Perec, el escritor que jam¨¢s repiti¨® un libro
Semana sobre el autor que prescindi¨® de la 'e' en el Instituto Franc¨¦s de Madrid
Es posible crear una novela de 312 p¨¢ginas sin escribir ni una vez la letra e, y de una forma tan natural que, cuando se publique, los cr¨ªticos no caigan en la cuenta del fen¨®meno y reparen s¨®lo en la historia, llena de persecuciones y muertes, como en la mejor novela negra. Un franc¨¦s lo hizo: escribi¨® La dispariti¨®n (La desaparici¨®n) con la dificultad metaf¨ªsica a?adida de que el desvanecimiento de marras era precisamente el de la letra e, que no pod¨ªa mencionar. No satisfecho, cre¨® a continuaci¨®n Les revenentes (distorsi¨®n de revenants, fantasmas), donde en sus 127 p¨¢ginas s¨®lo usaba la vocal e. El autor es Georges Perec (1936-1982), a quien el Instituto Franc¨¦s de Madrid dedica una semana de actividades.
"Si intento definir lo que he intentado hacer desde que comenc¨¦ a escribir, la primera idea que me viene a la cabeza es que jam¨¢s he escrito dos libros similares, que nunca he deseado repetir en un libro una f¨®rmula, un sistema o una manera elaboradas en un libro precedente", escribi¨® Perec en cierta ocasi¨®n.Todo parece indicar que el autor se divirti¨® escribiendo -"escribir: intentar meticulosamente retener algo, hacer sobrevivir algo"- por lo menos tanto como el m¨¢s contundente de los magos o el m¨¢s juguet¨®n de los matem¨¢ticos. Aunque ser¨ªa un error intentar definirle, encasillarle: cada uno de los libros que escribi¨® antes de que el c¨¢ncer se lo llevara a los 46 a?os es un paradigma de originalidad.
El alquimista
A los 29 a?os gan¨® el Premio Renaudot, uno de los escasos galardones literarios con prestigio, con Las cosas, una historia de los a?os sesenta. Tuvo que seguir escribiendo con urgencia para demostrar que no hab¨ªa intentado hacer sociolog¨ªa. Lo consigui¨®. Dos a?os despu¨¦s de su muerte y 21 despu¨¦s del premio, su libro permanece como una magn¨ªfica ilustraci¨®n de la cosificaci¨®n de nuestra sociedad, donde el hombre se esclaviza en la ansiedad de cosas, progresivamente embrutecedora.Un recorrido tan siquiera somero por la obra de Perec da para una tesina de licenciatura, aunque no est¨¢ claro si en literatura, lengua o alquimia, pues cada una de sus obras utiliza una t¨¦cnica por lo menos sorprendente. "Me considero verdaderamente como un producto del Oulipo", dir¨¢ Perec hacia el final de su vida.
El Oulipo era el Ouvroir de Litt¨¦rature Potentielle, algo as¨ª como Taller de Literatura PotenciaL Fundado en 1961 por Raymond Queneau y Frangois le Lyonnais el grupo se consagr¨® al redescubrimiento de constre?imientos literarios totalmente arbitrarios, como el lipograma o la redacci¨®n de un texto sin una vocal. Esto es, un caramelo para alguien que, como Perec, gustaba hasta el vicio de la literatura, el juego, la lengua.
Lecturas boca abajo
En sus Notas sobre lo que busco, Perec delimit¨® su ansiedad de escritor en cuatro grandes campos: una manera de observar lo cotidiano, a la que pertenece Las cosas ... ; su gusto por las proezas, que produjo sus innumerables juegos en el Oulipo, y, entre otros, unos crucigramas blancos que son estremecimiento de especialistas; su pasi¨®n pura y simple por el relato, "las ganas de escribir libros que se devoran boca abajo en la cama"; y su tensi¨®n hacia lo autobiogr¨¢fico.Estaba claro que no pod¨ªa rehuir la rebusca en su pasado: Georges Perec era jud¨ªo, y su historia es la inconcebible de los jud¨ªos en la esquina europea del medio siglo. Su padre muri¨® combatiendo, y su madre falleci¨® en Auschwitz, el campo de exterminio. A ¨¦l, escondido en un pueblo de la Francia libre, le qued¨® una angustia que m¨¢s tarde averigu¨® consist¨ªa en la intuici¨®n, el convencimiento, de no haber tenido ni?ez. As¨ª lo cont¨® en W o el recuerdo de infancia. En una primera versi¨®n, la evocaci¨®n autobiogr¨¢fica alterna con una ficci¨®n sobre un campo de concentraci¨®n. El campo es la isla W, que se rige por las leyes del deporte, incluida la trampa. En una versi¨®n posterior, Perec incluy¨® una tercera parte, repetando las otras dos, en la que matizaba la primera evocaci¨®n, correg¨ªa su memoria.
La astucia del caballo
A¨²n no se ha traducido al castellano la obra maestra de Perec, La vie, mode d'emploi, laguna editorial alarmante si se tiene en cuenta que el libro ha sido ya trasladado al b¨²lgaro, entre otras lenguas, y hay quien lo equipara con Ulysses, de Joyce, y Rayuela, de Cort¨¢zar. No es f¨¢cil explicar la complejidad de un libro, explica Eric Beaumatin, promotor de la Asociaci¨®n Georges Perec, por el que, entre otras cosas, pasan 1.467 personajes. De sus 700 p¨¢ginas, 100 son de planos, gu¨ªas, mapas, cronolog¨ªas y res¨²menes necesarios para la lectura.El principio b¨¢sico del libro -y aqu¨ª es necesario utilizar un lenguaje de ge¨®metra- es el de un edificio que se destapa y se ve desde arriba, como en el Gil Blas. Ese edificio se divide por 10 tanto horizontal como verticalmente.
Cada cap¨ªtulo de la obra ocupa una de las casillas as¨ª creadas, pero para el desarrollo de cada cap¨ªtulo se aplica determinada f¨®rmula arbitraria y, la mayor parte de las veces, sumamente exigente. Otra ecuaci¨®n matem¨¢tica desestabiliza a su vez el orden de los cap¨ªtulos, gobernados en otro momento por el astuto movimiento del caballo sobre el ajedrez, con la dificultad -que Perec tard¨® en comprender-, de que no hay 64 casillas sino 100, detalle capaz de cambiar el universo. ?stas son apenas algunas de las muchas leyes de esta historia de la nada.
Bartlebooth el rico
Porque la mayor de esta org¨ªa de peque?as historias, maestras muchas de ellas, es la de Bartlebooth, un millonario que no sabe qu¨¦ hacer con su dinero. Emplea, pues, 10 a?os en aprender a pintar acuarelas, y otros 10 en pintar 500 marinas, en otros tantos puertos, que env¨ªa a Par¨ªs para que un artesano construya con ellas rompecabezas.Compone despu¨¦s los rompecabezas, usa una f¨®rmula para retransformarlos en acuarelas y disuelve ¨¦stas para recobrar el papel blanco. Un gigantesco esfuerzo in¨²til... y parece ser que subversivo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.