El toro de la feria ridiculiza a Madrid
A 'Cartuchero' le cort¨® la oreja Luque, que estuvo lo bien que puede estar un torero de median¨ªas
Esta noche sali¨® al ruedo de Las Ventas el toro de la feria, Cartuchero de nombre, de 573 kilos, lidiado en tercer lugar por Daniel Luque. Como corresponde a su encaste, fue de menos a m¨¢s, empuj¨® con los ri?ones en el caballo, acudi¨® presto en banderillas y, llegado el tercio final, el animal ofreci¨® toda una lecci¨®n magistral de encastada nobleza, de codicia, de acometividad y calidad suprema. La faena fue larga, pero el toro no dej¨® de embestir por ambos lados, con la cara por los suelos, persiguiendo con pasi¨®n la muleta y ofreciendo todo un recital de bravura.
Claro, que la casta no es bobalicona y al comienzo del trasteo puso en apuros a su matador, que se ve¨ªa incapaz para detener y mandar el vendaval del tranco espectacular de su oponente, que se arrancaba de lejos con cierta violencia. A medida que se atemper¨® su fuelle, el toro fue ganando en suavidad, pero no perdi¨® nunca un ¨¢pice del br¨ªo que caracteriza a los bravos de verdad. As¨ª, hasta siete largas tandas en las que no claudic¨® jam¨¢s y ped¨ªa guerra y m¨¢s guerra para satisfacer su hambre de enga?o.
PUERTO / PADILLA, EL CID, LUQUE
Toros de Puerto de San Lorenzo,¡ªel primero, como sobrero¡ª bien presentados, bravos en los caballos, nobles y blandos. Muy encastado y de calidad excepcional el tercero, que fue despedido con una gran ovaci¨®n.
Juan Jos¨¦ Padilla: pinchazo, media y un descabello (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Manuel Jes¨²s 'El Cid': metisaca, pinchazo, estocada que hace guardia (silencio); estocada desprendida, cuatro descabellos ¡ªaviso¡ª y un descabello (silencio).
Daniel Luque: media estocada ¡ªaviso¡ª y un descabello (oreja); pinchazo y estocada (oreja). Sali¨® a hombros por la Puerta Grande.
Plaza de las Ventas. 5 de junio. Vig¨¦simo octava corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Pues a este toro, sorpr¨¦ndase quien pueda, ni se le pidi¨® la vuelta al ruedo, que el presidente, l¨®gicamente, no concedi¨®, lo que viene a demostrar que Las Ventas toc¨® fondo y qued¨® en entredicho y ridiculizada para los restos. Pero le cortaron una oreja que pase¨® su matador, Daniel Luque, que estuvo todo lo bien que puede estar un torero de median¨ªas, m¨¢s sobresaliente en el arrim¨®n que en el toreo fundamental, que ejecuta con todas las ventajas de la imperante modernidad.
Luque no le lleg¨® a los tobillos a toro tan extraordinario, un regalo de fijeza, prontitud, alegr¨ªa y poder. Pero lo dicho no pretende ser ning¨²n dem¨¦rito, pues recuerden la frase de Belmonte a un torerillo: ¡°P¨ªdele a Dios que no te toque un toro bravo¡±. A Luque le toc¨®, y lo volvi¨® loco, como le hubiera ocurrido al 90% del escalaf¨®n de matadores.
Ovaci¨®n y Pitos
Gran corrida de Puerto, brava y noble, con un excepcional Cartuchero, lidiado en tercer lugar.
Fracaso sin paliativos de Padilla y El Cid, y triunfo menor de Daniel Luque.
Destac¨® sobre todos ese toro tercero, pero toda la corrida, con sus altibajos, aprob¨® con alt¨ªsima nota, pues hizo una buena pelea en los caballos y derroch¨® nobleza y un largo viaje en el tercio final; le sobr¨® kilos y le falt¨® fuerzas para haber alcanzado un triunfo clamoroso.
Por cierto, Luque sali¨® a hombros por la Puerta Grande tras una faena de algunos detalles al sexto, otro noble toro, que dio mucho m¨¢s de lo que recibi¨®. La plaza, no se sabe por qu¨¦, pidi¨® la oreja con tal entusiasmo que no hizo m¨¢s que reflejarse en su propio desconocimiento y decadencia. Esta noche, quien mereci¨® salir por la Puerta Grande fue la corrida entera, pero no Luque, que estuvo muy por debajo de su lote.
Mucho m¨¢s graves son los casos de Juan Jos¨¦ Padilla y El Cid. El primero ofreci¨® un recital de antitoreo ante su muy noble primero, al que aburri¨® a mantazos, siempre despegado, siempre en l¨ªnea recta, a a?os luz de la calidad del animal. Noble, tambi¨¦n y m¨¢s parado el cuarto, y lo de Padilla, otra vez, fue un tost¨®n.
Estaba El Cid haciendo como que toreaba al quinto y se escucha una voz popular que dice: ¡°Queremos ver a El Cid¡±. Nunca menos palabras fueron m¨¢s certeras. Queremos ver al verdadero El Cid y no a este, desconfiado, fuera cacho, acelerado y destemplado, que aburri¨® al toro y a toda la plaza. Tampoco encontr¨® el camino ante el segundo, otro nobil¨ªsimo, al que mulete¨® con mucha rapidez y con escaso mando.
La corrida de hoy
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