¡®Ten¨¦is que venir a verla¡¯: una hora con la sencilla solemnidad de Jon¨¢s Trueba
Es una obra sobre la complicidad perdida, sobre dos estilos de vida contradictorios, sobre tomar el mando o dejarse llevar, sobre la ambici¨®n y la insignificancia
Las vidas podr¨ªan dividirse entre el momento de necesidad y el instante de imposibilidad; entre la oportunidad de hacer algo, el convencimiento de cumplirlo, y la incapacidad de lograrlo porque se ha tardado demasiado; entre las dos frases por las que se mueve, expl¨ªcita y metaf¨®ricamente, la nueva pel¨ªcula de Jon¨¢s Trueba: ¡°Ten¨¦is que venir a verla¡±, que adem¨¢s ejerce de t¨ªtulo, y ¡°ya es demasiado tarde¡±. Con la primera, el director madrile?o se refiere a una nueva casa, pero quiz¨¢ tambi¨¦n, en lontananza, a una hija reci¨¦n nacida, a una nueva vida en el campo, a un giro existencial y, en fin, a su propia pel¨ªcula, como un grito de socorro o de plegaria sobre la crisis del cine en salas. Con la segunda quiz¨¢ quiera expresar el fracaso de toda una generaci¨®n, la suya, tan te¨®rica, ambiciosa y culta, derrumbada en parte por la impostura, por la pereza, por la impotencia.
Ten¨¦is que venir a verla es escueta (apenas una hora de metraje), elevada en sus conversaciones y en sus pretensiones, rotunda, hermosa, libre, personal¨ªsima. Y, al mismo tiempo, es muy sencilla en su estructura: dos largas conversaciones entre dos parejas de amigos, en las que lo que no se dice es casi tan importante como lo que se exclama. Como suele ser habitual en el cine de Trueba, su nuevo trabajo es parad¨®jicamente elemental y grandilocuente, tanto en las formas como en el fondo, aunque a veces uno y otro adjetivo pueda aplicarse a lo que en principio no le encaja. Como si lo excesivo y grave fuera en realidad sencillo, y la parte m¨¢s sobria y discreta encubriera la verdadera trascendencia de la pel¨ªcula.
Esa misma ambivalencia podr¨ªa ajustarse tambi¨¦n a la hora de encuadrarla en la filmograf¨ªa de su director. Desde una clasificaci¨®n quiz¨¢ un tanto restrictiva, la carrera de Trueba podr¨ªa dividirse entre los largometrajes m¨¢s espont¨¢neos, improvisados y libres en su narraci¨®n (Los ilusos, Los exiliados rom¨¢nticos, Qui¨¦n lo impide), y los m¨¢s compuestos, solemnes y, por qu¨¦ no, artificiosos, sin que esto ¨²ltimo sea una cr¨ªtica (Todas las canciones hablan de m¨ª, La reconquista). En apariencia, por metraje, estructura, presupuesto, modo de trabajo y proceso art¨ªstico, Ten¨¦is que venir a verla pertenecer¨ªa al primer grupo. Sin embargo, es m¨¢s que probable que pertenezca al segundo.
Todo parece medido hasta el mil¨ªmetro. La voz de Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s recitando los poemas que acompa?an los interludios. La larga disquisici¨®n sobre el libro de filosof¨ªa, que no de autoayuda, Has de cambiar tu vida, del alem¨¢n Peter Sloterdijk, en medio de una comida en el campo y frente a un asado (incluso la comida elegida no parece balad¨ª). La preciosa fotograf¨ªa de Santiago Racaj. El modo de empezar la pel¨ªcula: cerca de cinco minutos a base de cuatro primeros planos consecutivos de los cuatro amigos, tan distintos en sus reacciones, en sus miradas, en su respiraci¨®n, mientras escuchan en el Caf¨¦ Central de Madrid una pieza en directo de Chano Dom¨ªnguez. La preciosa elipsis entre uno y otro encuentro, con suceso dram¨¢tico al fondo. La muestra de la tramoya del final. Esto no es la vida, es una pel¨ªcula.
Obra sobre la complicidad perdida, sobre dos estilos de vida contradictorios, sobre tomar el mando o dejarse llevar, sobre la personalidad y la indecisi¨®n, la ambici¨®n y la insignificancia, con ecos evidentes de Fran?ois Truffaut y ?ric Rohmer, pero con el estilo propio de Trueba, Ten¨¦is que venir a verla puede ser, seg¨²n quien la mire y la viva, pl¨¢cida, amarga, l¨²cida y envolvente, o simplemente ir¨®nica, provocadora y hasta c¨®mica. Y quiz¨¢ todos tengan raz¨®n.
TEN?IS QUE VENIR A VERLA
Dirección: Jonás Trueba.
Intérpretes: Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril, Irene Escolar.
Género: drama. España, 2022.
Duración: 61 minutos.
Estreno: 17 de junio.
Babelia
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