Muere el dibujante franc¨¦s Jean-Jacques Semp¨¦, padre de ¡®El peque?o Nicol¨¢s¡¯
El artista franc¨¦s capt¨® con un trazo sencillo y solo en apariencia liviano la poes¨ªa de la infancia y de su tiempo
Jean-Jacques Semp¨¦, el dibujante que con un trazo sencillo y preciso imagin¨® los rasgos de personajes eternos como El peque?o Nicol¨¢s, y que, con aparente liviandad, capt¨® la poes¨ªa de la infancia y de la vida cotidiana en ciudades como Par¨ªs y Nueva York, muri¨® este jueves a los 89 a?os, seg¨²n inform¨® su esposa, Martine Gossieaux Semp¨¦, a la agencia France Presse. Su bi¨®grafo, Marc Lecarpentier, precis¨® que se encontraba en su residencia de vacaciones, sin precisar el lugar, y que estaba ¡°rodeado de su mujer y sus amigos m¨¢s cercanos¡±. Una mirada superficial podr¨ªa dar de Semp¨¦ la imagen de un ilustrador de revistas fr¨ªvolas o elitistas, alguien ajeno a los tormentos de su ¨¦poca que nunca dej¨® de retratar siempre el mismo tipo de personajes y escenarios. Ser¨ªa un error. Parec¨ªa ligero pero era profundo. Se tomaba poco en serio a s¨ª mismo y muy en serio a los humanos. Bajo la superficie, vibraba el mundo, su mundo. ¡°El hombre es un animal inconsolable y alegre¡±, rezaba su lema, como recuerda Le Figaro, y estas palabras son un resumen de su obra, m¨¢s de cuarenta ¨¢lbumes y centenares de ilustraciones y portadas para publicaciones como Paris Match y The New Yorker.
Semp¨¦ representaba un tipo de artista muy franc¨¦s (algunos de sus dibujos parisienses casi eran demasiado franceses, y de ah¨ª en parte su gran ¨¦xito entre el p¨²blico culto de Nueva York ¨¢vido de la Francia m¨¢s t¨®pica) y, al mismo tiempo, muy poco franc¨¦s, por su significativa alergia a la profundidad impostada, a la falsa trascendencia, que ha sido marca de la casa de muchos intelectuales y artistas de Francia. ¡°No hay que tomarse demasiado en serio a uno mismo¡±, afirmaba en una entrevista en 2011. ¡°Si no, es espantoso. Cada d¨ªa nos enteramos de cosas catastr¨®ficas. ?No ve la gente en la calle? Tienen un aspecto siniestro, agobiado, todo pesa, todo es dif¨ªcil, y hay que continuar¡±, comentaba. De pocos de sus contempor¨¢neos, en cualquier campo, se podr¨¢ decir que han dejado un personaje inscrito en la memoria colectiva de un pa¨ªs y de millones de lectores como Nicol¨¢s (e inspirador, por su nombre, de uno de los ¨²ltimos ejemplos de la picaresca espa?ola), el chaval que, con texto de Ren¨¦ Gosciny, le dispar¨® a la fama.
¡°Hay una parte de Nicol¨¢s en m¨ª, el lado alborotador¡±, confes¨® en la citada entrevista, con el periodista Fran?ois Busnel, en la cadena de radio France Inter. ¡°Pero yo no era despreocupado como ¨¦l¡±, a?ad¨ªa. Hab¨ªa algo agridulce en Semp¨¦, humor y melancol¨ªa. Creci¨® en una familia de clase media, plagada de agobios econ¨®micos en el Burdeos de los a?os treinta y cuarenta. Sus padres no se llevaban bien. Ya adulto, descubrir¨ªa que monsieur Semp¨¦, su padre oficial, no era su padre real. Semp¨¦ era lo que, en aquellos tiempos, se llamaba un ¡°hijo natural¡±. Tras los a?os oscuros y tristes de la ocupaci¨®n nazi, el fin de la Segunda Guerra Mundial fue una liberaci¨®n. Para Francia y Europa, y tambi¨¦n para ¨¦l. Entonces descubri¨® la m¨²sica americana y los cigarrillos. Dej¨® la escuela a los 14 a?os. Practic¨® mil oficios, desde chico de los recados para un comerciante de vino a monitor de colonias. Aprendi¨® a observar. Uno de esos trabajos fue el de dibujante, y ese fue el definitivo. Le faltaba encontrar el modo de conquistar Par¨ªs. Se alist¨® voluntario para hacer el servicio militar a los 17 a?os, con destino en la capital. Nunca perder¨ªa el asombro por la gran ciudad y sus personajes, su magia. ¡°De vez en cuando se ve una chica ligera, as¨ª, o un se?or que, no sabemos por qu¨¦, bastante ligero y feliz, tambi¨¦n. Por eso me gusta Par¨ªs¡±, explic¨®. ¡°A veces veo un chaval peque?o por la calle que parece estar pensando en otra cosa que lo que le rodea, y me gustar¨ªa saber en qu¨¦ piensa: hay algunos que se nota que est¨¢n muy lejos, que todo esto no les importa, y que todo va bien, es as¨ª, esta ligereza, este insumisi¨®n lo que me seduce¡±.
Y estas palabras, que pronunci¨® en la extensa entrevista con Busnel, parecen una traducci¨®n verbal de sus dibujos, y del m¨¢s c¨¦lebre de todos ellos, El peque?o Nicol¨¢s. Este naci¨® como una ilustraci¨®n, y con su amigo Gosciny, coautor de Ast¨¦rix, entre otros, lo convirti¨® en una serie de libros, publicados entre finales de los a?os cincuenta y mediados de los sesenta, sobre la infancia de un ni?o burgu¨¦s de la posguerra, ya anticuado seguramente para su ¨¦poca, pero que supo contar algo sobre la infancia, la escuela, las familias, que ha atravesado d¨¦cadas, generaciones y pa¨ªses. No era estridente Semp¨¦, ni ¨¢cido, ni se met¨ªa en pol¨ªtica, y por eso quiz¨¢s ten¨ªa la imagen de un conservador, un playboy algo pijo y bon vivant. Habr¨ªa sido dif¨ªcil imagin¨¢rselo en una publicaci¨®n como Charlie Hebdo, o publicando vi?etas de actualidad en la prensa pol¨ªtica. No era eso, Semp¨¦. Porque este dibujante que tambi¨¦n colabor¨® con el Nobel Patrick Modiano e invent¨® a otros personajes, como Raoul Taburin o Monsieur Lambert, se situaba en otra tradici¨®n: m¨¢s Fran?oise Sagan (o Boris Vian, o Jacques Pr¨¦vert) que Jean-Paul Sartre. Ni?os, mujeres y hombres en la gran ciudad, exc¨¦ntricos fr¨¢giles y felices. ¡°El jazz, la tierna iron¨ªa, la delicadeza de la inteligencia¡±, le record¨® el presidente Emmanuel Macron. Semp¨¦ logr¨® algo raro para un artista: lo que invent¨® se ha hecho real. Hoy no es raro ver a un ni?o o una ni?a, o una escena urbana, un momento en la existencia, y decirse: parece un dibujo de Semp¨¦.
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