Lola Herrera se despide de ¡®Cinco horas con Mario¡¯ despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas
La actriz representa por ¨²ltima vez la obra de Miguel Delibes en Valladolid, donde se criaron el autor y ella. El lunes, la int¨¦rprete recibi¨® la Medalla de Oro de su ciudad natal
La ni?a que subi¨® al escenario del teatro Calder¨®n de Valladolid con 12 a?os para un concurso de canto se baja con 86 convertida en leyenda. La actriz Lola Herrera encumbr¨® su carrera gracias a personajes como Carmen Sotillo, Menchu, la mujer que desnuda su alma ante el ata¨²d de su marido, Mario D¨ªez, en Cinco horas con Mario. El autor de la novela, Miguel Delibes (1920-2010), dudaba de que su libro pudiese adaptarse al teatro hasta que Herrera se lo demostr¨®, y triunf¨® en el primer montaje dirigido por Josefina Molina y producido por Jos¨¦ S¨¢mano. La actriz cierra este mi¨¦rcoles el pacto con el novelista en la ciudad donde ambos crecieron, Valladolid, encarnando por ¨²ltima vez a la lenguaraz viuda y su mon¨®logo ante su difunto esposo, como si este estuviera tan vivo como los cientos de espectadores que han re¨ªdo, aplaudido y lamentado la despedida de Menchu a Mario tras 42 a?os de representaciones.
El recorrido de la int¨¦rprete ha sido reconocido con la Medalla de Oro de Valladolid que recibi¨® este lunes, 14 de febrero, en el Teatro Calder¨®n, su Calder¨®n, donde desde 2011 hay una placa en su honor. Menuda y canosa se emocionaba al recibir el galard¨®n y un inmenso ramo de flores ¨D¡°esto produce muchos nervios¡±, dijo¨D en v¨ªsperas de representar por ¨²ltima vez la obra de Delibes como si nada hubiese cambiado, como si la ¨²nica diferencia entre las funciones de las ¨²ltimas d¨¦cadas y las actuales consistiera en que el p¨²blico va con mascarilla y hay m¨®viles que a veces molestan.
Herrera nunca ha querido anunciar una retirada, pero s¨ª ha aceptado que el tiempo pasa, aunque ella lo congele sobre las tablas, y ha fijado en su ciudad el definitivo adi¨®s a las artes esc¨¦nicas. Las ¨²ltimas reverencias ante las sonoras ovaciones evidencian que los espectadores siguen captando esa energ¨ªa, ese caudal de honestidad desbordante con la que Menchu abronca al f¨¦retro donde yace ese Mario, profesor ap¨¢tico, al que se le iban los ojos en la playa, y que arroj¨® ¡°un lechazo de cuatro kilos por el hueco de la escalera¡± cuando el padre de uno de sus alumnos lo trat¨® de comprar para que aprobara a su hijo. Nunca lleg¨® ese 600 que era como los ombligos ¨D¡±todo el mundo tiene uno¡±¨D y la integridad abrumadora del fallecido contra la censura franquista impidi¨® que su familia medrara: ¡°?Como si escribir fuera trabajar!¡±, lamenta la viuda en la funci¨®n.
El rapapolvo de Menchu genera en la primera de las dos funciones de despedida las risas del respetable. La novela, publicada por Delibes en 1966, y su versi¨®n teatral plasman a trav¨¦s del marido progresista y la esposa conservadora las grietas de los valores tradicionales ac¨¦rrimos y costumbristas. La mordacidad de Cinco horas con Mario, como en tantos libros del vallisoletano, permiti¨® sortear la represi¨®n de la dictadura, abordar con sarcasmo aquellas convenciones que fijaban la virginidad como algo sagrado, naturalizaban el racismo o cuestionaban el desempe?o laboral de las mujeres. Herrera consigue, mediante esta exhibici¨®n de creencias en apariencia obsoletas, hacer reflexionar sobre una deriva social en la que estas cuestiones vuelven a copar el discurso pol¨ªtico y convierten en debate aquello que se cre¨ªa superado.
La actriz, que no reconoci¨® a Miguel Delibes cuando de joven lo vio montado en su inseparable bicicleta por Valladolid, expres¨® el lunes al recibir la Medalla de Oro que jam¨¢s esa chavala pizpireta hubiera so?ado con llegar a los 86 a?os recibiendo un premio de esta categor¨ªa. ¡°La ni?a que llevo dentro no me ha abandonado nunca¡±, afirm¨® esta mujer, incapaz de definir el lugar donde creci¨®, pero agradecida a esa familia que la hizo ¡°castellana por los cuatro costados¡± y heredera ¡°de una forma de entender la vida y afrontar las dificultades con firmeza¡± con unas ense?anzas forjadas con ¡°silencios, costumbres o humor con retranca¡±. Esta Lola se fue a otros puertos ¡°buscando nuevos horizontes¡±: tras bautizarse en las artes en Valladolid, se march¨® a Madrid y se hizo un nombre en la televisi¨®n, con series como Historias para no dormir, Las viudas o La Barraca; en el cine, con Arriba Haza?a o Funci¨®n de noche; o en teatro, con Solas o Rebelde.
Este inmenso bagaje cultural lo deja entre bambalinas, como si estas ¨²ltimas Cinco horas con Mario fuesen las primeras, como si a¨²n tuviese que demostrar que esa cr¨ªa del barrio de Las Delicias merece que le den su nombre a una plaza y protagonizar una p¨¢gina propia en los libros de historia del teatro. La emoci¨®n desborda el Calder¨®n cuando Menchu se exalta y admite entre sollozos, excusas y arrepentimiento lo que ocurri¨® en el coche del gal¨¢n Paco ?lvarez. Esas ¨²ltimas confesiones indican que la funci¨®n va a terminar. Cuando cae el tel¨®n se cierra una ¨¦poca. Lola Herrera ya no ser¨¢ esa en¨¦rgica viuda, sino un mito por derecho propio.
Babelia
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