦cnicas de grabaci¨®n.
El disco, editado en Por Caridad Producciones, tuvo una existencia agitada. Se prensaron 600 copias y algunos ejemplares inclu¨ªan en su interior una diminuta piedra de hach¨ªs. La broma hizo que la polic¨ªa visitara tiendas como FNAC, revisando cada EP en busca del contrabando.
Para entonces, ya eran leyenda las charlas de madrugada de Escohotado en la discoteca Morocco. Los martes, sal¨ªa al escenario de la sala y respond¨ªa a las preguntas del respetable. Resultaba espectacular contemplar c¨®mo Antonio ejerc¨ªa su tenis intelectual, a pesar de que frecuentemente estaba m¨¢s ciego que cualquiera de sus oyentes. Entre los que pod¨ªan encontrarse, seg¨²n cr¨®nica de Joseba Elola en EL PA?S, desde el cantautor Luis Eduardo Aute al actor Guillermo Montesinos.
La pregunta del mill¨®n: c¨®mo tomaron estos seguidores su deslizamiento hacia el ultraliberalismo. Hay quien niega la mayor y asegura que siempre pens¨® lo mismo que luego desarroll¨® en Los enemigos del comercio. Otros hablan de su relaci¨®n tortuosa con el dinero, producto de unas acrobacias vitales que frecuentemente le dejaban en n¨²meros rojos. Cotilleos aparte, nadie discute su extraordinaria generosidad: abri¨® las puertas de su casa a amigos en penuria, desde el antiguo manager de ¨¦xito al escritor vanguardista. Al final, todos tienden a suspirar y a relativizar sus bandazos: ¡°Cosas del Escota¡±.
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