El teatro como invento de Satan¨¢s: regresa a la Biblioteca Nacional un manuscrito del siglo XVI encontrado en el Reino Unido
El catedr¨¢tico em¨¦rito de Estudios Hisp¨¢nicos del University College London, Angel Mar¨ªa Garc¨ªa, entrega al Instituto Cervantes el texto ¡®Abusos de Comedias y Tragedias¡¯, el primer tratado completo sobre el uso y disfrute del teatro durante el Siglo de Oro espa?ol
Hace casi medio milenio, alguien que probablemente fuera un cl¨¦rigo ten¨ªa una obsesi¨®n casi perversa con la moda del teatro en Espa?a, ¡°peste espiritual para las ¨¢nimas¡±, y se dispuso a escribir un tratado completo que aclarara qu¨¦ deb¨ªa representarse, qui¨¦n pod¨ªa hacerlo, d¨®nde y a qu¨¦ hora. Abusos de Comedias y Tragedias desapareci¨® misteriosamente de los anaqueles de la Biblioteca Nacional a finales del siglo XIX, en una ¨¦poca en la que el expolio cultural se produc¨ªa de un modo descontrolado. Solo una tarea digna de Sherlock Holmes pudo rescatar del olvido fragmentos que ayudan a entender mejor la historia de un pa¨ªs. En este caso, el detective se llamaba Angel Mar¨ªa Garc¨ªa G¨®mez, catedr¨¢tico em¨¦rito de Estudios Hisp¨¢nicos y Latinoamericanos del University College London. Cordob¨¦s, de 90 a?os, ha pasado la mitad de su vida en el Reino Unido. Su obra acad¨¦mica es prolija. Ya en 1988 recibi¨® la distinci¨®n de Caballero Comendador de la Orden de Isabel la Cat¨®lica, por su contribuci¨®n al desarrollo de los estudios hisp¨¢nicos.
Los ingleses llaman serendipity (serendipia, en castellano, aunque sea raro escuchar esa palabra) a ese hallazgo afortunado que surge por casualidad. Nunca nada es por casualidad, sin embargo. El profesor universitario que en 1983 ojeaba el cat¨¢logo del anticuario Richard Hatchwell, propietario de una peque?a tienda en Little Somerford, un pueblito del condado de Wiltshire, intuy¨® que hab¨ªa dado con algo muy relevante. ¡°Escrib¨ª una carta a Hatchwell, en la que le expuse mi presentimiento. Le dije que enviar¨ªa un cheque por el precio solicitado a cambio del manuscrito. Si resultaba ser lo que yo pensaba, me lo quedar¨ªa. Si no era as¨ª, se lo devolver¨ªa y ¨¦l proceder¨ªa a romper el cheque¡±, explica el profesor Garc¨ªa en su casa del barrio londinense de Southgate. ¡°Su respuesta fue muy inglesa: yo se lo env¨ªo, no me hace falta ning¨²n cheque. Si es lo que busca, llegamos a un acuerdo, me dijo¡±, recuerda.
C¨®mo lleg¨® hasta all¨ª es complicado de averiguar, o trazar el rastro, pero Garc¨ªa cree que el exilio de los liberales espa?oles en Londres, en el siglo XIX, tuvo algo que ver. Ante la idea de abandonar el pa¨ªs con una mano delante y otra detr¨¢s, resultaba muy tentador llevarse alguna pieza cultural cuyo valor -monetario, sobre todo- pudiera ser apreciado en el exterior.
Aquel manuscrito, escrito en letra bastardilla cancilleresca, 24 p¨¢ginas en 12 folios en perfecto estado de conservaci¨®n, descansa desde hace semanas en la caja fuerte del Instituto Cervantes de Londres. El director de la instituci¨®n cultural, Luis Garc¨ªa Montero, lo recibir¨¢ este jueves simb¨®licamente de manos de su due?o para devolverlo al lugar de donde sali¨®, la Biblioteca Nacional. Cuando en 1904 el bibli¨®grafo e historiador literario Emilio Cotarelo se refiri¨® al tratado, por su conocimiento indirecto a trav¨¦s del bibliotecario Casiano Pellicer, ese manuscrito ¡°precioso¡± hab¨ªa desaparecido por completo. El texto era el primer intento de poner orden y reglas al fen¨®meno del teatro, y entrar as¨ª de lleno en el debate imperante en la ¨¦poca sobre la licitud moral de esa nueva forma de entretenimiento. ¡°Lo que produce miedo es el teatro p¨²blico, porque ya no se trataba de un asunto de minor¨ªas, o de compa?¨ªas italianas que pudieran hacer su representaci¨®n aqu¨ª o all¨¢... Era la ¨¦poca en la que el teatro se hab¨ªa convertido ya en el gran espect¨¢culo p¨²blico en muchas ciudades espa?olas¡±, se?ala el profesor Garc¨ªa.
Durante a?os pudo estudiar con detalle el manuscrito y publicar sus hallazgos en revistas especializadas. ¡°El autor fue probablemente un cl¨¦rigo, y aunque su texto no aporta una bibliograf¨ªa directa, yo he ido comprobando todas las referencias cl¨¢sicas o religiosas que hace y se trata de alguien extremadamente educado¡±, se?ala. Educado, y obsesionado por los miedos, prejuicios y creencias de una ¨¦poca. Ante la opci¨®n defendida por algunos -y que fue la respuesta del teatro ingl¨¦s de la ¨¦poca- de que fueran actores varones los que representaran los papeles femeninos, el autor del tratado propone que desaparezcan de escena todas las obras que incluyan en su reparto a una mujer, por ¡°el peligro que ay en ver y o¨ªr muger agena, especialmente compuesta con cuidado y hablando razones muy studiadas en boz blanda y suabe como pasa en las representaciones¡± (sic). ¡°Curiosamente, a pesar de su empe?o en que desaparezcan las mujeres del escenario, admite que tambi¨¦n ellas tengan inter¨¦s por esta nueva forma de expresi¨®n y quieran ser parte del p¨²blico, y da en el tratado instrucciones concretas para separar la entrada y disposici¨®n del p¨²blico masculino y femenino. Es, al final, un modo de anticipar c¨®mo va a ser la estructura posterior de los principales teatros¡±, explica con picard¨ªa el catedr¨¢tico.
Espa?a es un pa¨ªs que a veces no es capaz de apreciarse en toda la riqueza de su historia, dice Garc¨ªa; que se critica a s¨ª mismo excesivamente, aunque no tolera que lo hagan otros; y que a veces tiene dificultad en reconocer el m¨¦rito de los suyos. ¡°Hace a?os, de visita a C¨®rdoba, a bordo de un tren, o¨ª a unas chicas que hablaban de m¨ª y dec¨ªan ¡®ese que dicen que es catedr¨¢tico...¡¯. Siempre me ha sorprendido esa expresi¨®n tan espa?ola¡±, afirma, m¨¢s con asombro que con lamento.
El catedr¨¢tico comunic¨® a la Biblioteca Nacional su hallazgo en cuanto tuvo el manuscrito en sus manos, y ha sido en unos a?os, despu¨¦s de estudiarlo, transcribirlo y resaltar todo su valor hist¨®rico, cuando Garc¨ªa ha decido devolverlo, sin pedir nada a cambio. Ni siquiera recuerda cu¨¢nto pag¨® ¨¦l al anticuario Hatchwell el d¨ªa en que un presentimiento le indic¨® que hab¨ªa dado con un tesoro.
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