Muere C¨¦sar de Vicente Hernando, te¨®rico de la literatura y figura fundamental del teatro pol¨ªtico en Espa?a
Director de escena, profesor de la Universidad de Almer¨ªa, falleci¨® el 21 de enero a los 58 a?os
La literatura es un hecho social, es decir, las decisiones est¨¦ticas responden a las estructuras sociales y, en ¨²ltima instancia, a las tensiones ideol¨®gicas. Esta afirmaci¨®n, que por una parte podr¨ªa resultar de sentido com¨²n, sigue provocando las resistencias m¨¢s enconadas dentro del mundo literario y art¨ªstico. Es de entender: aceptarla supone mermar radicalmente la potencia de t¨®picos nodulares para la pretensi¨®n de autonom¨ªa de los creadores como son los del genio o la sensibilidad creadora. C¨¦sar de Vicente Hernando (Madrid, 1964) ¡ªfallecido demasiado pronta e inesperadamente, el pasado 21 de enero, a los 58 a?os¡ª dedic¨® toda una vida de esfuerzo sistem¨¢tico a defender y poner en pr¨¢ctica intelectualmente las consecuencias de considerar que el hecho literario no est¨¢ al margen de los dem¨¢s hechos sociales. A salvo de las miserias te¨®ricas de los intelectuales org¨¢nicos, la suya fue una militancia pol¨ªtica que le llev¨® a publicar una docena de libros, editar otra tanta de cl¨¢sicos de la literatura y la dramaturgia, dirigir docenas de obras de teatro y dinamizar infinidad de discusiones (provocando no pocas de ellas) que interpelaban a la responsabilidad pol¨ªtica que el campo literario constantemente evade.
Su labor fue ingente. En 1985 fund¨® la Unidad de Teatro Alcores y 10 a?os despu¨¦s el grupo de teatro Konkret (ambos todav¨ªa en activo); posteriormente fue investigador de la Asociaci¨®n de Directores de Escena y abri¨® la sala Youkali, entre otros proyectos de escena. Era miembro del comit¨¦ editorial del excepcional Centro de Documentaci¨®n Cr¨ªtica y editor de diversos proyectos para los que recuper¨® textos de historia pol¨ªtica que iban desde obras literarias de Jos¨¦ D¨ªaz, Anselmo Lorenzo o Jes¨²s L¨®pez Pacheco, hasta textos de teor¨ªa del teatro de Piscator, Blitzstein o Peter Weiss pasando por Marcuse o G¨¹nther Anders, entre much¨ªsimos otros. Al mismo Anders le dedic¨® una monograf¨ªa fundamental (G¨¹nther Anders. Fragmentos de mundo). Tambi¨¦n escribi¨® y coordin¨® monograf¨ªas de referencia sobre Weiss, Alfonso Sastre, Luis Advis o Rosa Arciniega¡ tambi¨¦n entre otras muchas.
Como productor de teor¨ªa es imposible dejar de citar sus dos monograf¨ªas sobre teatro pol¨ªtico, publicadas en el citado Centro de Documentaci¨®n Cr¨ªtica: La escena constituyente. Teor¨ªa y pr¨¢ctica del teatro pol¨ªtico (2013) y La dramaturgia pol¨ªtica. Po¨¦ticas del teatro pol¨ªtico (2018). Con motivo del centenario de la tan olvidada Revoluci¨®n alemana (¡°mi revoluci¨®n¡±, sol¨ªa decir), public¨® un sucinto y ¨²til libro de s¨ªntesis: La revoluci¨®n de 1918-1919. Alemania y el socialismo radical. Ten¨ªa proyectado y muy avanzado un tit¨¢nico ensayo sobre la formaci¨®n hist¨®rica de la clase media y hab¨ªa finalizado una Teor¨ªa social de la literatura, que, retomando algunas de las conclusiones de su tesis doctoral (Juan Goytisolo en su historia. La literatura como ideolog¨ªa, dirigida por Julio Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas y presentada en la Universidad Aut¨®noma de Madrid en 2004), buscaba entender el ¡°cambio literario¡± desde par¨¢metros que excluyeran la ¡°sensibilidad autorial¡± y que incidieran m¨¢s bien en cambios ideol¨®gicos, cambios que la sensibilidad, con nocivos resultados, se limitaba a maquillar sin ser capaz de explicar. El resto de proyectos e infinidad de ideas que, seguro, ten¨ªa en proceso o en mente no podemos m¨¢s que imaginarlos y lamentar que hayan quedado truncados: su capacidad de trabajo traspasaba lo saludable.
Se?alar lo falso y vac¨ªo del capricho del autor, de su condici¨®n de diletante, el mero gusto, del arte por el arte, mirar qu¨¦ hay detr¨¢s de la supuesta libertad del artista y cu¨¢les son las sospechosas ideolog¨ªas que la justifican, fue su motor; y tuvo enormes costes en su vida. Le cost¨® no solo notoriedad (que siempre rechaz¨®, pese a pertenecerle por capacidad y m¨¦rito intelectual), sino incluso sobrellevar una precariedad econ¨®mica que mantuvo durante pr¨¢cticamente toda su vida y que llevaba sin peso alguno aparente, incluso con cierto orgullo. Solo hace un par de a?os encontr¨® una plaza como profesor en la Universidad de Almer¨ªa, es decir, una fuente de sustento estable a la par que la posibilidad de volcarse en la ense?anza, otro de sus campos de batalla fundamentales.
C¨¦sar era un liante, flexible pero testarudo, racionalmente intransigente, met¨®dico, pol¨¦mico, severo y cari?oso, trabajador como pocos, insobornable como solo ¨¦l, nadaba sin guardar la ropa y no esquivaba los golpes, era fiel a cualquier nivel en el que esa palabra pueda funcionar y tan generoso intelectual y personalmente que su fallecimiento no se puede encajar m¨¢s que con una sensaci¨®n de vac¨ªo y p¨¦rdida que quedar¨¢ enquistada en todos los que le conocimos, quisimos y trabajamos con ¨¦l.
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