El nuevo exilio de artistas rusos se refugia en Helsinki
Una ONG acoge en la capital finlandesa a creadores huidos del r¨¦gimen de Putin, que coinciden en la ciudad con los llegados de Ucrania y Bielorrusia
Un padre llama desde Rusia a su hijo, que est¨¢ en Finlandia:
¡ª?Os ven¨ªs este verano a la dacha?
¡ªNo, tenemos mucho trabajo aqu¨ª.
El dramaturgo Mija¨ªl Durnenkov reproduce el di¨¢logo que mantuvo con su progenitor hace unos d¨ªas. ¡°Mi padre apoya totalmente a [Vlad¨ªmir] Putin. Y yo me he venido a Finlandia con mi familia, no por trabajo, sino por salir de Rusia¡±, contaba el lunes en Helsinki este artista mientras, casualmente, pasaba junto a un mural que muestra al presidente ruso con unos soldados-marionetas sobre una bandera ucrania y varios muertos. ¡°Ya era mejor no discutir¡±, lamentaba. Cuando el 24 de febrero estall¨® la guerra en Ucrania, Durnenkov, de 43 a?os, estaba en Mosc¨². Habl¨® por tel¨¦fono con su mujer, la escen¨®grafa Ksenia Peretrukhina, de 49 a?os. Ella estaba de viaje en el otro extremo de Rusia, en la isla de Sajal¨ªn, al norte de Jap¨®n. Al poco, se reunieron en la capital rusa y decidieron marcharse. Echaron mano de un amigo en Finlandia para que les ayudara a conseguir una oferta de trabajo en el pa¨ªs n¨®rdico. Con el papel en ristre, su hijo de 15 a?os y su perro, se trasladaron a la frontera y la cruzaron el 18 de marzo.
A su lado, asiente su mujer. Ella cuenta que cuando empez¨® la guerra trabajaba como escen¨®grafa en el montaje de la obra Muerte rusa, de Dmitri Volkostrelo, en el Centro Meyerhold de Mosc¨², emblema de la escena alternativa con financiaci¨®n estatal. La que era directora de ese teatro, Elena Kovalskaya, renunci¨® a su cargo a las pocas horas de los primeros ataques tras hacer p¨²blico un duro comunicado en su perfil de Facebook: ¡°No se puede trabajar para un asesino y recibir un salario de ¨¦l¡±. Esa misma noche, el director art¨ªstico y otro trabajador del Meyerhold publicaron un texto en el que expresaban su rechazo a la guerra. El 1 de marzo el primero decidi¨® clausurar el centro.
La pareja particip¨® el lunes en una manifestaci¨®n a favor de Ucrania en el centro de Helsinki. Con solo un mes de estancia en Finlandia, ambos son los m¨¢s veteranos del grupo de artistas que se han instalado en el pa¨ªs n¨®rdico a causa de la guerra con la ayuda de la ONG Artists at Risk (artistas en riesgo), que los provee de alojamiento gratuito durante tres meses. Ocho rusos y dos bielorrusos disidentes y tres ucranios. Para el resto de los gastos, tienen que tirar de recursos propios. Durnenkov y Peretrukhina acudieron a la protesta con cuatro de ellos: los rusos Anis Kvonidova y P¨¢vel Semchenko, el bielorruso Uladz¨ªmir Ushakou y la joven core¨®grafa ucrania Olha Svidina. Los seis se est¨¢n conociendo en la capital finlandesa, el lugar en el que la ucrania se ha refugiado de la guerra y el resto de la presi¨®n creciente que ¡ªdetallan¡ª han vivido en sus pa¨ªses bajo los mandatos de Vlad¨ªmir Putin y Aleksandr Lukashenko.
Seg¨²n el codirector de Artists at Risk, Ivor Stodolsky, m¨¢s de 600 artistas y trabajadores de la cultura en Ucrania han pedido ayuda a esta ONG, creada en 2013, por la situaci¨®n generada con la guerra. A ellos se suman otros 240 de la disidencia en Rusia y Bielorrusia. De todas esas peticiones, la organizaci¨®n ha conseguido que 60 ucranios y 31 rusos o bielorrusos fueran acogidos en alg¨²n pa¨ªs europeo.
¡°El 6 de marzo estaba en una plaza sin apenas gente en San Petersburgo. Vinieron hacia m¨ª seis polic¨ªas. Ni protestaba ni hac¨ªa eso del papel blanco [gesto de mostrar un papel en p¨²blico en Rusia en protesta por la guerra]¡±, comenta la dise?adora de vestuario y escen¨®grafa Anis Kvonidova, de 30 a?os. La arrestaron y asegura que la jueza no quiso leer completo el documento de cargos, ¡°largo y absurdo¡±, y que los abogados tampoco lo entend¨ªan. ¡°Por lo visto, yo hab¨ªa incumplido alguna recomendaci¨®n de unos m¨¦dicos que yo no conoc¨ªa sobre salud p¨²blica¡±. A los tres d¨ªas, quedaba libre.
Fue la ¨²ltima gota de un vaso que hab¨ªa estado a punto de rebosar muchas otras veces. Ella y su marido, el artista visual P¨¢vel Semchenko, reservaron una estancia en un hotel termal en Estonia. As¨ª consiguieron un visado de turista para la zona Schengen y cruzaron desde San Petersburgo al pa¨ªs b¨¢ltico. ¡°Desde all¨ª era f¨¢cil entrar en Finlandia¡±, explica Semchenko, de 54 a?os y m¨¢s de 30 de carrera. La guerra lo dej¨® conmocionado mientras preparaba una exposici¨®n basada en Fausto.
Semchenko trabajaba en el teatro Dinamita, una sala de artes esc¨¦nicas alternativa de San Petersburgo ubicada en un complejo industrial, y que contaba con el mecenazgo de su due?o. ¡°Un d¨ªa, el administrador nos pidi¨® que par¨¢semos una trilog¨ªa que prepar¨¢bamos, Democracia, Dictadura y Utop¨ªa. En un momento del montaje proyect¨¢bamos la cara de Putin¡±, explica. Supo que al administrador de la sala lo hab¨ªan llamado de la FSB [Servicio Federal de Seguridad, heredero de la KGB sovi¨¦tica] para que firmara unas condiciones para las obras que se representaran en la sala: nada de desacreditar al ej¨¦rcito, ni hablar de ¡°guerra¡±, ni nada de protestar en redes sociales, entre otras cuestiones. ¡°Es como el documento previo a que te arresten¡±, dice en tono ir¨®nico.
Su mujer, Anis Kvonidova , se?ala: ¡°Siempre hab¨ªa o¨ªdo decir que en la ¨¦poca sovi¨¦tica ven¨ªan a censurar los espect¨¢culos despu¨¦s de que [los censores] los hubieran visto, pero ahora lo hacen antes¡±. A lo que su marido a?ade: ¡°Si volviera a Rusia, tendr¨ªa que caer en ese exilio interior que yo pensaba que hab¨ªa quedado para los tiempos de la URSS¡±.
La de Uladz¨ªmir Ushakou, fundador y director del Teatro de Arte Moderno de Bielorrusia, es una historia de dobles exilios. Inaugur¨® su teatro hace 20 a?os en Minsk, pero la presi¨®n pol¨ªtica lo llev¨® a escapar a Kiev hace nueve meses. En febrero de este a?o, antes de la guerra, Artists at Risk le concedi¨® una residencia en Finlandia. ?l volvi¨® a Kiev para estrenar una versi¨®n teatral de Maridos y mujeres, de Woody Allen, pero con el conflicto decidi¨® volver a huir del pa¨ªs. ¡°El esp¨ªritu de la revoluci¨®n de Bielorrusia sigue ah¨ª, solo hace falta que salte de nuevo¡±, se?ala. En su pa¨ªs hay 100 disidentes pol¨ªticos en prisi¨®n, artistas entre ellos, que se exponen a penas de 5 a 17 a?os de c¨¢rcel, detalla la codirectora de la ONG, Marita Muukkonen.
La guerra en Ucrania es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de un debate en la cabeza de Durnenkov: ¡°Ya pens¨¦ en salir de Rusia cuando la anexi¨®n de Crimea [en 2014]. Me detuvieron por manifestarme en la plaza Roja¡±. En aquella ¨¦poca, trabajaba en su obra que considera m¨¢s internacional, una comedia negra poblada de personajes aturdidos por la propaganda en televisi¨®n. ¡°A¨²n no ha estallado la guerra es el t¨ªtulo. ?Qu¨¦ iron¨ªa!, ?verdad?¡±, enfatiza. ¡°Lo curioso es que el Gobierno nunca se crey¨® que el arte fuera un poder. Solo creen en el poder de la televisi¨®n y en el arte exportable, en los ballets. Nosotros somos artistas alternativos, del underground, y ahora han puesto la mira tambi¨¦n sobre nosotros¡±, exclama.
El conflicto, a?ade, le ha abierto los ojos. ¡°Yo me sent¨ªa valiente cuando hablaba en contra de Putin porque me apoyaba en mi p¨²blico. Pero mi p¨²blico es una burbuja de gente liberal, como yo. Llevaba desde la Guerra de Crimea bloqueando gente adversa en mis redes. Me cre¨ª la realidad que me cre¨¦ y al final me di cuenta de que a toda esa gente que apoya la guerra nunca la hab¨ªa visto en mi teatro¡±.
En Helsinki, el hijo de Durnenkov y Peretrukhina va a una clase de integraci¨®n donde es el ¨²nico alumno ruso entre varios ucranios. ¡°El otro d¨ªa lleg¨® diciendo que uno de ellos le hab¨ªa dicho que Zelenski [el presidente de Ucrania] lo iba a matar. Y yo no supe explicarle, porque pensaba que eso era cosa de los tiempos sovi¨¦ticos, lo que se dec¨ªa entonces: ¡®Callarse del todo en la calle, hablarlo todo en la cocina¡±, cuenta angustiado.
La core¨®grafa de Kiev Olha Svidina, de 28 a?os, se gana la vida en la capital finlandesa dando clases de baile urbano. Escucha atenta a los artistas rusos, que dicen que hay que distinguir entre Putin y el pueblo ruso. Les replica: ¡°S¨ª, pero los soldados que violan a mujeres ucranias son tambi¨¦n pueblo ruso¡±. Es la ¨²nica que no ha sonre¨ªdo ni una vez en la hora y media de conversaci¨®n colectiva y, como el resto del grupo, no quiere quedarse en Finlandia. Quiere volver a Ucrania antes del verano. ¡°Hace falta estar all¨ª y ayudar a los mayores que no pueden salir a comprar¡±, comenta cabizbaja.
Ninguno piensa solicitar el estatuto de refugiado y rechazan denominarse exiliados. La intenci¨®n es volver pronto, aunque Semchenko precisa que antes tiene que caer Putin. Y llevarse a sus pa¨ªses alg¨²n aprendizaje de su estancia en Finlandia. ¡°Soy escen¨®grafa. No soy una artista pol¨ªtica. Mi lenguaje son los materiales¡±, explica Peretrukhina. ¡°?Ve esta ventana? Tiene un marco de madera antiguo, para m¨ª valioso. En Rusia ya lo habr¨ªan cambiado por uno de pl¨¢stico y aqu¨ª lo conservan. Quiero llevar a mi pa¨ªs esa manera de pensar¡±.
Al llegar al lugar de la manifestaci¨®n, se encuentran con una multitud en la plaza del Senado, atestada. El grupo se topa con una manifestante que porta una bandera con tres franjas: blanca, azul y blanca. ¡°Es la bandera rusa¡±, la presenta Durnenkov. Pero no es la oficial, le falta el color rojo. ¡°Ese no est¨¢, es el color de la sangre¡±.
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