El legado de cuatro siglos de colonialismo, racismo y esclavitud de Pa¨ªses Bajos se expone en ?msterdam
El Museo de los Tr¨®picos abre al p¨²blico una muestra permanente con la intenci¨®n de fomentar el debate social y combatir desigualdades y explotaci¨®n
Ubicado desde 1926 en un imponente edificio de ?msterdam, el Museo de los Tr¨®picos tiene sendas torres exteriores y una espaciosa plaza interior rodeada por una galer¨ªa. Casi 100 a?os despu¨¦s, el antiguo centro colonial abre este viernes al p¨²blico una exposici¨®n permanente que ya no consiste en presentar las posesiones del pasado holand¨¦s. Lo que se recoge ahora es el legado de cuatro siglos de un r¨¦gimen cuyos efectos siguen vigentes en forma de racismo, desigualdades o explotaci¨®n. Al mostrar c¨®mo sufrieron y resistieron, c¨®mo se rebelaron y consiguieron mantener viva su creatividad al menos un mill¨®n de seres humanos esclavizados, el museo espera fomentar el debate social reflejando la complejidad de una herencia viva y com¨²n.
Titulada Nuestro legado colonial, la muestra ocupa una planta entera del museo en la que se ha dispuesto una decena de salas, cada una con un tema distinto, y unos 500 objetos a la vista. Los holandeses surcaron los oc¨¦anos desde finales del siglo XVI para comerciar, lo mismo que otros pa¨ªses europeos, y pocos a?os despu¨¦s las Compa?¨ªas de las Indias Orientales y Occidentales eran ya dos de las mayores organizaciones mercantiles mundiales. En Asia, ?frica y Am¨¦rica, se formaron redes empresariales fundadas en el transporte de bienes obtenidos a base de explotar a los esclavos. La violencia serv¨ªa para conquistar un territorio y asegurar luego la mayor producci¨®n al menor coste posible, y hay un episodio tr¨¢gico que ilustra la ausencia de barreras para obtener beneficios econ¨®micos. Hasta mediados del siglo XIX, las Islas de Banda, situadas al este de Java y que forman parte de la provincia indonesia de las Molucas, eran las ¨²nicas productoras mundiales de nuez moscada y de macis, la cobertura carnosa de la semilla de este ¨¢rbol. Los holandeses forzaron el monopolio del cultivo, y ante la resistencia de los habitantes originarios, ¡°los soldados al mando de Jan Pieterszoon Coen, un oficial de la Compa?¨ªa de las Indias Orientales, mataron o esclavizaron en 1621 a casi toda la poblaci¨®n, unas 14.000 personas. Algunos lograron escapar a otras islas y formaron una comunidad cuyos descendientes han llegado hasta hoy¡±, se?ala Pim Westerkamp, conservador del museo. El episodio es presentado como una masacre en los relatos hist¨®ricos, pero aqu¨ª se usa el t¨¦rmino genocidio para describirlo.
En el coraz¨®n de la primera planta hay un monumento digital en forma de instalaci¨®n interactiva que permite pulsar el nombre de un esclavo y seguir sus conexiones familiares, o bien los lugares donde fueron llevados a la fuerza. Incluye 200.000 nombres y sirve de homenaje y recuerdo a personas tratadas como mercanc¨ªa y que constan en los archivos de la esclavitud de Surinam y Curazao, y en una base de datos sobre Indonesia. ¡°Parece mucho, pero puede ser el 10% de la cifra real calculada, y hemos tratado de reunir a miles de personas sometidas, pero con estructuras familiares como cualquiera de nosotros¡±, se?ala Dirk Bertels, el experto en dise?o y tecnolog¨ªa cuya agencia ha desarrollado la instalaci¨®n.
Al trabajo de los esclavos y sus familias en distintas plantaciones de cacao, caf¨¦, tabaco, az¨²car o aceite de palma, se a?ad¨ªa el da?o ambiental causado por la demanda de una Europa ¨¢vida de nuevos lujos y sabores. ¡°Se vaciaron monta?as en busca de minerales y bosques enteros fueron destruidos para hacer sitio a las plantaciones. Los pantanos se drenaron y todav¨ªa hoy la tierra es saqueada en busca de bienes baratos¡±, puede leerse en una de las salas, frente a una pintura del artista contempor¨¢neo indonesio Maryanto. En blanco y negro, muestra un paisaje de minas y cadenas, donde antes hubo naturaleza tropical. El museo recuerda que, en 1904, ¡°el Gobierno colonial holand¨¦s estableci¨® adem¨¢s el monopolio de la importaci¨®n, procesado y distribuci¨®n de opio¡±. Seg¨²n los datos barajados por los historiadores, entre 660.000 y 1,1 millones de personas fueron transportadas a Indonesia. Otras 600.000 se llevaron desde ?frica hasta Am¨¦rica del Norte, Surinam, Brasil y el Caribe.
El di¨¢logo con el presente promovido en este montaje resalta en la sala dedicada a la percepci¨®n personal. Bajo el lema ¡°Existe el racismo, no la raza¡±, el conservador Westerkamp se?ala el retrato de un hombre negro junto al que puede leerse la palabra neerlandesa neger. Es el equivalente ofensivo de nigger, en ingl¨¦s. ¡°Un t¨¦rmino que no me gusta nada, pero que dejamos para ilustrar el hecho de que la explotaci¨®n se basaba en la idea de la superioridad del blanco¡±, dice. Hay otros retratos similares que reflejan el efecto de la idea de raza, ¡°surgida en el siglo XVII en Europa, y transformada en el XIX en una clasificaci¨®n para dividir a la gente en funci¨®n de su aspecto¡±, se explica en este apartado. Luego se atribu¨ªa un car¨¢cter, inteligencia o moral a cada uno. De este modo, unas razas eran calificadas de inteligentes y emprendedoras, mientras que otras eran tildadas de perezosas, violentas o sensuales. De inferiores, ¡°cuando la raza es un constructo sociopol¨ªtico y legal¡±, a?aden en el centro. Una galer¨ªa de 44 rostros, diversos, firmada por la artista sudafricana Marlene Dumas, afincada en ?msterdam, sirve de cr¨ªtica al intento de catalogar seres humanos.
Cuando Pa¨ªses Bajos aboli¨® la esclavitud en Indonesia (1860) y en el Caribe (1863) se mantuvieron los estereotipos. Como en otras naciones con pasado colonial ¡ªla soberan¨ªa de Indonesia se reconoci¨® en 1949¡ª estos siguen generando hoy desigualdades en el mercado laboral y de vivienda, o en la educaci¨®n. El ejemplo m¨¢s reciente data de pasado mayo. El Gobierno holand¨¦s reconoci¨® entonces que hubo ¡°racismo institucional¡± en el esc¨¢ndalo de los subsidios familiares que tumb¨® al Gabinete anterior el a?o pasado. La Agencia Tributaria examin¨® durante a?os las peticiones de ayudas para el cuidado de los ni?os, y las de inscripci¨®n de negocios, en funci¨®n del origen, nacionalidad o sexo de quienes las presentasen. La colecci¨®n del Museo de los Tr¨®picos est¨¢ en manos del Ejecutivo desde 2014, y el centro jug¨® en su d¨ªa un papel en la percepci¨®n de inferioridad de los pa¨ªses colonizados. De ah¨ª que espere la visita de menores a partir de 12 a?os para contribuir a la comprensi¨®n del presente.
Babelia
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