Daniel Luque, la presi¨®n de un torero grande que nunca fue ni?o
El diestro sevillano analiza su trayectoria y su relaci¨®n con el toro, la raz¨®n de su vida
El diestro Daniel Luque (32 a?os, Gerena, Sevilla) es un hombre ilusionado, que disfruta de un momento especialmente feliz despu¨¦s de una muy larga etapa personal, marcada por la presi¨®n del triunfo y los avatares de una madurez tan r¨¢pida como insegura. As¨ª se define ¨¦l ¡ª¡±y un enfermo del toro¡±, a?ade¡ª, cuando, por fin, cree que ha encontrado a la persona y al torero que quiere ser.
La cita es en la puerta grande de Las Ventas. Comenta que ha llegado quince minutos antes de la hora prevista, que los ha aprovechado para dar una vuelta completa a la plaza, y se ha sorprendido de lo grande que es; y lo dice con la inocencia del ni?o que nunca fue.
A los siete a?os se puso delante de su primera vaca, y desde entonces el toro ha sido y sigue siendo la raz¨®n de su vida. Era a¨²n un ni?o de 12 a?os cuando viaj¨® a M¨¦xico, a una escuela de nuevos valores de la que no guarda buenos recuerdos, disfrut¨® como novillero y sufri¨® como matador novel, presionado por la necesidad de triunfar y roto por la muerte de su madre meses despu¨¦s de que tomara la alternativa.
Pregunta. Se dice que se le agri¨® el car¨¢cter¡
Respuesta. S¨ª, m¨¢s bien es que estaba a la defensiva y no me fiaba de nadie, pero no me excuso en ello. Reconozco los errores que he cometido e intento avanzar como persona y como torero.
P. Pero eso es tiempo pasado.
R. Sin duda, afortunadamente. Ahora vivo una etapa de consolidaci¨®n; ahora viene lo duro de verdad. Todo lo dem¨¢s son vaivenes de la edad, de unos valores que me inculcaron y, a veces, los cumples y otras no puedes. Pero la vida te ofrece curas de humildad para rectificar.
Luque naci¨® en el seno de una familia taurina. Su padre, un hombre del campo y ayuda de mozo de espada con figuras del toreo, y su madre, una gran aficionada.
¡°Ese fue mi ambiente, en el que siempre me sent¨ª muy protegido. Mi padre, consciente de la dificultad de la profesi¨®n, no le dio importancia a mi afici¨®n infantil, aunque despu¨¦s me apoy¨® incondicionalmente; mi madre, s¨ª, me llevaba a tentaderos y luchaba conmigo¡±.
¡°He recuperado la ilusi¨®n; ahora disfruto cuando me veo anunciado en una feria¡±
A los 12 a?os, Luque tuvo un encuentro con el torero Julio Vega Marisme?o, quien decidi¨® ayudarlo y le ofreci¨® la oportunidad de estudiar en una escuela mexicana. El cabeza de familia aparc¨® la profesi¨®n y cruz¨® el Atl¨¢ntico con el hijo torero.
¡°Esos fueron mis inicios¡±, cuenta. ¡°Sin haber salido nunca de Gerena, me vi subido en un avi¨®n camino de un pa¨ªs desconocido. Y no lo pas¨¦ bien, la verdad. Mi padre se sorprender¨¢ cuando lea esto porque nunca se lo he dicho, pero aquella etapa fue muy dura. Yo era un ni?o y no fui bien recibido por los compa?eros, que me consideraron un entrometido mimado. Era una escuela muy exigente, y me sent¨ªa muy presionado. Le dije a mi padre que aquello no era para m¨ª, que necesitaba estar en mi casa, con mi madre ¡ªsiempre fui muy madrero¡ª y mis amigos.
P. La experiencia no fue satisfactoria.
R. No. Aprend¨ª menos de lo que esperaba y me perjudic¨® en algunos aspectos de mi vida. Era una carga de responsabilidad excesiva. Hab¨ªa perdido mi ni?ez y notaba que tambi¨¦n empezaba a perder mi juventud.
¡°D¨¦jeme que le diga una cosa¡±, insiste Luque. ¡°Los toreros somos muy infantiles porque no hemos sido ni?os. A veces, estoy con amigos de mi edad y debo acoplarme a ellos porque he madurado antes de tiempo. Siempre he estado rodeado de personas a las que he debido hablar de usted y me gustar¨ªa hablar a alguien de t¨².
P. Y la temprana muerte de tu madre fue un mazazo.
R. Sin duda. Falleci¨® el 31 de diciembre de 2007, meses despu¨¦s de mi alternativa en Nimes, en mayo. Vino a verme, ya muy malita, en un autob¨²s, pegada a una bombona de ox¨ªgeno. Su muerte me afect¨® mucho. Mi padre intent¨® suplir su ausencia, pero una madre no tiene comparaci¨®n con nada.
¡°Yo era muy joven¡±, contin¨²a, ¡°tir¨¦ de casta, quer¨ªa ser el hombre de la casa, le hab¨ªa dicho a mi padre que ya no tendr¨ªa que trabajar m¨¢s, y reconozco que esa fue otra carga demasiado grande¡±.
Los primeros a?os como matador de toros no fueron f¨¢ciles. Cuenta el torero que se codeaba con las figuras, cortaba orejas, pero no era capaz de alcanzar las metas propuestas.
¡°Perd¨ª la ilusi¨®n, no disfrutaba, estaba cargado de dudas¡ Me cambi¨® el car¨¢cter y lleg¨® un momento en que me sent¨ª solo. Quiz¨¢ me estaba pasando factura la presi¨®n de tantos a?os, la necesidad de triunfar a toda costa¡ Fue una etapa tan complicada que hay temporadas que se me han quedado en blanco y no las recuerdo¡±. ¡°Comprend¨ª que no ten¨ªa m¨¢s que dos caminos: o cambiaba o me iba a casa¡±, a?ade.
Dice que su entorno familiar, alg¨²n banderillero fiel como Ra¨²l Caricol, su ¨ªntimo amigo el torero Juan Pedro Gal¨¢n y algunos ganaderos cercanos le ayudaron a cambiar de mentalidad.
¡°Me resta mucho por vivir; a¨²n no estoy en la mitad del camino hacia la meta que tengo en la cabeza¡±
¡°El mundo del toro es la profesi¨®n m¨¢s honesta porque en cualquier momento te puede cambiar la vida¡±, prosigue. ¡°A m¨ª me ha cambiado para bien, pero mire d¨®nde estoy: encerrado en una finca, dedicado por entero a la profesi¨®n, porque cuanto m¨¢s reconocimiento tengas, m¨¢s preparado y menos confiado debes estar¡±.
P. Ahora se le ve feliz.
R. He recuperado la ilusi¨®n; ahora disfruto cuando me veo anunciado en una feria, cuando voy al campo¡ Y esa sensaci¨®n la transmites en la plaza.
P. Se ha ganado usted el reconocimiento de los aficionados y se le considera un gran torero.
R. Me resta mucho por hacer y por vivir. Soy muy joven y a¨²n no estoy en la mitad del camino hacia la meta que tengo en la cabeza.
P. Ser figura del toreo, se supone.
R. Cuando escucho esas palabras, me pongo nervioso. Me parece algo tan grande que no todos los toreros lo pueden conseguir.
Daniel Luque sali¨® por la puerta grande de Las Ventas en 2014, pero dice que no guarda un buen recuerdo de aquella tarde (¡°me sirvi¨® para seguir toreando, pero no para dar un salto en mi carrera¡±). Muestra su profundo agradecimiento a la afici¨®n francesa, que lo valora como gran figura, y est¨¢ dispuesto a no bajar del tren en el que ahora goza las mieles del triunfo.
¡°Me qued¨¦ atr¨¢s por mi incapacidad para evolucionar en la medida que avanzaba el toreo¡±, concluye, ¡°y espero que no vuelva a ocurrir. Esta profesi¨®n es muy absorbente y no te puedes permitir ni un segundo porque te pasa factura; al menos, a m¨ª¡±.
El torero vuelve a pasar por el entorno de la plaza de Las Ventas (¡°creo que nunca he estado en ella como espectador¡±, comenta), y antes de entrar en el coche cuenta que va a tomarse medidas para una montera nueva. ¡°Es que solo tengo una y ya es hora de que le busque una compa?era¡±.
Y lo dice con la ilusi¨®n de un ni?o grande¡
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