Muere a los 63 a?os Fernando Mar¨ªas, el escritor que muri¨® mil veces
El novelista bilba¨ªno, ganador del premio Nadal de 2001 por ¡®El ni?o de los coroneles¡¯, fue capaz de reinventarse una y otra vez en todos los planos humanos y culturales
Ha muerto Fernando Mar¨ªas, un hombre profundamente culto, generoso, capaz de reinventarse una y otra vez en todos los planos humanos y culturales y, probablemente, el bilba¨ªno m¨¢s alegre, universal, desprendido y creativo que hayamos podido conocer. El escritor nacido hace 63 a?os fue autor de (al menos) dos novelas memorables, imprescindibles para quien quiera aprender de la lectura y no solo entretenerse. Una fue La luz prodigiosa (1992), sorprendente ficci¨®n en torno a un Lorca que habr¨ªa sobrevivido a los captores y que lucha por abrirse paso en territorio hostil. Hoy se han hecho comunes esas r¨¢fagas de reinterpretaci¨®n de la vida de autores como el grandioso Hamnet, de la mano de Maggie O¡¯Farrell (Libros del Asteroide) o el reci¨¦n publicado Melvill, de Rodrigo Fres¨¢n (Literatura Random House). Pero aquella novelita de Mar¨ªas fue todo un anticipo, y bell¨ªsimo, de esa libertad de reinvenci¨®n que supo captar en el drama nacional que encarn¨® el poeta granadino y que sigue agitando nuestro problema con la memoria.
Y esa capacidad para la reinvenci¨®n es la que marc¨® su vida desde los abismos del alcohol hasta su curaci¨®n total y que reflej¨® en su segunda (al menos) novela memorable, El mundo se acaba todos los d¨ªas (2005), un desnudo integral, una inmersi¨®n honesta, escandalosa, en las pulsiones suicidas de la adicci¨®n capaces de arrastrar a quien m¨¢s quieres y en los fr¨¢giles asideros en que puede sustentarse la salvaci¨®n.
Hubo salvaci¨®n para Mar¨ªas, pues dej¨® atr¨¢s el alcohol, aunque nunca la conciencia de lo quebradiza que es la voluntad, pues fue un militante constante del agua y hasta la cerveza 0,0 era anatema para ¨¦l. Adem¨¢s, gan¨® premios como el Primavera con Todo el amor y casi toda la muerte, el Nadal con El ni?o de los coroneles o el Biblioteca Breve con La isla del padre.
Le conoc¨ª en la ¨²ltima Semana Negra de Gij¨®n que flet¨® un tren propio, una antigualla que fue serpenteando desde Madrid hasta el norte con lentitud, sin un triste bocadillo, con paradas obligadas ante los cortes que los mineros de Le¨®n y Asturias protagonizaban esos d¨ªas por alguna buena causa, y todos los que lo vivimos recordamos haber llegado con un agujero en el est¨®mago, pero amigos nuevos y divertidos. Su nombre estar¨¢ para muchos ligado para siempre a una Semana Negra (de Gij¨®n) que ¡ªcon tren o sin tren propio¡ª reuni¨® siempre a personas de calidad, como ¨¦l. Elegante, genial conversador y, sobre todo, due?o de un humor agudo e inteligente, Mar¨ªas era lo que se ve¨ªa: una de esas personas capaces de mantener el tipo sobre el escenario o en la hambruna de ese tren con tantas paradas como las de una pel¨ªcula del Oeste.
Feminista de facto, visionario en tantas cosas, alegre, gracioso, nunca rehuy¨® su desnudez literaria, la crudeza, el da?o, ni maquill¨® nada
Y ese fue precisamente otro de sus territorios de pasi¨®n: el cine. Lo estudi¨® al llegar a Madrid en 1975 y lo ejerci¨® largamente como guionista, entre otras de su propia La luz prodigiosa, que fue llevada al cine en 2002 bajo direcci¨®n de Miguel Hermoso y que fue nominada a Mejor Guion Adaptado en los Goya.
Pero todo era poco para su af¨¢n de experimentar y reinventarse y, en los ¨²ltimos a?os, salt¨® al teatro con sus propios mon¨®logos y proyectos compartidos, especialmente con Espido Freire. Su obra Esta noche morir¨¦ es otra de esas tramas redondas que logr¨® sorprenderme cada vez que la vi, fuera entre buenos amigos en el festival Granada Noir o en un teatro de Lavapi¨¦s, donde la estren¨® ya en circuitos profesionales y con ¨¦l morimos y resucitamos mil veces. Sin miedo y sin tapujos compareci¨® ante el p¨²blico como si llevara actuando toda la vida. Y le encantaba.
La edici¨®n y la gesti¨®n cultural fueron otra de sus versiones, tambi¨¦n plena de calidad. Eligi¨®, elabor¨® y edit¨® con meticulosidad H Negra (Alrev¨¦s), un conjunto de relatos escritos por 22 mujeres e ilustrados por otros tantos dibujantes que amas¨® con valent¨ªa y orgullo cuando las escritoras apenas ¨¦ramos una mesa de debate en la que agruparnos. Feminista de facto, visionario en tantas cosas, alegre, gracioso, nunca rehuy¨® su desnudez literaria, la crudeza, el da?o, ni maquill¨® nada.
Contar las oscuridades
¡°La verdadera valent¨ªa es contar las oscuridades. Con ellas llevo tiempo conviviendo, psicoanaliz¨¢ndome y no me crea ning¨²n trauma reconocer mi alcoholismo, porque ya lo super¨¦ hace mucho tiempo¡±, me dijo en 2015 tras publicar La isla del padre. ¡°Creo que m¨¢s que liberarme del pudor para hablar de mi padre me he liberado del pudor para hablar de m¨ª. Es como adentrarme en las zonas oscuras de m¨ª mismo. Yo estoy protegido por mi padre¡±.
Ese fue uno de los dos proyectos que quiso acometer en sus ¨²ltimos a?os, donde a¨²n gozaba de una salud de hierro que solo se ha torcido hace pocas semanas. El otro era sobre la muerte de su primera mujer, con la que comparti¨® el amor y el abismo del alcohol. Quer¨ªa abordar ambas muertes ¡ªla de su padre y la de su mujer¡ª y quer¨ªa hacerlo sin descanso. Dicen que Arde este libro, editado hace pocos meses por Alrev¨¦s, es su mejor libro.
Y lo escribi¨® sin saber que, despu¨¦s de esas dos muertes, llegaba la suya. De esa ¨¦l no podr¨¢ escribir. Nos toca.
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