Muere la bailarina estadounidense Marjorie Tallchief a los 95 a?os
El despliegue corporal y la elasticidad elegante de esta artista influyeron en el cambio de algunas convenciones del repertorio cl¨¢sico franc¨¦s
La primera ballerina y maestra Marjorie Tallchief muri¨® el 30 de noviembre en Boca Raton (Florida) a los 95 a?os. Hab¨ªa nacido en Fairfax (Oklahoma), el 19 de octubre de 1926, al igual que su hermana mayor, Maria Tallchief (24 de enero de 1925¨CChicago, 2013), tambi¨¦n una prestigiosa artista de primera l¨ªnea del ballet americano del siglo XX; algunas fuentes sit¨²an el nacimiento de Marjorie en Denver, as¨ª como las biograf¨ªas de las dos hermanas, cuyas carreras en muchas ocasiones discurrieron en paralelo, suelen confundirse. La ra¨ªz real de sus apellidos es Tall Chief.
Marjorie y Maria eran mestizas de padre osage y madre de origen escoc¨¦s, aunque de peque?as se mantuvieron parcialmente ligadas a las tradiciones de los varios asentamientos indios de la regi¨®n de Oklahoma. Ellas eran artistas muy distintas de car¨¢cter y proyecci¨®n esc¨¦nica, como ya muy tempranamente se?alaron Anatol Ch¨²jov y el cr¨ªtico John Martin.
Marjorie estudi¨® sobre todo con Bronislava Nijinska, entonces asentada con estudio propio ya entre Los ?ngeles (California) y Nueva York, y con David Lichine, pero ella reconoc¨ªa que fue fundamental en su pulimento cuando ya en Par¨ªs trabaj¨® intensamente con Olga Preobrajenskaia y con Lubov Eg¨®rova en sus respectivos estudios privados. A partir de su debut estuvo presente en todas las iniciativas importantes de su tiempo, desde el Ballet Theatre (despu¨¦s American Ballet Theatre), al Original Ballet Russes, el New York City Ballet, el Harkness Ballet, los Ballets Russes del Marqu¨¦s de Cuevas (donde tambi¨¦n brillaba Hightower) y antes el Grand Ballet de Monte Carlo y Ballet Caravan; con anterioridad a 1958 apareci¨® varias veces como invitada de los Alonso en La Habana. A partir de un punto, siempre acompa?ada de su marido y partenaire, George Skibine, viajaron incansablemente. Ruth Page los invit¨® a ambos al Ballet de Chicago y de all¨ª viajaron a la ?pera de Par¨ªs, donde permaneci¨® esta bailarina de fuste y talento desde 1957 a 1962, llegando a ostentar la categor¨ªa de etoile. En esto fue, sin discusi¨®n, la primera estadounidense (y mestiza americana) en llegar tan alto.
La cr¨ªtica francesa rompi¨® con su envarado formalismo y se entreg¨® a elogiarla. Y es verdad que Marjorie aportaba un br¨ªo diferente, en¨¦rgico y renovado al baile cl¨¢sico franc¨¦s, era casi, como expres¨® Gilbert Cournant, un ¡°acicate voluntarioso¡± para el resto de los artistas que la acompa?aban. Su despliegue corporal, una elasticidad elegante y armoniosa (lo que ya hab¨ªa encandilado a Balanchine casi como un ideal) y su l¨ªnea estilizada, daban un contraste casi chocante con la tradici¨®n francesa y de hecho influy¨® en cambiar algunas normas y convenciones. Las poses de Marjorie en su osad¨ªa que, sin embargo, no desbordaban nunca el buen gusto y lo acad¨¦mico, tambi¨¦n influy¨® en algunos core¨®grafos de entonces, como expres¨® L¨¦on Nemenschouski en el perfil que traz¨® en Londres de las dos hermanas a fines de los a?os cincuenta. Esa t¨¦cnica y maneras hizo que Balanchine la usara de modelo en varios ballets, donde figur¨® en la creaci¨®n y gestaci¨®n de los papeles principales, como Pas de Trois Classique, una joya de 1948 que no encontr¨® despu¨¦s quienes lo asumieran en toda su complejidad. Otro ejemplo: su Mirtha, Reina de las Willis, en Giselle, que hizo por primera vez en 1944 en Nueva York, bord¨® el rol, y lo marc¨®.
El condado de Oklahoma reuni¨® una vez a las principales bailarinas norteamericanas de origen indio; no era las ¨²nicas, pero s¨ª las m¨¢s internacionales y las que llegaron a la categor¨ªa de estrellas, denomin¨¢ndolas las ¡°Cinco Lunas del Ballet Americano¡±, en alusi¨®n a la leyenda cherokee, y de ah¨ª esa imagen, hoy ya hist¨®rica, de Maria y Marjorie Tallchief, Rosella Hightower, Moscelyne Larkin e Yovonne Chouteau ataviadas con los mantoncillos rituales ind¨ªgenas y asentadas en el Mural de la Fama del capitolio de Oklahoma.
La carrera europea de Marjorie tuvo su punto de fama m¨¢s alto en julio de 1955, cuando el Ballet del Marqu¨¦s de Cuevas organiz¨® en el Patio Central [Cour Carr¨¦e] del Museo del Louvre de Par¨ªs unas funciones de Rom¨¦o et Juliette a gran escala, sobre la m¨²sica de Berlioz, con coro, cantantes solistas y gran orquesta, y donde Cuevas convoc¨® a los cuatro core¨®grafos del momento que trabajaban para ¨¦l: Serge Golovine, John Taras, Skouratov y Skibine. Marjorie fue la Julieta de esta velada.
Sus grandes ¨¦xitos, y por los que se la recuerda, son El lago de los cisnes, Giselle, Don Quijote (Paso a dos), Concerto Barocco y La Son¨¢mbula (ambos Balanchine), entre otros, pues su t¨¦cnica y tenacidad la hizo muy pronto preferida de muchos core¨®grafos muy selectivos, como Lifar, Lichine, Massine o Catom. El repertorio de Marjorie Tallchief es inmenso y prism¨¢tico, refleja el perfil de un tipo de bailarina capaz de adaptarse y asumir los m¨¢s diferentes y diametrales estilos; Skibine cre¨® para ella m¨¢s de 15 ballets. Hasta su retiro, dirigi¨® el Conservatorio de Ballet Harid de Boca Raton (Florida), donde peregrinaban bailarinas de todas partes a recibir sus ense?anzas.
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