La Orquesta Sinf¨®nica de Kiev, el frente cultural n¨®mada de Zelenski, llega a Madrid
Los m¨²sicos act¨²an en la cumbre de la OTAN, est¨¢n de gira por Europa y representan un s¨ªmbolo de su Gobierno con una misi¨®n fuera de sus fronteras
Salieron de Kiev ya avanzada la invasi¨®n rusa. Se reunieron en Varsovia, donde dieron su primer concierto fuera de Ucrania, continuaron en Alemania y esta semana recalan en Madrid para actuar en la cumbre de la OTAN. Ha sido un regalo imprevisto para los mandatarios por parte del Gobierno espa?ol. La m¨²sica de la Orquesta Sinf¨®nica de Kiev sonar¨¢ este mi¨¦rcoles en medio de la reuni¨®n de mandatarios dentro del Museo del Prado y sirve estos meses de s¨ªmbolo y llamada de atenci¨®n por Europa. Tal como dos de sus integrantes afirman m¨¢s que concienciados, como es el caso de Olha Stukalova, flauta, y Oleksii Pshenychnikov, viol¨ªn: ¡°Somos un frente cultural en medio de la guerra¡±.
La ¨²ltima semana de febrero, los m¨²sicos ensayaban las piezas de un concierto previsto para principios de marzo en Kiev junto al bar¨ªtono alem¨¢n Matthias Goerne. Pero el 24 de febrero todo qued¨® en suspenso: su programa, sus vidas, la m¨²sica¡ Tanto que durante semanas, Oleksii y Olha, que entonces no formaba parte de la formaci¨®n, fueron incapaces de articular ninguna nota en sus instrumentos. Aun as¨ª, los llevaban consigo, convencidos de que en cualquier momento los iban a necesitar. ¡°Mi madre, que colabora con una ONG desde 2014, nos dijo a mi hermana y a m¨ª antes de que comenzara la invasi¨®n: ¡®Empaquetad todo porque algo puede ocurrir¡±, recuerda Olga desde su retiro en Gera, Alemania, cerca de Leipzig.
Ella se mostraba esc¨¦ptica. Cre¨ªa que al final todo se arreglar¨ªa: ¡°Qu¨¦ idiota fui. Hoy me arrepiento de haberme sentido tan inocente¡±, afirma la flautista, de 22 a?os. Lo que no imagin¨® nunca, se produjo: ¡°Pasaban los aviones junto a nuestras ventanas, muy pronto sentimos los bombardeos de barrios vecinos, empezamos a llamar a familiares y amigos. No pod¨ªa comer, ni pensar en tocar mi flauta, estuve paralizada semanas¡±.
Lo que se les ha quedado grabado a ambos es el sonido. Una vibraci¨®n extra?a a la vida, violenta, terca y ausente de armon¨ªa. ¡°Como soy m¨²sico es lo que m¨¢s me impact¨®, ese sonido de los aviones, las bombas, las sirenas, los tanques, los helic¨®pteros¡¡±, dice Olekssi, de 23 a?os: ¡°Si escucho un golpe, un coche pasar por encima de un t¨²nel o una sirena en cualquier parte me sobresalto. S¨¦ que esa sensaci¨®n quedar¨¢ conmigo muchos a?os¡±, afirma el violinista. Durante d¨ªas no pudo comer ni pegar ojo. Su obsesi¨®n se reduc¨ªa a buscar refugio en caso de que se aproximara el peligro: ¡°Mi hermano y yo estuvimos solos en casa los dos primeros d¨ªas hasta que mi madre pudo regresar a buscarnos. Ella trabaja en el departamento de seguridad nuclear y no le resultaba posible abandonar su puesto. Cuando lleg¨® nos fuimos a casa de mis t¨ªos, en el campo. Estaba todo colapsado. Si te quedabas en la carretera, no avanzabas, hicimos kil¨®metros campo a trav¨¦s¡±.
Los primeros d¨ªas les resultaron aterradores: de casa al refugio m¨¢s pr¨®ximo. De repente, aquella vida ya truncada en la que reinaba la camarader¨ªa y el ambiente festivo en la orquesta se rompi¨®. El violinista apenas llevaba un a?o dentro; Olha formaba parte de otros grupos estudiantiles y dirig¨ªa los ensayos de las secciones de viento entre los suyos cuando todo qued¨® desbaratado. Despu¨¦s ella viaj¨® a Alemania e ingres¨® en la orquesta de mano de Oleksii.
Luiggi Gaggero, italiano y director titular de la Sinf¨®nica de Kiev, se encontraba fuera del pa¨ªs. Pasaba unos d¨ªas en Estrasburgo, donde da clases en el conservatorio. Inmediatamente activ¨® sus contactos. Hizo lo que pudo, escribi¨® art¨ªculos en la prensa y se movi¨® entre colegas para sacar a los m¨²sicos de la ciudad y reunirlos en alguna parte. Varsovia fue el lugar de encuentro. Dieron a elegir entre quedarse o salir. M¨¢s de 80 m¨²sicos y parte de sus familias optaron por trasladarse a Polonia con un futuro incierto: ¡°Hoy somos una orquesta n¨®mada. Vamos a aquellas ciudades que nos acogen. Empezamos en Varsovia, donde pudimos ya ensayar y dar conciertos, seguimos en Alemania. Quiz¨¢s en Espa?a puedan acogernos alg¨²n tiempo¡±, afirma.
Genocidio cultural
Ucrania vive bajo la ley marcial. Los hombres entre 18 y 60 a?os no pueden abandonar el pa¨ªs sin permiso del Gobierno. ¡°Al principio, el Ministerio de Cultura y el de Defensa concedieron un mes a los m¨²sicos, pero despu¨¦s, al comprobar el impacto que los conciertos ten¨ªan, los han ampliado definitivamente¡±.
Y es que hoy, la Orquesta Sinf¨®nica de Kiev se ha convertido en un s¨ªmbolo fuera de sus fronteras con el apoyo expreso del Gobierno de Volod¨ªmir Zelenski. ¡°Somos el frente cultural¡±, aseguran los dos m¨²sicos j¨®venes. ¡°Tenemos una responsabilidad como embajadores de Ucrania, debemos trasladar un mensaje al mundo: no solo quieren asesinarnos, tambi¨¦n sufrimos un genocidio cultural¡±, afirma Oleksii Pshenychnikov.
Para ello, en sus conciertos interpretan principalmente a compositores ucranios. En Madrid sonar¨¢ la Sinfon¨ªa en do mayor de Maksim Berezovski, algo que comentar¨¢n tambi¨¦n en un encuentro con alumnos de la Escuela Reina Sof¨ªa por la ma?ana. La pieza fue creada entre 1770 y 1772 y est¨¢ considerada la primera compuesta en Ucrania, seg¨²n Luigi Gaggero. ¡°Una prueba tambi¨¦n de la ra¨ªz europea que tiene la m¨²sica del pa¨ªs. Berezovski estudi¨® en Italia con el padre Martini, uno de los maestros de Mozart¡±.
Gaggero, genov¨¦s de 46 a?os, entr¨® en la orquesta como director titular en 2014. ¡°Que me eligieran da muestra de su talante¡±, dice. ¡°No muchos directores extranjeros trabajan all¨ª o en los pa¨ªses de esa zona¡±. El intercambio en ese sentido ha sido muy rico para ¨¦l: ¡°Yo he tratado de aportarles otro repertorio, otro sonido, otras visiones est¨¦ticas; nos vamos enriqueciendo mutuamente de experiencias y bagajes compartidos; al fin y al cabo, ese es el fin de la m¨²sica, ?no?¡±.
A la aventura art¨ªstica, hoy se une otra: diplom¨¢tica y pol¨ªtica, por un lado; combativa, por otro¡ La motivaci¨®n les sobra. Los ¨²ltimos meses les han transformado tambi¨¦n como m¨²sicos. ¡°Cuando nos reunimos en Varsovia a principios de abril llev¨¢bamos un mes y medio sin trabajar juntos. No les hab¨ªa vuelto a escuchar. Me impresionaron¡¡±, asegura el titular.
Semanas inactivos no les hab¨ªan atrofiado. El golpe psicol¨®gico, la odisea tr¨¢gica de verse obligados a abandonar el pa¨ªs sin fecha de retorno, lejos de paralizarlos les ha motivado extraordinariamente. ¡°Ya en el primer ensayo me impact¨® su nivel de intensidad. Fue algo que no hab¨ªa sentido en mi vida. Para ellos hab¨ªa pasado de ser un mero trabajo a algo que afrontaban como un nuevo sentido vital, brotaba de los instrumentos otro esp¨ªritu, un ox¨ªgeno desconocido. Fue una gran lecci¨®n¡±.
Gaggero cree que el arte est¨¢ conectado a un lazo especial que lo potencia con la necesidad de sobrevivir, con las crisis, con los estados de emergencia. ¡°Ah¨ª es cuando se demuestra que no se trata s¨®lo de un entretenimiento, sino que establece una conexi¨®n con sentimientos muy profundos y el convencimiento de que resulta ¨²til y fundamental en situaciones tr¨¢gicas¡±.
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