El misterio de c¨®mo una cruz de Caravaca apareci¨® en Maryland 350 a?os despu¨¦s
Los arque¨®logos encontraron la reliquia cat¨®lica enterrada en un fuerte que perteneci¨® al primer asentamiento europeo del Estado norteamericano
Las se?ales del tr¨¢fico de la carretera 235 que lleva a St. Mary¡¯s recuerdan con insistencia su destino: el primer asentamiento europeo del Estado norteamericano de Maryland. Por el camino se suceden las pintorescas granjas con carretas tiradas por caballos de los amish, los ¡°segundos colonizadores¡±, como se les conoce por aqu¨ª. St Mary¡¯s es una localidad de un millar de habitantes fundada en 1634 por brit¨¢nicos. Su principal atracci¨®n tur¨ªstica es un sitio arqueol¨®gico entre el r¨ªo Potomac y la bah¨ªa de Chesapeake donde se han reconstruido las edificaciones del siglo XVII. El pasado marzo y tras casi un siglo de b¨²squeda, los arque¨®logos finalmente dieron con la estructura subterr¨¢nea que les faltaba para completar el mapa descrito en los documentos hist¨®ricos: una fortificaci¨®n del tama?o de un campo de f¨²tbol.
El fuerte subterr¨¢neo escond¨ªa cer¨¢micas elaboradas por nativos, ladrillos de conchas de ostras y puntas de proyectiles, entre otras cosas. Un batiburrillo de objetos que daban al fin la raz¨®n a los arque¨®logos. Y entonces, el pasado octubre encontraron una peque?a cruz de cobre con dos barras horizontales de 350 a?os de antig¨¹edad, original de Caravaca de la Cruz, al noroeste de la regi¨®n espa?ola de Murcia. Los especialistas hicieron p¨²blico el descubrimiento hace un par de semanas. A¨²n no se explican c¨®mo esa reliquia lleg¨® hasta all¨ª.
A unos metros de la fortificaci¨®n cubierta, el arque¨®logo Travis Parno, director de investigaci¨®n del yacimiento Historic St. Mary¡¯s City, comenta que su equipo no est¨¢ habituado a encontrar vestigios cat¨®licos en las colonias inglesas. La cruz, de unos cuatro cent¨ªmetros de largo, ¡°es un objeto religioso muy particular, muy espec¨ªfico¡±, dice. ¡°No es algo que hayamos encontrado aqu¨ª antes. Cuando apareci¨®, me emocion¨¦ mucho porque un objeto religioso tan peque?o como este significa que fue profundamente personal para alguien¡±. Parno est¨¢ m¨¢s acostumbrado a hallar fragmentos de edificaciones y pedazos de platos que cruces.
A comienzos de 1630, el colono ingl¨¦s George Calvert le pidi¨® al rey James I la concesi¨®n de una tierra con la intenci¨®n de crear un refugio para los cat¨®licos irlandeses e ingleses perseguidos. Su empe?o dio como resultado la proclamaci¨®n de La Ley de Tolerancia de Maryland, lo que convirti¨® al Estado en una de las dos colonias brit¨¢nicas en Am¨¦rica en la que los cat¨®licos pod¨ªan practicar su fe sin represalias. En el St. Mary¡¯s del siglo XVII convivieron con protestantes y jud¨ªos, entre otros. La libertad religiosa que gozaba la que entonces era capital de Maryland (hoy es Annapolis) hace que resulte extra?o que no se hayan encontrado m¨¢s piezas cat¨®licas. Hasta ahora solo hay registro de otra cruz de Caravaca en el Estado, de unos 300 a?os, descubierta en el asentamiento de Charles Town.
Los especialistas llevaban buscando la localizaci¨®n exacta del fuerte de St. Mary¡¯s desde 1930. El arque¨®logo y geof¨ªsico ingl¨¦s Tim Horsley, que logr¨® dar con ¨¦l gracias a la sofisticada t¨¦cnica de magnetometr¨ªa, sostiene que la cruz ¡°claramente era una posesi¨®n valiosa¡± para quien fuera que la trajera desde Inglaterra o comercializara con ella con alg¨²n nativo americano. ¡°Es algo que va a ser muy dif¨ªcil de explicar. A trav¨¦s de la arqueolog¨ªa podemos llegar a teor¨ªas y escribir sugerencias. Pero puede que nunca lo sepamos con certeza¡±, comenta por tel¨¦fono.
La fama sobre las virtudes de la cruz de Caravaca, a la que se le atribu¨ªan poderes de protecci¨®n contra los males ¡ªparticularmente tormentas y rayos¡ª sumada a las indulgencias plenarias que concedieron Pont¨ªfices Romanos a los poseedores del objeto, ¡°gener¨® una importante demanda de piezas¡±, seg¨²n Indalecio Pozo Mart¨ªnez, director del Museo de la Vera Cruz de Caravaca. ¡°Eso, en gran medida, explica la presencia de cruces de Caravaca en muchos lugares y su aparici¨®n en yacimientos arqueol¨®gicos, desde Praga hasta Maryland¡±.
Parno no se casa con ninguna explicaci¨®n, pero cree que el escenario m¨¢s probable es que la llevara hasta all¨ª un cat¨®lico ingl¨¦s, o un misionero jesuita. ¡°Sabemos que los jesuitas ten¨ªan fuertes lazos con Espa?a y que a principios del siglo XVII las cruces de Caravaca estaban presentes en toda Europa¡±. Tambi¨¦n en territorios de Am¨¦rica, y algunas colonias del Extremo Oriente y de ?frica. Antes de embarcarse al Nuevo Mundo, el misionero jesuita italiano Eusebio Francisco Kino encarg¨® la compra de ¡°30 0 40 docenas de crucecitas espa?olas o Caravacensi¡± para ¡°distribuir a los nativos¡±, seg¨²n narra en su Epistolario, citado por Pozo Mart¨ªnez en un correo electr¨®nico.
Est¨¢ previsto que el Historic St. Mary¡¯s City abra un nuevo centro para visitas en 2024, donde el objeto religioso tendr¨¢ un lugar destacado entre otros valiosos artefactos descubiertos en el fuerte. Ya han recolectado 100.000 piezas y, seg¨²n adelanta Parno, esperan excavar el ¨¢rea durante una o dos d¨¦cadas m¨¢s. En el yacimiento, en el que los arque¨®logos llevan trabajando medio siglo, se han encontrado 6,5 millones de objetos. Y eso que solo han peinado el 5% de sus 800 hect¨¢reas.
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