Diana Kennedy, autora y promotora de la comida mexicana en el mundo
La escritora brit¨¢nica falleci¨® en M¨¦xico la madrugada del domingo a los 99 a?os. A lo largo de 65 a?os public¨® nueve libros en los que desvelaba secretos gastron¨®micos de las varias cocinas del pa¨ªs
A pesar de haberle dedicado su vida, Diana Kennedy siempre tuvo problemas para describir la comida mexicana. Lo admite en Mi M¨¦xico, uno de sus libros m¨¢s populares entre los nueve recetarios que public¨® con m¨¢s de 1.100 recetas. La obra de 1998 es, junto a Las cocinas de M¨¦xico (1972), cl¨¢sicos que han vendido cientos de miles de ejemplares que pueden encontrarse en librer¨ªas desde Chula Vista, California, hasta El Paso, Texas. ¡°Para hacer justicia a la comida de este extraordinariamente complejo pa¨ªs se necesitar¨ªan varias vidas de investigaci¨®n y varios viajes¡±, asegur¨® la esc...
A pesar de haberle dedicado su vida, Diana Kennedy siempre tuvo problemas para describir la comida mexicana. Lo admite en Mi M¨¦xico, uno de sus libros m¨¢s populares entre los nueve recetarios que public¨® con m¨¢s de 1.100 recetas. La obra de 1998 es, junto a Las cocinas de M¨¦xico (1972), cl¨¢sicos que han vendido cientos de miles de ejemplares que pueden encontrarse en librer¨ªas desde Chula Vista, California, hasta El Paso, Texas. ¡°Para hacer justicia a la comida de este extraordinariamente complejo pa¨ªs se necesitar¨ªan varias vidas de investigaci¨®n y varios viajes¡±, asegur¨® la escritora, quien falleci¨® la madrugada del domingo en su casa de Michoac¨¢n (M¨¦xico) a los 99 a?os. Kennedy quiz¨¢ muri¨® sin respuesta, pero el conocimiento que reuni¨® en casi 70 a?os de trabajo es una de las fuentes de sabidur¨ªa culinaria m¨¢s sabrosas.
Kennedy, cuyo nombre de soltera era Diana Southwood, naci¨® en 1923 en Loughton, Inglaterra. Su padre era un comerciante y su madre maestra de primaria. Aunque sus a?os de juventud estuvieron marcados por la escasez que impon¨ªa la Segunda Guerra Mundial, tuvo la oportunidad de viajar desde joven por Escocia, Francia y Espa?a. Con 30 a?os migr¨® a Toronto. Lleg¨® a M¨¦xico por primera vez en 1957. ¡°No traje conmigo ning¨²n talento particular, solo amor por la buena comida y abundante curiosidad e inquietud¡±, escribi¨® Kennedy.
Arrib¨® casi por azar, por cumplir lo que consider¨® un tr¨¢mite matrimonial. Acompa?aba a su esposo, Paul Kennedy, quien hab¨ªa sido nombrado corresponsal de M¨¦xico, Centroam¨¦rica y el Caribe para The New York Times. La pareja se hab¨ªa conocido en Hait¨ª un a?o antes y pensaba que su estancia en Ciudad de M¨¦xico ser¨ªa solamente una escala temporal hacia otro destino. Mientras esperaba esa nueva aventura, Kennedy, como muchos de los turistas que visitan la capital por primera vez, se enamor¨® de los mercados, los colores y el ambiente citadino de inicios de los sesenta.
La diversidad de la cocina mexicana comenz¨® a interesarle. En una entrevista con The Guardian, asegur¨® que a algunas de las cenas a las que acud¨ªa con su marido ped¨ªa a los anfitriones que les compartiera las recetas de los platillos servidos. ¡°Se re¨ªan y me ped¨ªan que les preguntara a las sirvientas¡±, dijo Kennedy en 2003. As¨ª aprendi¨® la importancia de visitar a las abuelas de los pueblos m¨¢s rec¨®nditos de M¨¦xico en busca de secretos.
El matrimonio volvi¨® a Nueva York cuando le fue diagnosticado un c¨¢ncer a su esposo. Paul muri¨® en 1967. Diana daba clases de cocina y hab¨ªa conseguido un contrato para escribir un libro sobre gastronom¨ªa mexicana gracias a un amigo, el influyente cr¨ªtico culinario del Times, Craig Clairborne. Pero se hizo una pregunta: ¡°?Por qu¨¦ sigo en Manhattan?¡± As¨ª que despu¨¦s de perder a uno de los grandes amores de su vida, se fue en 1976 en busca del otro: M¨¦xico. Fue un romance correspondido. Solo cinco a?os despu¨¦s, el pa¨ªs la condecor¨® con la ?rden del ?guila Azteca, la mayor distinci¨®n a los extranjeros.
Durante d¨¦cadas, Kennedy se forj¨® la imagen de la mujer independiente vestida con khakis y sombrero a bordo de una camioneta pickup en la que se adentr¨® a todo un pa¨ªs con una libreta, una pluma y varios casetes de ¨®pera como ¨²nica banda sonora. En 2018, dijo a una periodista que dorm¨ªa con una pistola debajo de la almohada en Quinta Diana, su casa por 40 a?os, ubicada en un paraje rural de San Pancho, Zit¨¢cuaro (Michoac¨¢n). Su dominio de la cocina se hizo especialmente profundo en el sur y centro porque, en sus palabras, son zonas donde ¡°el cambio ha sido m¨¢s lento y las tradiciones locales son muy respetadas¡±.
Aunque no tuvo formaci¨®n de periodista, sus cr¨®nicas puntuales y sin adornos innecesarios revelan algunas de las ceremonias m¨¢s complejas de la cocina mexicana. Como ejemplo est¨¢ la visita que hizo al Estado de Puebla, en el centro del pa¨ªs, para presenciar la matanza, un rito tan barb¨¢rico como necesario para la temporada de mole de cadera, un manjar del vasto recetario de delicadezas poblanas.
Kennedy describe c¨®mo decenas de ¡°expertos asesinos¡± destazan en un patio cubierto de petates ¡°de un rojo brillante por la sangre coagulada¡± unas 1.500 cabras en 20 minutos. Todo en medio de un ¡°nauseabundo olor¡± expelido por los animales, a los que no se les dio agua de beber durante sus semanas finales para potenciar el sabor de la carne en la zona p¨¦lvica. Las cabras solo com¨ªan nopales, suculentas y sal. Despu¨¦s de presenciar c¨®mo un peque?o ej¨¦rcito destaza y separa sistem¨¢ticamente las partes de la cabra para aprovechar todo ¡ªdesde los cuernos hasta las heces dentro del intestino¡ª Kennedy describe c¨®mo los trabajadores son cacheados por dos guardaespaldas con pistolas para asegurar que nadie se lleve pedazos de la preciada carne.
Se le ha llamado ¡°la Julia Child mexicana¡±, pero Kennedy logr¨® ser incomparable gracias a su estilo. Fue desconocida en su pa¨ªs hasta que el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra y el gobernador L¨¢zaro C¨¢rdenas, nieto del general revolucionario, la visitaron en su casa ecol¨®gica en 2002 para comer alimentos preparados por ella. El heredero de Isabel II disfrut¨® especialmente un dulce de mangos de Jalisco y la condecor¨® entonces por ser un puente entre las relaciones de M¨¦xico y el Reino Unido.
La Universidad de Texas en San Antonio guarda desde 2019 algunos de sus libros y documentos personales. Entre estos est¨¢n los apuntes de investigaci¨®n bot¨¢nica y culinaria que hizo de cada uno de los 32 Estados de M¨¦xico y la correspondencia que sostuvo con Child y la estadounidense Paula Wolfert. Entre las obras m¨¢s valiosas est¨¢ la ¨²nica copia existente de un recetario de 1828. El Gobierno mexicano tambi¨¦n lanz¨® en 2010 un proyecto para documentar el inmenso acervo de hierbas y plantas que la cocinera rescat¨® en sus archivos.
Tambi¨¦n ha dejado huella en una generaci¨®n de cocineros. Jos¨¦ Andr¨¦s le envi¨® a San Pancho dos estufas solares como las que manda a las zonas de desastre. ¡°Cualquiera que la conoce nunca puede olvidarla¡±, dijo el chef espa?ol en el documental Diana Kennedy: Nothing Fancy, dirigido por la cineasta Elizabeth Carroll. ¡°Era, en partes iguales, hilarante y aterradora... Pensaba que la norma era totalmente aburrida, viv¨ªa para los caminos inexplorados¡±, escribi¨® Carroll en Instagram este domingo. Gabriela C¨¢mara, uno de los grandes nombres de los fogones mexicanos actuales, tambi¨¦n despidi¨® a su amiga, quien fue una de sus grandes influencias. ¡°A trav¨¦s de tus libros, viajes y ejemplos has cambiado el mundo para tantos de nosotros y lo seguir¨¢s haciendo¡±, se despidi¨® C¨¢mara.
Kennedy tambi¨¦n ten¨ªa fama de cascarrabias. Roman Cho, un fot¨®grafo que la retrat¨® recuerda haberle dicho un ¡°cool¡± en una sesi¨®n de hace pocos a?os. ¡°Hay muchas palabras en la lengua inglesa, ?¨²salas!¡±, le dijo a manera de reprimenda. En Nothing Fancy puede apreciarse c¨®mo echa humo cuando prepara un guacamole. ¡°?Por supuesto que no se le pone ajo!... Si un amigo les dice que no les gusta el cilantro, ?no lo inviten!¡±. Era una mujer de decisiones firmes, tanto en la cocina como en la vida.