Un toro de premio
¡®Rufi¨¢n¡¯, de la ganader¨ªa de Jandilla, un toro bravo, encastado y noble, con el que Talavante ofreci¨® su mejor imagen tras su reaparici¨®n
Alejandro Talavante lleg¨® a Pamplona decidido a recuperar su imagen emborronada de figura del toreo y puso un desmedido empe?o en triunfar ante esta parroquia tan especial. No lo consigui¨® porque la espada sigue siendo una asignatura pendiente, pero se encontr¨® con el lote m¨¢s favorable de una aceptable corrida de Jandilla, y ofreci¨® su mejor versi¨®n como torero desde que decidi¨® reaparecer en los ruedos. Llam¨® la atenci¨®n no solo su buena concepci¨®n, sino su inter¨¦s por agradar a las pe?as y congraciarse con ellas como un coletudo bullidor m¨¢s. Brind¨® al p¨²blico sus dos toros, inici¨® la faena de muleta a su primero de rodillas en el centro del anillo con un arriesgado pase cambiado por la espalda, y acab¨® esa labor por bernadinas; y con manoletinas puso fin a la faena al quinto en una expresi¨®n evidente de firmar un pacto de buena vecindad con los ocupantes del sol; no cort¨® orejas, pero se le vio sonre¨ªr en la vuelta al ruedo, se?al inequ¨ªvoca de su satisfacci¨®n.
Es verdad que le toc¨® en quinto lugar un toro de bandera, ¡®Rufi¨¢n¡¯, de 565 kilos de peso, negro mulato, que fue el ¨²nico que empuj¨® con los ri?ones en el primer encuentro con el picador, galop¨® en banderillas y derroch¨® calidad en la muleta, encastado, codicioso, noble, con prontitud, fijeza y transmisi¨®n en sus repetidas embestidas.
Talavante, in¨¦dito con el capote, lo mulete¨® con firmeza, seguridad, sentido del temple y una natural hondura. Tras unos pases por alto, se luci¨® en dos buenas tandas por naturales largos y de enorme prestancia; hilvan¨® despu¨¦s acompasados derechazos, y al tiempo que el toro demostraba sus muchas cualidades, el torero se sent¨ªa como tal, se gustaba en los pases de pecho y ofrec¨ªa la mejor versi¨®n de s¨ª mismo, esa que parec¨ªa haber perdido en su tiempo de retirada.
Mat¨® mal y se esfum¨® el triunfo, como tambi¨¦n lo hizo ante su primero, otro animal encastado y muy codicioso, blando de remos y rebrincado a veces, con el que se luci¨® a la ver¨®nica y con la muleta solo ofreci¨® detalles sueltos y algunos naturales de nota.
Urdiales, por su parte, brind¨® su primer toro, al que hab¨ªa recibido con templadas ver¨®nicas y un buen quite posterior, y su faena de muleta fue correcta, plagada de buenos apuntes, pero sin la conjunci¨®n necesaria. Quiz¨¢ no sea esta ruidosa Pamplona el mejor escenario para sentirse torero y expresar un sentimiento. Lo cierto es que las gotas de buen toreo de Urdiales pasaron desapercibidas. Otro ramillete de ver¨®nicas dibuj¨® ante el cuarto, el toro m¨¢s molesto y deslucido del encierro, y su labor deslavazada no pas¨® del ruedo a los tendidos.
Y Gin¨¦s Mar¨ªn acab¨® molesto con el desfondado juego del sexto, al que mat¨® de una gran estocada; y tampoco emocion¨® ante el noble tercero con un toreo aseado, correcto y fr¨ªo que no levant¨® pasiones a pesar de sus manoletinas finales.
Jandilla/Urdiales, Talavante, Mar¨ªn
Cinco toros de Jandilla, correctos de presentación, mansos en los caballos, con las fuerzas justas -especialmente el segundo-, codiciosos, nobles y con clase en el tercio final. Rebrincado el cuarto y sin clase el sexto. El quinto fue el único que empujó en varas, aunque solo en el primer puyazo, y fue extraordinario -encastado y con calidad- en la muleta. El primero, de Vegahermosa, justo de presencia, manso y con clase.
Diego Urdiales: estocada contraria -aviso- (saludos tras petición); -aviso- pinchazo y media (silencio).
Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada trasera (silencio); estocada caída -aviso- y tres descabellos (vuelta).
Ginés Marín: estocada caída -aviso- y un descabello (silencio); gran estocada (silencio).
Plaza de Pamplona. 12 de julio. Sexta corrida de la feria de San Fermín. Lleno.
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