De Par¨ªs tres lugares
Fui a Par¨ªs y, al final del d¨ªa, me sent¨ªa incluso tranquilizado tras comprobar que all¨ª al menos todo segu¨ªa en su lugar, especialmente mis tres lugares favoritos
Huyendo de la estrella kitsch que corona la Sagrada Familia de mi cada d¨ªa m¨¢s estropeada ciudad natal, viaj¨¦ ayer a Par¨ªs, donde supe que para marzo del pr¨®ximo a?o se anuncia la publicaci¨®n por fin de Lieux (Lugares), el monumental e inacabado libro de Perec, un in¨¦dito por muchos a?os esperado. Fui a Par¨ªs y, al final del d¨ªa, me sent¨ªa incluso tranquilizado tras comprobar que all¨ª al menos todo segu¨ªa en su lugar, especialmente mis tres lugares favoritos. El primero de ellos, la rue Vaneau. Como siempre, a primera vista, una v¨ªa tranquila en la que no ocurre nada, pero donde subterr¨¢neamente no paran de suceder cosas, tal vez porque ah¨ª siguen estando los mundos de Andr¨¦ Gide, de Emmanuel Bove, el piso donde vive Rita Gombrowicz, la embajada de Siria, la misteriosa mansi¨®n de Chanaleilles, la farmacia Dupeyroux, el primer apartamento de Karl Marx en Par¨ªs¡
Despu¨¦s, fui a la rue Saint-Guillaume, a ver mi segundo lugar en la ciudad: la Maison de Verre (La Casa de Vidrio). No pude ver el edificio desde la calle, pero eso ha ocurrido siempre porque la casa no es visible a menos que uno pulse una contrase?a en el portero autom¨¢tico y avance hacia el patio delantero del inmueble, y eso es algo que no he querido hacer nunca. Me ha parecido siempre suficiente con estar plantado ante esa laber¨ªntica casa de vidrio, cuyo interior durante a?os, habi¨¦ndolo visto s¨®lo en un documental, sospech¨¦ que ten¨ªa una estructura id¨¦ntica a la de mi mente. Naturalmente, mi sospecha se derrumb¨® el d¨ªa en que la hice p¨²blica y, en divertida reacci¨®n, los due?os de la Maison de Verre, unos estadounidenses muy hospitalarios, me escribieron invit¨¢ndome a visitarla y as¨ª, de paso, dijeron con sentido del humor, podr¨ªa dar un largo paseo por mi propio cerebro. Me aterr¨® tanto descubrir que resultaba tan f¨¢cil entrar all¨ª que busqu¨¦ una excusa para no tener que ir, pero ayer me plant¨¦ frente al 31 de la rue Saint-Guillaume y pas¨¦ un buen rato no viendo la casa, pero sabi¨¦ndome invitado a ella. La casa, en los a?os treinta y cuando ten¨ªa otros due?os, fue muy frecuentada por Walter Benjamin, hasta el punto que influy¨® en su interpretaci¨®n constructivista del proyecto ut¨®pico de Paul Scheerbart para un ¡°nuevo entorno de vidrio que transformar¨ªa profundamente a la humanidad¡±. As¨ª al menos lo defini¨® Benjamin, para quien vivir en casas de vidrio iba a ser ¡°la virtud revolucionaria por excelencia¡±
Luego, como si fuera a completar el cl¨¢sico ciclo calle-casa-muerte, fui a Tiers-Temps, la residencia a la que Samuel Beckett se retir¨® cuando se cans¨® de todo. Es un inmueble blanco que se encuentra en el 24 de la calle R¨¦my-Dumoncel, cerca del metro Mouton-Duvernet. All¨ª escribi¨® Beckett su ¨²ltimo poema What is the Word. Los alrededores siguen intactos, grises, profundamente beckettianos. La Avenida del General Leclerc, por ejemplo, sigue inspirando una poes¨ªa de rara belleza y sumerge al despistado paseante en la radical desolaci¨®n de los lugares que sentimos tan bellos como excesivamente desamparados, quiz¨¢s porque all¨ª se desploma siempre el lenguaje.
Babelia
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