Eric Sadin: ¡°Nos gusta la idea de ser monitorizados¡±
El fil¨®sofo franc¨¦s lleva a?os reflexionando sobre los efectos de la econom¨ªa de los datos en nuestras vidas. En su ¨²ltimo libro dice que vivimos la era del individuo tirano
Antes de que la soci¨®loga estadounidense Shoshana Zuboff le pusiera nombre al llamado ¡°capitalismo de vigilancia¡± ¡ªla econom¨ªa que monitoriza nuestras vidas¡ª, Eric Sadin (Par¨ªs, 48 a?os) llevaba a?os escribiendo libros sobre el asunto. Este fil¨®sofo parisiense de pelo cardado y estilo extravagante reflexiona sobre los efectos de la econom¨ªa de los datos en nuestra psique. Su ¨²ltimo libro es La era del individuo tirano. El fin de un mundo com¨²n, de la editorial Caja negra. Sadin responde a la llamada con fuerte acento de la capital francesa.
P. En su libro describe al hombre tirano como un ser subjetivo, narcisista hasta lo patol¨®gico, ingobernable, ultraconectado pero a la vez desconectado de lo com¨²n y borracho de un sentimiento de poder facilitado por la tecnolog¨ªa.
R. Esto ha sucedido en las democracias liberales. A un estado de desilusi¨®n se le ha sumado al uso de la tecnolog¨ªa digital, proporcion¨¢ndonos la sensaci¨®n de ser due?os de nuestras propias vidas. De ah¨ª emerge el hombre tirano.
P. ?Qu¨¦ papel juegan las pantallas en ese devenir tirano del que habla?
R. El smartphone, que aparece en 2007, supone una ruptura. Confirm¨® la idea de que cada uno de nosotros tiene poder y que adem¨¢s est¨¢bamos llamados a usar todos los dispositivos a nuestro alcance. Todos y cada uno tenemos la sensaci¨®n de ser el centro de la atenci¨®n del Big data, confirmando nuestra excepcionalidad. Podemos expresarnos ante todo el planeta y hacer valer nuestras opiniones, generando esa sensaci¨®n de centralidad de cada uno de nosotros.
P. Pero de ah¨ª al fin de lo com¨²n que menciona¡
R. Todo lo que ha pasado no puede no afectar al estado de nuestra sociedad y a su relaci¨®n con lo com¨²n, al otro. La tecnologizaci¨®n de nuestras existencias no ha hecho m¨¢s que intensificar la extrema individualizaci¨®n de la sociedad.
P. ?Usted tiene smartphone?
R. No hay nada m¨¢s banal, s¨ª, tengo uno como casi todo el mundo.
P. ?Lo tiene capado de alguna forma?
R. No, lo uso para informarme y como m¨¦todo de comunicaci¨®n¡ Pero no es el uso que yo haga lo interesante, sino c¨®mo esa herramienta nos da la sensaci¨®n de tener m¨¢s autonom¨ªa, de necesitar mucho menos a los dem¨¢s. Y esto no puede no tener efectos en nuestra psique. Los smartphones confirman la ideolog¨ªa liberal. Nos vuelven a todos peque?as autarqu¨ªas, brindan la sensaci¨®n de que cada uno de nosotros podemos bastarnos ante el mundo. Llevan a que nos sintamos aut¨®nomos adem¨¢s de falsamente optimistas: yo puedo encontrar mi propio trabajo, mi propio piso, mi propia pareja¡
P. ?Y qu¨¦ deber¨ªamos estar haciendo?
R. Cuidando de lo com¨²n, d¨¢ndonos medios para poder actuar en nuestro barrio, en el cuidado de las personas, en todas las dimensiones de la sociedad en las que las cosas no se hacen solas. Sin embargo, vivimos en un estado de aislamiento colectivo que la crisis de la covid-19 solo lo ha magnificado. Y esto nos lleva a la depresi¨®n.
P. No veo que haya una preocupaci¨®n sobre este asunto.
R. Yo tampoco lo veo. Y con el metaverso en el horizonte, que no har¨¢ m¨¢s que empeorarlo todo. Es una pesadilla. Vamos hacia el tecnoliberalismo.
P. Usted trabajaba ya en todo esto cuando Shoshana Zuboff public¨® su libro La era del capitalismo de la vigilancia, que le puso nombre a lo que estaba pasando.
R. Solo que yo no creo que vivamos un capitalismo de la vigilancia, sino un capitalismo de la administraci¨®n de nuestro bienestar. Las empresas quieren ocuparse de nuestra vida, monitorizarnos, algo maternal. Y como individuos nos gusta. Somos humanos y somos d¨¦biles. Consentimos este tecnoliberalismo. Pero no soy moralista, no acuso a nadie.
P. ?Qu¨¦ balance hace de las elecciones recientes en Francia?
R. Estas elecciones son la imagen del hecho que no hay fe. Si pudi¨¦ramos creer en un discurso com¨²n¡ Pero no existe, solo hay atomizaci¨®n, fracaso y desilusi¨®n.
Babelia
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