La fiesta de Art Basel vuelve a Miami Beach
La feria m¨¢s importante de Am¨¦rica regresa a la vida dos a?os despu¨¦s con 253 galer¨ªas y una primera jornada marcada por el entusiasmo de los coleccionistas pese a la amenaza de la nueva variante ¨®micron de la covid-19
Art Basel ha vuelto a Miami Beach con todo el equipo: las galer¨ªas internacionales, los mejores coleccionistas del continente, los artistas y comisarios del momento, las decenas de exposiciones, fiestas y actividades paralelas por toda la ciudad y una org¨ªa de marcas comerciales ansiosas por arrimarse al ascua de la creaci¨®n. Hac¨ªa dos a?os que no se celebraba presencialmente la gran cita americana con el mercado del arte. Y parece que ha pasado una eternidad desde que el artista ...
Art Basel ha vuelto a Miami Beach con todo el equipo: las galer¨ªas internacionales, los mejores coleccionistas del continente, los artistas y comisarios del momento, las decenas de exposiciones, fiestas y actividades paralelas por toda la ciudad y una org¨ªa de marcas comerciales ansiosas por arrimarse al ascua de la creaci¨®n. Hac¨ªa dos a?os que no se celebraba presencialmente la gran cita americana con el mercado del arte. Y parece que ha pasado una eternidad desde que el artista Maurizio Cattelan se llev¨® los titulares de la ¨²ltima edici¨®n al pegar con cinta un pl¨¢tano a una pared y vender la broma por 120.000 d¨®lares para indignaci¨®n de unos y regocijo del resto. Pero no ha sido una eternidad, sino una pandemia.
Estall¨® poco despu¨¦s de aquello y, por resumirlo mucho, el sector tuvo que meterse en casa y ampliar su vocabulario de palabras de tres letras. Este a?o hay programa VIP, como siempre, pero tambi¨¦n una infraestructura digital paralela de OVR, esos online viewing rooms, salas de exposiciones virtuales que florecieron durante el confinamiento (y que la mayor¨ªa ve con alivio c¨®mo caen en desuso), as¨ª como ecos lejanos del ¨²ltimo grito, los famosos NFT, que, por resumirlo de nuevo mucho, son a un cuadro de Picasso lo que un bitcoin a un malet¨ªn lleno de billetes.
Y luego est¨¢n las PCR. Los visitantes, unos 80.000, seg¨²n c¨¢lculos del reci¨¦n reelegido alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, tienen que aportar una de esas pruebas negativas de coronavirus o un certificado de vacunaci¨®n en orden para entrar en el Centro de Convenciones, donde las mascarillas son obligatorias (en una ciudad que en los espacios cerrados solo recomienda su uso). Este martes, los primeros visitantes, coleccionistas y profesionales, ten¨ªan adem¨¢s que reservar la hora de su visita para evitar aglomeraciones. El p¨²blico general acceder¨¢ del jueves al s¨¢bado.
Marc Spiegler, director global de Art Basel, ha garantizado a la prensa en la ma?ana en esta jornada inaugural que el dise?o de la feria, que convoca 253 galer¨ªas, la mitad de ellas internacionales, se ha hecho ¡°del modo m¨¢s seguro posible¡±. Tuvieron que retrasar y celebrar en septiembre la cita original, en Basilea, en una versi¨®n reducida por las restricciones. Y luego anduvieron pendientes para Miami de cu¨¢ndo Estados Unidos pensaba abrir de nuevo las fronteras. ¡°El d¨ªa en que lo anunciaron [20 de septiembre], el m¨®vil echaba humo, y al final de esa semana, 30 galer¨ªas que hab¨ªan cancelado, descancelaron¡±, ha recordado Spiegler. As¨ª que, por encima de todas esas adversidades, ha defendido seguir adelante a pesar de las preocupantes noticias de la nueva variante ¨®micron. ¡°Estos d¨ªas hemos bromeado mucho con la idea de que es mejor disfrutar de esta reuni¨®n hist¨®rica antes de que nos vuelvan a encerrar de nuevo¡±.
En el ¨²ltimo Art Basel Miami Beach, otra palabra, esta vez de nueve letras, era el neologismo de moda: fairtigue, que sal¨ªa de sumar en ingl¨¦s ¡°feria¡± y ¡°fatiga¡±, describ¨ªa lo que provocaba en los profesionales del arte la incesante sucesi¨®n de citas que, de Buenos Aires a Hong Kong, se celebraban por todo el mundo. Pero esta semana, con la t¨ªmida vuelta de aquello, el cansancio se ha tornado en entusiasmo. ¡°Todos nos volcamos en el confinamiento en el mundo virtual, no qued¨® m¨¢s remedio, pero tambi¨¦n nos dimos cuenta de que algo se pierde sin el contacto f¨ªsico¡±, explica Magal¨ª Arriola, directora del Museo Tamayo de M¨¦xico y comisaria de una secci¨®n de la feria consagrada a las piezas de gran formato, seguramente las que m¨¢s sufren en la pantalla de un m¨®vil.
Hab¨ªa ganas de descubrir a este o aquel pintor, de ver de nuevo dos diciembres despu¨¦s a esos vecinos de pasillo, pero, sobre todo, de vender y comprar arte. Y bien, la veintena de expositores consultados por EL PA?S durante la primera jornada ha confirmado que las expectativas, que ven¨ªan altas por los buenos resultados de las ¨²ltimas subastas en Nueva York, se han cumplido. Uno de ellos, Martin Aguilera, de la galer¨ªa brasile?a Mendes Wood, explicaba a media tarde que casi hab¨ªa vendido todas las piezas del espacio, ¡°mitad de artistas brasile?os y mitad de extranjeros¡±, y que el mi¨¦rcoles le tocaba ¡°volver a montarlo de cero¡±
Los coleccionistas hab¨ªan madrugado para llevar a sus asesores con la lengua fuera en busca de las joyas m¨¢s preciadas. Y las galer¨ªas, sobre todo las m¨¢s poderosas, que no se quitan ojo las unas a las otras en torno a las dos plazas que organizan el recorrido, los esperaban con la artiller¨ªa pesada. Una n¨®mina de grandes nombres que ser¨ªa la envidia de muchos museos. De las paredes colgaban obras de Keith Haring por entre 7,5 y 7,8 millones de d¨®lares (entre 6,6 y 6,8 millones de euros), una pieza de David Hockney (6,5 millones), un barcel¨® de 2,5 millones o dos pinturas de Joan Mitchell y Ad Reinhardt que, con 2,5 y 7 millones respectivamente, encabezaban al final del d¨ªa la lista de piezas mejor vendidas facilitada por la organizaci¨®n. Un rothko en David Zwirner es a todas luces la m¨¢s cara del lote; est¨¢ a la venta por un precio que la galer¨ªa no quer¨ªa desvelar a la prensa, pero que era ofrecido a los coleccionistas por 50 millones.
De la anterior lista cabe concluir que los cl¨¢sicos nunca fallan, y que la pintura, con una presencia abrumadora aqu¨ª, est¨¢ viviendo una nueva edad de oro. Tambi¨¦n entre los ¨²ltimos artistas, como los que representa la berlinesa Peres Project, cuyo fundador, Javier Peres, apuntaba que hab¨ªa tenido donde elegir: ¡°Los creadores han dispuesto de muy poca vida social en estos dos a?os y de mucho tiempo para trabajar¡±. Marc Payot, presidente de la todopoderosa Hauser & Wirth, corroboraba que algunos de los suyos ¡°tambi¨¦n supieron sacar provecho productivo de aquello¡±. Pocas obras, eso s¨ª, remiten directamente al trauma de la pandemia. Y entre esas pocas, la que m¨¢s miradas atrae es Snowman (2021, en la neoyorquina Karma), tres cajas de Amazon talladas en bronce, como las que se agolparon a las puertas de los confinados en el a?o de la plaga. Es del californiano Mungo Thompson.
Muy cerca de la ir¨®nica escultura, Bel¨¦n Valbuena, de Maisterravalbuena, deslizaba otro ingrediente que hace diferente esta edici¨®n de otras: el nuevo orden log¨ªstico, que ha gripado la cadena de suministros global, tambi¨¦n ¡°ha complicado much¨ªsimo el proceso de traer las obras¡±. La galer¨ªa madrile?a es una de las representantes espa?olas junto a Traves¨ªa Cuatro, que, con sedes en M¨¦xico y Guadalajara, cuenta tambi¨¦n como mexicana (y particip¨® en un valiente spin off de Art Basel el a?o pasado en Ciudad de M¨¦xico), Mira Madrid (se estrena con un monogr¨¢fico del conceptual argentino Jaime Davidovich), Fernando Pradilla (con obras de Alberto Baraya, incluida una revisi¨®n ir¨®nica de la revisi¨®n ir¨®nica del pl¨¢tano de Cattelan) o la veterana Elvira Gonz¨¢lez.
Pero lo que tal vez llame m¨¢s la atenci¨®n en el recorrido es la abundante presencia de artistas afroamericanos, cuya pujanza subraya un ne¨®n de hotel de la artista y cineasta estadounidense Ja¡¯Tovia Gary que dice: ¡°No hay mala suerte en el mundo, sino gente blanca¡± (cita tomada de una novela de Toni Morrison). Pretende ser un reflejo de los cambios sociales que han afectado a Estados Unidos en un a?o que tambi¨¦n fue el del asesinato de George Floyd y del movimiento Black Lives Matter. Spiegler hab¨ªa explicado por la ma?ana que era algo buscado, y que para lograr que ¡°algunos muy buenos espacios abiertos por mujeres negras¡± pudieran entrar se han saltado algunas de sus propias exigencias cl¨¢sicas.
Para ingresar en el selecto club en esta edici¨®n no se ped¨ªa a las galer¨ªas un n¨²mero de a?os m¨ªnimo en activo ni tampoco, como antes, que tuvieran un espacio f¨ªsico en funcionamiento, dado que muchas tuvieron que cerrar sus establecimientos durante la pandemia. ¡°Tambi¨¦n es la primera vez que hemos dado la bienvenida a cuatro nuevas galer¨ªas africanas: de Zimbabue, Nigeria, Uganda y Sud¨¢frica. Sabemos que solo es el principio, y que nos queda mucho m¨¢s en ese frente; hacer las ferias m¨¢s diversas las har¨¢ tambi¨¦n m¨¢s interesantes¡±, ha a?adido Spiegler.
Una de ellas, llamada Smac, ha tra¨ªdo desde Johannesburgo, cerca de donde la variante ¨®micron empez¨® a asustar al mundo, una reflexi¨®n sobre la colonizaci¨®n de la joven Bonolo Kavula. Para estar en Miami, su directora, Jean Butler, tuvo que coger cinco aviones. Lleg¨® el domingo a la ciudad. Esa misma noche, Biden se sum¨® a otros pa¨ªses en desmentir el t¨®pico de que el arte no entiende de fronteras.
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