Sorpresa en la lexicograf¨ªa: el diccionario de 1780 tuvo dos versiones
Una reimpresi¨®n corregida, de 1781, se desconoc¨ªa hasta ahora. La ha descubierto el profesor David Prieto Garc¨ªa-Seco
El primer diccionario de la Real Academia se public¨® en seis tomos entre 1726 y 1739, y en cada una de sus entradas (es decir, en cada palabra recogida y definida) figuraba alguna cita que atestiguaba el uso previo del t¨¦rmino, a menudo en obras de grandes autores. Por eso ha sido llamado Diccionario de autoridades. Ahora bien, aquella joya de la lexicograf¨ªa era inc¨®moda y cara. De ah¨ª que la Academia resolviera publicar a?os despu¨¦s una edici¨®n desprovista del aparato de citas y m¨¢s sencilla, que vio la luz en 1780: el Diccionario de la lengua castellana reducido a un tomo para su m¨¢s f¨¢cil uso. En realidad, fue el primer diccionario acad¨¦mico tal como lo conocemos hoy, y alcanz¨® una tirada de 3.000 ejemplares. La siguiente edici¨®n, la segunda, vio la luz en 1783; pero David Prieto Garc¨ªa-Seco (Madrid, 45 a?os), profesor de Lengua Espa?ola en la Universidad de Murcia, ha descubierto que entre ambas se hab¨ªa editado una reimpresi¨®n corregida, publicada en 1781, que durante dos siglos y medio nunca ha sido detectada por el radar de los lexic¨®grafos. Con ello revela un secreto y a?ade una inc¨®gnita: ?por qu¨¦ algunas de sus evidentes mejoras no se mantuvieron despu¨¦s?
La reimpresi¨®n de 1781 (aunque con fecha de 1780 en la portada) arregla erratas, a?ade o suprime numerosas comas, retoca graf¨ªas, cambia tildes y elimina algunos desajustes tipogr¨¢ficos (por ejemplo, la virgulilla de la ? en ¡°Real Academia Espa?ola¡± estaba un poco desplazada en la portada de la primera impresi¨®n).
¡°Pasq¨¹a¡± se queda en ¡°Pasqua¡±, y ¡°obliq¨¹amente¡± pierde tambi¨¦n la di¨¦resis. Pero ¡°q¨¹estion¡± (en su significado de ¡®ri?a¡¯) la gana. (La ortograf¨ªa de entonces no estaba tan asentada como la de hoy). ¡°Quexarse¡± altera la ya anticuada equis y se transforma en ¡°quejarse¡±; ¡°orizontalmente¡±, t¨¦rmino que aparece as¨ª, mal escrito, en la entrada ¡°cabria¡± (¡®cilindro¡¯), se viste con la hache que le faltaba. A su vez, ¡°liquor¡± pasa a ser ¡°licor¡± (en una definici¨®n de la entrada ¡°dar¡±: ¡°ba?ar alguna cosa con alg¨²n licor¡±).
¡°Boquirrubio¡± (¡®que es f¨¢cil de enga?ar¡¯) pierde su erre doble y se queda en ¡°boquirubio¡±, a continuaci¨®n de ¡°boquirasgado¡± (esta representaci¨®n de la erre fuerte no era extra?a entonces, y aguantar¨¢ de ese modo hasta 1869; pero se cambiar¨¢n ambas en 1884); el vocablo ¡°baybel¡± pasa a escribirse con uve: ¡°bayvel¡± (¡®instrumento de los canteros¡¯, hoy ¡°baivel¡±), y ¡°churris¡± se corrige en ¡°churrus¡± (¡®tejidos con poco oro¡¯, o sea, un churro de tejidos).
Tambi¨¦n se reordenan vocablos que se hab¨ªan saltado brevemente el orden alfab¨¦tico, y se retocan definiciones: ¡°brincar¡± no es ya ¡°saltar por encima de otros¡± sino ¡°de otro¡±.
La reimpresi¨®n hallada incorpora adem¨¢s una portadilla que se mantendr¨¢ en los diccionarios de 1783, 1791 y 1803.
Ahora bien, los acad¨¦micos no completaron la revisi¨®n, sino que solamente llegaron hasta la p¨¢gina 320, de un total de 955. A partir de esa hoja, el diccionario sigui¨® como estaba.
Esta investigaci¨®n, emprendida por Prieto en enero de 2021, aparece ahora detallada en las 123 p¨¢ginas de su libro Un eslab¨®n recuperado de la lexicograf¨ªa espa?ola (Visor Ling¨¹¨ªstica), que el autor dedica a Manuel Seco, lexic¨®grafo y acad¨¦mico fallecido el pasado 16 de diciembre. La obra ha sido prologada por el acad¨¦mico Pedro ?lvarez de Miranda, director de la tesis doctoral de David Prieto, dedicada al l¨¦xico de Tirso de Molina.
Saber lo que se vende o desconocerlo
El profesor Prieto, especialista en historia del l¨¦xico y de la lexicograf¨ªa, cuenta por tel¨¦fono desde su universidad que tiene en casa dos ejemplares del diccionario de 1780. El primero se lo compr¨® a un particular en 2020 a trav¨¦s de Walapop, y pag¨® 1.200 euros (tras una posici¨®n de salida de 1.500). El segundo lo consigui¨® en 2021 despu¨¦s de verlo a buen precio en el portal Todocolecci¨®n: 70 euros. (Es la diferencia entre saber lo que se vende y desconocerlo).
Tiempo m¨¢s tarde, cuando estaba usando para uno de sus trabajos la edici¨®n supuestamente id¨¦ntica disponible en el portal de la Academia (m¨¢s manejable para las b¨²squedas), Prieto se dio cuenta de que la palabra ¡°cabrerya¡± de uno de sus ejemplares (la y griega en este caso con valor voc¨¢lico) se plasmaba como ¡°cabrer¨ªa¡± en el digital (lo que, por otro lado, ten¨ªa m¨¢s sentido y no deber¨ªa haberse cambiado en la reimpresi¨®n).
A partir de ah¨ª, empez¨® a cotejar y descubri¨® que el libro que sosten¨ªa en su mano, el que le hab¨ªa costado 1.200 euros, era una reimpresi¨®n desconocida; y que el otro, el de los 70 euros, se correspond¨ªa con la primera y hasta ese momento ¨²nica tirada de la que se ten¨ªa noticia, y tambi¨¦n con la versi¨®n digital. ?Cu¨¢nto valdr¨¢ ahora la reimpresi¨®n, una vez sabido su descubrimiento? David Prieto responde por tel¨¦fono: ¡°Desde luego, yo no lo vender¨ªa por el precio que pagu¨¦¡±.
Esa segunda tirada alcanz¨® los 4.000 ejemplares seg¨²n se deduce de las actas de la Academia consultadas luego por Prieto, quien sigui¨® adem¨¢s la pista de la reimpresi¨®n.
?Y por qu¨¦ la ocult¨® la Academia de entonces? El profesor contesta: ¡°No, no puede considerarse que la Academia la ocultara. Aunque hab¨ªa visto la luz en los primeros meses de marzo de 1781 y se trataba de una emisi¨®n distinta de la primera impresi¨®n, en la portada se mantuvo el a?o 1780. Como enseguida se public¨® la segunda edici¨®n, en 1783, lo que qued¨® para la Academia fue la idea de que exist¨ªa una ¨²nica versi¨®n de la primera edici¨®n del Diccionario, cuando en realidad hubo una reimpresi¨®n mejorada¡±.
A esa desaparici¨®n en la historia contribuir¨ªan luego tres circunstancias: el hecho de que los siete ejemplares de ese diccionario guardados en la Real Academia correspondan a la primera tirada; que se publicara a partir de uno de ellos la edici¨®n facsimilar de 1991, y, m¨¢s recientemente, que el acceso digital a trav¨¦s de la ciberp¨¢gina de la Academia, desde 2001, conduzca tambi¨¦n a la versi¨®n originaria y no a la segunda.
Adem¨¢s, los cat¨¢logos bibliogr¨¢ficos especializados en el siglo XVIII solamente dan cuenta de la primera impresi¨®n, igual que las fichas de bibliotecas y archivos espa?oles y extranjeros que poseen ejemplares de la publicada en 1780. Por si fuera poco, los impresores pusieron buen cuidado en que el n¨²mero de p¨¢ginas fuera el mismo (953 en ambas, si bien sumaban en realidad 955 porque la numeraci¨®n de dos de ellas est¨¢ repetida en las dos versiones).
Ahora bien, la mirada retrospectiva a esos cat¨¢logos, una vez conocida la versi¨®n oculta, permite hallar algunos datos para bibli¨®filos que dejan deducir que ciertas bibliotecas y archivos conservan ejemplares de la nueva versi¨®n. Por ejemplo, la existencia de la anteportada en la reimpresi¨®n o la posici¨®n que ocupa la ¡°fe de erratas¡±: al principio en la versi¨®n conocida hasta hoy, y tras el diccionario en la reimpresi¨®n hallada. Con esos datos, David Prieto ha comprobado que algunos ejemplares de esta reimpresi¨®n hasta ahora desconocida como tal se hallan en la Biblioteca P¨²blica de Nueva York, en la Biblioteca Municipal de Lyon, en la Residencia de Estudiantes de Madrid o en la Biblioteca Central de la Universidad de Navarra.
Sin embargo, a¨²n falta algo por saber: qu¨¦ raz¨®n hubo para que algunas de las correcciones de 1781 que mejoraban claramente obra de 1780 no se mantuvieran en la siguiente edici¨®n, la de 1783 (sobrevivi¨® el 70%). Por ejemplo, el ¡°absorver¡± de Autoridades y de 1780 se corrigi¨® en ¡°absorber¡± para la reimpresi¨®n. Pero en la siguiente edici¨®n regresar¨ªa con la uve contraria a la etimolog¨ªa de la palabra. Y eso no se modificar¨¢¡ ?hasta 1832! (pasando de largo por las ediciones de 1791, 1803, 1817 y 1822). Toda buena investigaci¨®n provoca nuevas preguntas, y ¨¦sta queda pendiente; pero al menos quienes hayan cometido ahora esa falta podr¨¢n alegar que tambi¨¦n incurrieron en ella, y reiteradamente, los acad¨¦micos de hace dos siglos.
Babelia
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