Enrique Crespo, cirujano taurino, la magia de la inmediatez en una enfermer¨ªa
Ha sido uno de los rostros protagonistas del pasado San Isidro, apasionado y singular
Hijo, nieto, biznieto, primo y sobrino de m¨¦dicos taurinos, el destino de Enrique Crespo (Zamora, 1957) no pod¨ªa ser otro que cirujano de plazas de toros; comparte su consulta de traumatolog¨ªa en una cl¨ªnica madrile?a con la enfermer¨ªa de un coso o de un festejo popular, donde le atrapa la melancol¨ªa ante un h¨¦roe ca¨ªdo o un mozo cosido a cornadas, y se siente ¨²til cuando un hombre que parec¨ªa que hab¨ªa alcanzado el umbral del otro mundo vuelve a la vida.
Pero este m¨¦dico vitalista, apasionado, locuaz, enamorado, sin duda, de su profesi¨®n, que gesticula para enfatizar sus argumentos, es un caso singular. Ni quer¨ªa ser m¨¦dico ni le gustaban los toros. A¨²n recuerda cuando, con nueve a?os, su padre, prestigioso cirujano, lo introdujo en un quir¨®fano y el ni?o cay¨® desplomado.
¡°Yo estudi¨¦ medicina por tradici¨®n familiar; la vocaci¨®n lleg¨® despu¨¦s¡±, cuenta Enrique Crespo; ¡°tampoco me gustaban los toros, y adquir¨ª la afici¨®n acompa?ando a mi padre a las plazas¡±.
Qui¨¦n lo dir¨ªa escuch¨¢ndole c¨®mo describe emocionado su amor al toro, la vida en una enfermer¨ªa, la trayectoria de un pit¨®n o el sufrimiento que le produce la presencia de un herido.
Crespo es el cirujano jefe de un equipo multidisciplinar que lleva muchos a?os curando cornadas en las plazas de Zamora, Huesca, Aranjuez, Colmenar y Alcal¨¢ de Henares, entre otras, y festejos en las calles de numerosas localidades. En total, cubre unos 120 espect¨¢culos en una temporada normal.
¡°Mi mayor satisfacci¨®n como m¨¦dico la he alcanzado en una plaza de toros¡±
?ste m¨¦dico ha sido uno de los rostros protagonistas de la pasada Feria de San Isidro, celebrada en Vistalegre, con motivo de las graves cogidas sufridas por tres toreros: el novillero Manuel Perera, al que un novillo sac¨® literalmente las triplas, el subalterno Juan Jos¨¦ Dom¨ªnguez, que sufri¨® varias heridas muy serias en el pecho, y el matador Pablo Aguado, herido en un muslo. Y los tres han reaparecido en los ruedos mucho antes de lo que preve¨ªan los m¨¦dicos.
¡°La gente cree que hacemos milagros, que somos magos, o ¨¢ngeles, como nos llaman los toreros, y no es verdad. El ¨¦xito de la cirug¨ªa taurina reside en su inmediatez¡±, explica el cirujano. ¡°Al torero hay que operarlo cuanto antes y hacerlo bien, porque, de lo contrario, las complicaciones pueden ser muy graves¡±.
¡°Pero los toreros tienen una condici¨®n especial que no es habitual en los dem¨¢s pacientes¡±, contin¨²a Crespo, ¡°y son las ganas de curarse, una determinada capacidad mental para sobreponerse a la adversidad y demostrar al toro que no ha podido con ¨¦l¡±.
El cirujano se detiene en el caso del novillero Manuel Perera.
¡°Desde que sucedi¨® la cogida, no hab¨ªan transcurrido m¨¢s de diez minutos y ya est¨¢bamos abri¨¦ndole la barriga. El chaval lo pas¨® muy mal los primeros d¨ªas, moralmente abatido, con molestias intestinales, hasta que vio a sus compa?eros y se anim¨®. Le dije a su apoderado, el maestro Padilla, que deber¨ªa estar ocho d¨ªas en la cl¨ªnica, tres semanas m¨¢s de reposo para que las heridas cicatrizaran, y otras tres para probarse delante de un toro. Y resulta que ha reaparecido el pasado d¨ªa 12, antes de que se cumpliera un mes del percance¡±.
La dram¨¢tica cogida de Juan Jos¨¦ Dom¨ªnguez, el 19 de mayo, fue m¨¢s preocupante. ¡°Pudo morir en el ruedo¡±, dice el m¨¦dico, quien muestra un video que le acaba de enviar el torero en el que da su primera carrera, y se le oye decir: ¡°Doctor, yo no s¨¦ si es usted o esto es un milagro, pero no puedo explicar lo bien que me siento¡±.
Relata el cirujano que Dom¨ªnguez salv¨® la vida en tres ocasiones: las tres trayectorias del pit¨®n del toro, hacia la axila, la clav¨ªcula y el cuello, que no llegaron a tocar ¨®rganos vitales. ¡°De no ser as¨ª, no llega vivo a la enfermer¨ªa¡±, concluye.
¡°Le dije que no perder¨ªa la temporada, y que yo aventuraba que para agosto podr¨ªa torear, y me acaba de decir que pretende reaparecer el d¨ªa 26 de junio en Zamora¡¡±
Pregunta. ?C¨®mo son los toreros por dentro?
Respuesta. ¡°F¨ªsicamente, son como nosotros, con los mismos m¨²sculos, nervios y arterias que los dem¨¢s, pero, sicol¨®gicamente, son unos superdotados, unos privilegiados. Llegar a ser figura del toreo es lo m¨¢s dif¨ªcil que existe en este mundo y est¨¢ al alcance de muy pocos¡±.
¡°La cornada es la herida m¨¢s traicionera, mentirosa y sucia que existe¡±
Enrique Crespo hace hincapi¨¦ en las claves de un equipo m¨¦dico taurino: una alta cualificaci¨®n profesional de todos sus miembros, vocaci¨®n sanitaria (ganas de curar), y respeto por el que se pone delante del toro.
¡°En mi equipo hay profesionales que no son aficionados¡±, aclara, ¡°y acuden a la plaza por la satisfacci¨®n personal de salvar una vida y sentirse ¨²til como m¨¦dico o enfermero. D¨¦jeme que le haga una confidencia: mi mayor satisfacci¨®n como cirujano la he alcanzado en una plaza de toros. Aqu¨ª, en la cl¨ªnica, no soy consciente de que haya salvado la vida a nadie¡±.
P. ?Se pasa mal en un quir¨®fano?
R. Por supuesto. Profeso tanta admiraci¨®n a los toreros que me embarga una sensaci¨®n de tristeza y pesadumbre cuando los veo heridos. Se pasa mal porque, a veces, piensas que la persona se puede morir. El equipo acude anualmente al Carnaval de Ciudad Rodrigo, y en la ¨²ltima d¨¦cada hemos llamado cuatro veces a un cura para que administrara la extremaunci¨®n a alg¨²n herido mientras oper¨¢bamos. Y la tensi¨®n permanece hasta que no averiguas el alcance de la cornada; en el caso de Perera, por ejemplo, no nos quedamos tranquilos hasta que abrimos, exploramos toda la cavidad abdominal y comprobamos que no hab¨ªa lesiones¡±.
P. ?Cu¨¢nto cobra un equipo m¨¦dico en una plaza de primera?
R. ¡°Esa misma pregunta me la hizo Morante hace un par de meses, y le contest¨¦: entre 750 y 900 euros. ¡®?Para cada uno?¡¯, insisti¨®. No, para todos¡±.
El grupo habitual que dirige Enrique Crespo lo forman entre 8 y 11 personas, que son las que han acudido cada tarde a la plaza de Vistalegre.
¡°En Vistalegre no hemos cobrado varios miembros del equipo, y a m¨ª, personalmente, la feria me ha costado 110 euros, el precio del parking durante los once d¨ªas de toros¡±.
¡°Nos dedicamos a esto por vocaci¨®n y por ser ¨²tiles, y no por dinero¡±, asiente.
El cirujano se hace acompa?ar en la enfermer¨ªa por residentes y estudiantes de Medicina, convencido de que esta especialidad, no reconocida en los planes de estudio, se aprende en las plazas de toros.
¡°La cirug¨ªa taurina es una gran desconocida¡±, explica, ¡°y, todav¨ªa, en grandes hospitales hay quien sigue operando como hace muchos a?os¡±.
¡°Porque la cornada es la herida m¨¢s traicionera que existe en nuestro entorno¡±, contin¨²a Crespo; ¡°hay zonas que crees que est¨¢n limpias, pero se pueden infectar; es, adem¨¢s, mentirosa, porque ves el agujero y no te puedes fiar de lo que hay dentro, y sucia, porque, aunque la laves bien, no puedes quitar todos los g¨¦rmenes¡±.
¡°En el caso de una pu?alada o un tiro sabes por d¨®nde va la trayectoria; en la cornada participan dos seres vivos: el toro, que quiere matar, y el torero, que se quiere zafar, y un pitonazo puede provocar tres heridas¡±.
Enrique Crespo no quiere terminar sin tener un recuerdo especial para dos compa?eros: Ram¨®n Vila, cirujano jefe de La Maestranza durante 32 a?os, a quien se sinti¨® muy unido. ¡°Su muerte fue una de las peores experiencias de mi vida¡±, comenta; y M¨¢ximo Garc¨ªa Padr¨®s, responsable de la enfermer¨ªa de Las Ventas. ¡°Hay que besar por donde pisa don M¨¢ximo¡¡±
Cuesta creer, finalmente, que Enrique Crespo no quisiera ser m¨¦dico.
¡°Lo que yo quer¨ªa es ser arquitecto, como mi abuelo materno, pero comprob¨¦ que era muy dif¨ªcil y lo dej¨¦¡±, termina.
P. Por cierto, doctor. ?Tiene alg¨²n descendiente que contin¨²e la tradici¨®n familiar?
R. ¡°Solo tengo una hija, y es sic¨®loga. La vida ha venido as¨ª¡¡±
?Mecachis¡!
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