El barrio romano que plant¨® cara a Hitler
Una superviviente y un vecino del Quadraro, en la periferia sureste, recuerdan c¨®mo fue uno de los grandes centros de resistencia hasta la liberaci¨®n de Italia del nazismo, de la que se cumplen 77 a?os
Los habitantes m¨¢s madrugadores del Quadraro, un barrio obrero de casitas y huertas algo destartaladas en la periferia sureste de Roma, vieron aparecer el 25 de abril del a?o pasado a un hombre mayor, de pelo blanco y de andares algo r¨ªgidos. Aquel tipo se acerc¨® solo y en silencio hasta una estatua en honor a los ca¨ªdos y le coloc¨® una corona de flores. Luego volvi¨® a subir al coche oficial que le hab¨ªa tra¨ªdo y se fue tranquilamente a cumplir con el resto de sus compromisos en el D¨ªa de la Liberaci¨®n. Era Sergio Mattarella, presidente de la Rep¨²blica. Y protagoniz¨® un sencillo acto que aportaba algo m¨¢s de justicia a uno de los episodios m¨¢s siniestros y olvidados de Roma.
Sol¨ªa decirse en aquellos tiempos de guerra que solo hab¨ªa dos sitios en los que los partisanos y la resistencia pod¨ªan ocultarse de los nazis: el Vaticano y el Quadraro. Violar las fronteras pontificias y los aposentos de San Pedro no era la mejor idea. Pero hurgar en las calles de un barrio combativo y rojo que conformaba la ¨²ltima frontera del territorio edificado de Roma sol¨ªa terminar mal. Por ese motivo, los soldados alemanes apodaron aquel lugar como El avispero. Y, en parte por eso, la madrugada del 17 de abril de 1944 pasaron a cuchillo a casi todo el barrio y se llevaron a m¨¢s de un millar de hombres de 16 a 60 a?os. Una deportaci¨®n de magnitud solo comparable a la que sufrieron los jud¨ªos del gueto romano algunos meses antes. Un episodio todav¨ªa olvidado por la mayor¨ªa de libros de historia que representa casi como ning¨²n otro la resistencia partisana y la liberaci¨®n de Italia del nazismo, de la que el lunes se cumplen 77 a?os.
Roma se mor¨ªa de hambre en abril de 1944. La ciudad segu¨ªa ocupada por el ej¨¦rcito alem¨¢n pese a los esfuerzos por zafarse del monstruo. Uno de sus cuarteles principales, el que dirig¨ªa en Frascati (norte de Roma) el mariscal Kesselring, comenzaba a verse amenazado por el avance de las tropas aliadas por el sur. La tensi¨®n era enorme. Y la crueldad aumentaba en paralelo a un proceso de liberaci¨®n que no culminar¨ªa hasta ese 4 de junio. ¡°Era verdad lo que dec¨ªan del Vaticano y el Quadraro¡±, repite Vanda Prosperi, de 85 a?os, vecina del barrio e hija de uno de aquellos deportados. En parte tiene raz¨®n. Pero la historia tambi¨¦n se?al¨® luego que el papa P¨ªo XII pudo haber conocido de antemano planes como el de la masacre en las Fosas Ardeatinas, donde fueron fusiladas 335 personas el 24 de marzo de aquel a?o. Y no hizo nada. Tal y como volvi¨® a suceder pocos d¨ªas despu¨¦s en el Quadraro.
Prosperi vive hoy sola en una casita del barrio cerca de sus hijos. Es una de las ¨²ltimas supervivientes de aquel episodio del que fue testigo con solo siete a?os. La ma?ana del 17 de marzo vio c¨®mo un grupo de soldados y miembros de las SS se llevaban a su padre, un humilde alba?il, a punta de bayoneta. ¡°Los colocaron a todos en la v¨ªa dei Quintili. Luego los trasladaron al cine del barrio y terminaron en Cinecitt¨¤ porque no cab¨ªan de tantos que eran¡±, recuerda en su sal¨®n. La orden del comandante de las SS Herbert Kappler era llevarse a toda la poblaci¨®n masculina adulta en lo que denomin¨® Operaci¨®n Ballena. El barrio se encontraba en un punto estrat¨¦gico para el paso de camiones entre el cuartel general de los alemanes y las zonas ya liberadas por los aliados. Era el lugar donde se ocultaba un enorme n¨²mero de partisanos, ayudados por las cuevas que hab¨ªa debajo de muchas casas. Pero, sobre todo, pocos d¨ªas antes hab¨ªan sido asesinados cinco soldados alemanes en la osteria del Piccione a manos de un grupo de combatientes liderados por Giuseppe Albano, conocido como El jorobado del Quarticciolo. Y los alemanes utilizaron la Operaci¨®n Ballena para represaliarles. El mismo m¨¦todo utilizado poco antes con la masacre de las Fosas Ardeatinas como respuesta al atentado de Via Rasella, donde murieron 33 soldados alemanes.
Los detenidos del Quadraro estuvieron a punto de ser fusilados en el vertedero Grottarrossa. Pero terminaron siendo deportados con el tri¨¢ngulo rojo en le pecho ¡ªel de los presos pol¨ªticos¡ª a Polonia y Alemania, donde fueron explotados como mano de obra gratuita durante un a?o (el padre de Prosperi termin¨® en una f¨¢brica de neum¨¢ticos para veh¨ªculos militares). Muchos de ellos ¡ªalgunas fuentes los cifran en unos 300¡ª nunca volvieron. El problema es que antes de llegar al norte, se detuvieron dos meses en Fossoli, un pueblo italiano, donde tuvieron que firmar una documentaci¨®n por la que aceptaban ser ¡°trabajadores voluntarios¡±. Algo que les granje¨® el desprecio de sus paisanos, que les tomaron por colaboracionistas, y les conden¨® al olvido durante a?os en los libros de historia.
Walter de Cesaris, como recuerda en el libro La borgata ribelle (La barriada rebelde), cree que el pasaje de Fossoli es clave para entender esa cancelaci¨®n a la que fueron sometidos durante a?os. ¡°Por eso no tuvieron el reconocimiento de deportados pol¨ªticos, sino de simples trabajadores. Pero los estudios han demostrado que fueron lo contrario. Al final se ha reconocido, tambi¨¦n por el Gobierno, la naturaleza pol¨ªtica de aquella intervenci¨®n nazi. Por eso le dieron la medalla civil a la resistencia en 2004 al barrio y a los supervivientes. Eran todo obreros, peque?os vendedores ambulantes, artesanos¡ bajo proletariado romano que la historia borr¨®. Sucedi¨® tambi¨¦n porque nunca fueron l¨ªderes de ning¨²n movimiento pol¨ªtico posterior y jam¨¢s aparecieron en el relato pol¨ªtico. Pero fue la primera vez que las barriadas fueron protagonistas de la historia pol¨ªtica de esta ciudad¡±.
El Quadraro era entonces el ¨²ltimo barrio edificado de Roma, el paradigma de borgata. Un fabuloso cruce de caminos cultural en el que se instalaron centenares de familias procedentes del sur. El lugar preferido, tambi¨¦n, de Pier Paolo Pasolini para retratar el universo de los desheredados que pululaban por sus obras, como aquella mujer de Mamma Roma encarnada por Anna Magnani, que se prostitu¨ªa en el parque de los Acueductos para sacar adelante al tarambana de su hijo. Salvatore Salmeri, vecino del barrio, hostelero, fabuloso narrador y promotor del movimiento para la recuperaci¨®n de la memoria del Quadraro, esboza la identidad del lugar mientras apura unas fettuccine con rag¨² de salchicha y cebolla en la Osteria Bonelli, una de las mejores de la zona. ¡°El Quadraro naci¨® como un barrio de agricultores, con sus huertos, sus casitas con persianas. Durante el fascismo se transform¨® en el backstage de Cinecitt¨¤, el lugar donde viv¨ªan los obreros, los maquinistas y los el¨¦ctricos. Se convirti¨® en el famoso nido de avispas y de la resistencia romana. Pero fue tambi¨¦n el lugar que se opuso a la especulaci¨®n inmobiliaria de los a?os sesenta. Porque aqu¨ª el concepto de resistencia va m¨¢s all¨¢ de la guerra¡±. Por eso se plant¨® aqu¨ª Mattarella hace justo un a?o.
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