Peter Sloterdijk: ¡°Vienen tiempos duros para quienes viven la vida moderna¡±
El fil¨®sofo alem¨¢n, uno de los pensadores m¨¢s brillantes de su generaci¨®n, cree que hasta Putin sabe que el modo de vida ruso no tiene ning¨²n encanto. Tampoco el chino. Nadie ha superado a Europa. El siglo XXI, asegura, puede ser el de la ¡°doma mutua¡± de las potencias
A?adir un fil¨®sofo al men¨² tan intenso de esta temporada puede ser tan arriesgado como salpimentar el plato estrella de un gran chef. Pero en el caso de Peter Sloterdijk, pensador popular, pol¨¦mico, brillante, habitual revulsivo contra los lugares comunes, es ingrediente seguro. El plato lo merecer¨¢. El alem¨¢n nacido en Karlsruhe en 1947, autor de obras que han conmovido el pensamiento como Cr¨ªtica de la raz¨®n c¨ªnica o la trilog¨ªa Esferas, ha pasado esta semana por Madrid y Valladolid invitado por el Foro de la Cultura, en el que han participado 60 ponentes de todo el mundo y que ha reunido a miles de asistentes a pesar de las dificultades pand¨¦micas. Siruela ha publicado en espa?ol la mayor¨ªa de sus libros.
Catedr¨¢tico de Est¨¦tica y Filosof¨ªa en la Escuela Superior de Dise?o de Karlsruhe durante largos a?os, Sloterdijk es probablemente el fil¨®sofo vivo europeo m¨¢s importante junto a J¨¹rgen Habermas. Es un pensador de enorme imaginaci¨®n, vers¨¢til, medi¨¢tico, capaz de tocar todos los temas y de meterse en todo tipo de charcos. Son legendarias ya sus pol¨¦micas con el propio Habermas y otros coet¨¢neos en torno a temas como la fiscalidad, el feminismo o el Estado de bienestar. Enemigo de la correcci¨®n pol¨ªtica, es un gran heredero de Nietzsche y Heidegger y, en su huida del academicismo y la mirada un¨ªvoca y simplista, ha bebido tambi¨¦n del gur¨² Rajneesh Osho tras sus investigaciones en la India. Sloterdijk habla despacio, parece cansado y dudoso en un ingl¨¦s que apoya en palabras francesas, alemanas y hasta espa?olas, pero cada frase es pura esencia digna de entrar en este gran plato que nos sirve nuestro tiempo.
Pregunta.?En Ira y tiempo, usted describe la ira como un motor que impulsa la historia. ?Qu¨¦ papel est¨¢ jugando la ira hoy?
Respuesta.?La ira surge all¨ª donde se impone la decepci¨®n. Y la decepci¨®n aumenta cuando las promesas no se cumplen. En la medida en que vivimos en un mundo de promesas y decepciones y en que no hay sociedades pol¨ªticas que no generen decepciones, la ira siempre estar¨¢ ah¨ª. Y la alternativa a la decepci¨®n es la resignaci¨®n, que es lo que hay en el Este, en Rusia. Rusia est¨¢ poblada por gente que ha sufrido tales procesos de promesas y decepciones que ya no creen en nada. Son m¨¢s c¨ªnicos, han elegido vivir sus vidas privadas y se contentan con que la pol¨ªtica no les estorbe demasiado. Es una actitud que no es compatible con la vida en democracia. Esta necesita esperanza, una expectativa de que las cosas mejoren. Y si no hay mejora a la vista, la resignaci¨®n se impondr¨¢.
P. ?Entonces la democracia necesita el enfado, la ira?
R. S¨ª. La democracia necesita un m¨ªnimo elemento de esperanza en que las cosas mejorar¨¢n en el futuro o al menos que las p¨¦rdidas no ser¨¢n demasiado importantes. La ira y el enfado siempre estar¨¢n al alcance y pueden llevar a la decepci¨®n.
P. ?C¨®mo definir¨ªa esta era? ?Una era de odio? ?De cinismo?
R. Lo que los fil¨®sofos alemanes llaman zeitgeist desde el siglo XVIII, el esp¨ªritu de nuestro tiempo, es algo que escapa a toda definici¨®n. Pero aun as¨ª hay algo en el aire, y es que los europeos de hoy sienten cierto malestar por su debilidad pol¨ªtica. Aunque muchos siguen creyendo en el compromiso pol¨ªtico, una gran parte de nuestra poblaci¨®n occidental ha elegido ya la resignaci¨®n, ya no creen en la pol¨ªtica. Un importante sector de la poblaci¨®n en Europa ha elegido el privatism, la prioridad de la vida privada.
P. ?Y crece? ?Es una tendencia?
R. Lo relevante es que esto ayuda a los pol¨ªticos, porque tener enfrente a una poblaci¨®n resignada vuelve su trabajo m¨¢s sencillo. Mira Boris Johnson. Todo el mundo ha entendido que es un payaso, que hace lo que le da la gana y que ser¨ªa un error tom¨¢rselo demasiado en serio. Es la versi¨®n ir¨®nica de la resignaci¨®n, que cuadra muy bien con la mentalidad brit¨¢nica: siempre ha tenido una cierta dosis de mofa en la esfera pol¨ªtica. Y lo mismo con los franceses, que siempre han sido l¨ªderes en revueltas y ahora est¨¢n cansados.
¡°La decadencia europea sigue siendo lo m¨¢s atractivo del mundo¡±
P. Usted que ha explicado el mundo desde un punto de vista esf¨¦rico y global, ?c¨®mo valora lo que est¨¢ ocurriendo con Rusia? ?Putin nos est¨¢ devolviendo a un mundo bipolar?
R. No, sin duda, no. Porque Putin no puede creer que Rusia es m¨¢s importante que China. Esa ilusi¨®n no es rea?lista ni siquiera para ¨¦l. Seguir¨¢ siendo un mundo tri o pentapolar: Estados Unidos, China, Rusia, Europa¡ Tras la ruptura del orden bipolar en 1990 ya no hay espacio para grandes simplificaciones, la estructura multipolar crece y no hay forma de escapar de este patr¨®n tan complicado. Putin pretende el liderazgo de lo que antes se llamaba el segundo mundo, pero sabe que el estilo de vida ruso no es atractivo. No tiene ning¨²n encanto, ning¨²n soft power en absoluto. Mientras Estados Unidos, aunque se haya deshonrado por tantos errores, a¨²n tiene ese lado encantador, el enorme poder de esa forma de vida. Nada es atractivo en los estilos de vida de Rusia y China. Hasta la decadencia europea es a¨²n lo m¨¢s atractivo que hay en el mundo como forma de vida, seguida por lo que queda del sue?o americano. Que ha destruido y decepcionado mucho, pero a¨²n queda algo. Putin sabe bien que nunca podr¨¢ competir con los elementos del modo de vida occidental. Las ¨²nicas armas que tiene son la subversi¨®n, la corrupci¨®n, la desinformaci¨®n y el discurso habitual contra la decadencia occidental. Sobre el aumento de subculturas homosexuales o la falta de voluntad de las mujeres occidentales de tener hijos, que tambi¨¦n ocurre all¨ª y eso le preocupa, en 20 a?os pueden perder 10 millones de habitantes. ?C¨®mo pretender ser una gran potencia as¨ª? La UE sola tiene m¨¢s de 400 millones de habitantes, es d¨¦bil, es intensiva en consumo y no muy buena en combate, no tiene ning¨²n esplendor militar, pero es reina en estilo de vida.
P.??Debemos asustarnos? ?Usted est¨¢ asustado por los movimientos de Putin en torno a Ucrania?
R.?No realmente. Le llevo observando 20 a?os y s¨¦ que es capaz de cometer cualquier crimen si le resulta ¨²til, pero ya ha conseguido su objetivo: desestabilizar a Occidente, crear preocupaci¨®n y demostrar que Rusia a¨²n merece atenci¨®n por parte del resto de la humanidad, lo que probablemente era su principal objetivo. Seguramente se ir¨¢ tan pronto como su sed de poder y sus ambiciones sean satisfechos, tras alg¨²n golpe simb¨®lico.
P.?Europa es atractiva, como dice, y atrae una inmigraci¨®n que sin embargo rechazamos. Gente que escapa del cambio clim¨¢tico, de las sequ¨ªas. ?C¨®mo resolvemos esto?
R.?Estamos en una gran contradicci¨®n. Seg¨²n nuestro sistema de valores simb¨®licos, estamos obligados a mostrar una hospitalidad y generosidad que podr¨ªamos asumir, pero no queremos hacerlo. Sobre todo en los pa¨ªses del Este. Su actitud es: hemos sufrido m¨¢s de medio siglo bajo la represi¨®n rusa, nos han explotado durante d¨¦cadas, ?y ahora se nos pide compartir lo poco que hemos conseguido?
P.?Tampoco la extrema derecha en Alemania, Espa?a, Francia quiere.
R.?S¨ª, la atm¨®sfera es comparable en todas partes. Hay una urgencia idealista por parte de sacerdotes, activistas o ciudadanos que quieren integrar al extranjero, feministas por ejemplo que acogen a v¨ªctimas de violencia sexual, pero es una contradicci¨®n porque no queremos lo que deber¨ªamos, y nunca lograremos que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n quiera lo que debe. Porque el kantianismo no est¨¢ hecho para la gente com¨²n [r¨ªe].
P.??Y qu¨¦ puede hacer la filosof¨ªa por este mundo?
R.?Cuando me preguntan eso, intento esconderme tras las espaldas de Nietzsche, que dijo que nuestra misi¨®n es da?ar a la estupidez. Si lo logramos, habremos cumplido al menos un cap¨ªtulo. El otro lo compartimos con artistas y religiosas: desarrollar una mirada sobre el sentido o sinsentido de la vida y hacerlo algo m¨¢s comprensivo. Pero esto no es necesariamente un trabajo anal¨ªtico, sino una misi¨®n l¨ªrica, y este tipo de preguntas pueden ser contestadas por la poes¨ªa y cualquier otra forma de consuelo. Somos criaturas necesitadas de consuelo. O al menos de anestesia. Escrib¨ª hace 10 a?os Has de cambiar tu vida (Pre-Textos, 2012) con el cap¨ªtulo Revoluci¨®n de Octubre, que no se refiere a 1917 sino a algo que ocurri¨® en el Hospital General de Massachusetts, en octubre de 1847, la primera intervenci¨®n bajo anestesia total, que hizo posible el mundo moderno de la medicina. Ahora somos pacientes de una forma distinta, somos operables hasta extremos incre¨ªbles. ?A m¨ª mismo me operaron hace una semana y aqu¨ª estoy!
¡°La desconfianza ha crecido, cualquiera puede ser portador del mal o de influencias t¨®xicas¡±
P.?Hablando de enfermedades, ?hemos aprendido de la pandemia? ?Ha cambiado algo?
R.?Creo que s¨ª. El nivel general de paranoia ha aumentado.
P.??Y eso es bueno?
R. No, no. En absoluto. La atm¨®sfera de desconfianza ha crecido porque todo el mundo puede ser transmisor o portador del mal, de influencias t¨®xicas. Ya estaba en el aire mucho antes de la covid-19. Desde Estados Unidos ven¨ªamos recibiendo un nuevo tipo de discurso social, un juego de lenguaje creado por el feminismo americano sobre la masculinidad t¨®xica. Eso naci¨® hace 10 a?os o m¨¢s. A cada persona complicada la llaman soci¨®pata y est¨¢n dispuestos a definir a los dem¨¢s con caracter¨ªsticas patol¨®gicas. La covid-19 solo ha exacerbado esa tendencia. Y por otro lado, entendemos la importancia de la amistad, de la confianza, de la reflexi¨®n como cualidades meditadas de la vida, toda la sociedad se ha transformado en una especie de monasterio durante el confinamiento. Vimos algo incre¨ªblemente precioso: redescubrir la belleza de los momentos vac¨ªos, la cualidad meditativa de la vida.
P.?Al mismo tiempo hay una paradoja: cre¨ªamos vivir en un mundo interconectado en el que desayunamos kiwis de Nueva Zelanda y de repente nos dimos cuenta de que no hab¨ªa mascarillas. Y contin¨²a el problema de los suministros. ?Cu¨¢l es su reflexi¨®n sobre esa interconectividad que nos hace tan dependientes?
R.?Un grupo de intelectuales con base en Par¨ªs publicamos hace tiempo lo que llamamos ¡°Declaraci¨®n de Dependencia¡±, dirigido a todo el mundo, para que la gente ya no crea en la ilusi¨®n de la independencia en un mundo en el que todo est¨¢ conectado. Este es el momento de que esa declaraci¨®n sea suscrita por todos los gobiernos del mundo. Los fallos de la cadena de suministros exist¨ªan desde mucho antes.
P.?Pero nos habla de nuestra vulnerabilidad y nuestros l¨ªmites.
R.?S¨ª. Vivimos en una especie de burbujas de alto rendimiento y una vez que sales de ellas ves que son una ilusi¨®n para una minor¨ªa feliz. Solo tienes que dar un paso, salir del invernadero del capitalismo y darte cuenta de que no existe tanta interconexi¨®n. Lo contaba en En el mundo interior del capital.
P.??Cree que el capitalismo est¨¢ en decadencia?
R. No, no creo. Puede llevar a situaciones decadentes, pero la decadencia solo es resultado del relajamiento. Si la gente se relaja profundamente, habr¨¢ decadencia, se desacostumbran al esfuerzo que te hace avanzar m¨¢s lejos.
P.?Usted ha sido profesor y est¨¢ en contacto con j¨®venes. ?C¨®mo ve a las nuevas generaciones?
R.?Hay muchos hambrientos de ¨¦xito, deseosos de ganar dinero lo antes posible, estudian empresariales, ingenier¨ªas y carreras pragm¨¢ticas, pero aquellos con los que estaba en contacto como profesor eran so?adores y rom¨¢nticos o c¨ªnicos que desde muy temprano se toman todo a broma. Algunos est¨¢n preocupados por la seriedad, por el cambio clim¨¢tico. El ¨²nico modo de escapar del resentimiento es comprometerse con una causa real.
¡°Putin ya ha conseguido su objetivo: demostrar que Rusia a¨²n merece atenci¨®n¡±
P.??Podemos salvar el planeta?
R.?No. Nadie puede salvar el planeta porque el planeta no necesita un salvador. Es la civilizaci¨®n humana la que necesita nuevas pol¨ªticas que hagan la vida humana sostenible en los pr¨®ximos 20 o 100 a?os. No sabemos si esto es posible, hay una gran contradicci¨®n entre los imperativos de nuestra forma de vida y los imperativos de la gesti¨®n del clima. Deber¨ªamos prepararnos para tiempos duros y especialmente los que viven esa forma de vida moderna, el consumo, la movilidad, los viajes, el lujo, el turismo, las ropas, y no quieren renunciar a ella.
P.??Es pesimista entonces sobre nuestra capacidad de cambiar?
R.?No soy pesimista. Pero tienes que tomar a la gente por lo que es y a partir de ah¨ª construir soluciones. Es aquello de que con la madera torcida de la humanidad no puedes construir algo recto, un concepto antropol¨®gico muy realista. Solo el realismo ayudar¨¢.
P.?Usted ha escrito ?Qu¨¦ sucedi¨® en el siglo XX? Dentro de 80 a?os, qu¨¦ dir¨ªa en un libro llamado ?Qu¨¦ sucedi¨® en el siglo XXI?
R.?El siglo XXI es a¨²n una prolongaci¨®n del XX. Y lo principal del XX fue el auge y ca¨ªda del comunismo, fue un siglo perdido, de derramamiento de sangre e inmenso sacrificio de vidas.
¡°Con la pandemia vimos algo incre¨ªblemente precioso: la belleza de los momentos vac¨ªos¡±
P.??Y este? ?Puede ver el fin del consumismo que practicamos?
R.?En el mejor de los mundos posibles, podr¨ªa ser el siglo en que esas bestias que llamamos imperios se domen mutuamente.
P.??Habla de destrucci¨®n mutua?
R.?No solo de destrucci¨®n, sino de doma. El Estado naci¨®n tiene en su interior un poder civilizador para su poblaci¨®n, pero en las relaciones exteriores se sigue comportando como un depredador, como una bestia salvaje. La Tierra es una entidad que soporta cinco o siete construcciones poderosas de tipo imperial que compiten entre s¨ª fuertemente. Y, en el futuro, ya que el bienestar en sentido generoso a largo plazo ya no es una opci¨®n, estas deben aprender el arte de la coexistencia y la doma mutua. Una bestia salvaje debe aprender a domarse a s¨ª misma y a las dem¨¢s. Y eso solo puede ocurrir en tensi¨®n intensiva con los dem¨¢s poderes. Desde el momento en que la gran guerra est¨¦ excluida, el siglo XXI podr¨ªa convertirse en una ¨¦poca de avance de la civilizaci¨®n, ya que la civilizaci¨®n no ha completado todo su camino porque a¨²n hay un salvaje ah¨ª afuera. Tal vez en 100 a?os entrevistes a un intelectual que te diga que el siglo XXI fue a¨²n peor que el XX. ?Espero que no!
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