Heinrich Sch¨¹tz s¨ª es profeta en su tierra
Un festival honesto y entusiasta honra al gran compositor del primer Barroco alem¨¢n con conciertos y m¨²ltiples actividades en localidades de Sajonia y Turingia muy ligadas a su biograf¨ªa
La casualidad quiso que los tres m¨¢s grandes compositores alemanes barrocos (con permiso de Dieterich Buxtehude) llegaran al mundo con exactamente un siglo de diferencia: Heinrich Sch¨¹tz naci¨® en K?stritz (actualmente, Bad K?stritz) en 1585, mientras que Georg Friedrich H?ndel (en Halle) y Johann Sebastian Bach (en Eisenach) vieron la luz en 1685 (el mismo a?o que Domenico Scarlatti en N¨¢poles). Las tres localidades no se encuentran muy alejadas entre s¨ª y forman parte de los L?nder de Sajonia-Anhalt y Turingia. De los tres, H?ndel (o Handel tras anglicizar su apellido durante su larga estancia en Inglaterra, su pa¨ªs adoptivo) es el ¨²nico que ha disfrutado de una fama ininterrumpida. La muerte de Bach en Leipzig en 1750 pas¨® inadvertida para todos y fue la creaci¨®n de la Bach-Gesellschaft justo un siglo despu¨¦s, que se impuso la tarea herc¨²lea de publicar sus obras completas, en su mayor parte a¨²n in¨¦ditas, y el impulso decidido de varios compositores rom¨¢nticos, rendidos admiradores del autor de El clave bien temperado, lo que cambi¨® para siempre su sino y lo aup¨® a lo m¨¢s alto del canon musical occidental.
Al menos fuera de Alemania, Heinrich (o Henrich, como sol¨ªa firmar) Sch¨¹tz sigue a¨²n necesitando de abogados que recuerden que, en su tiempo, fue considerado el ¡°Orfeo de nuestro tiempo¡± y el ¡°padre de la m¨²sica moderna¡±. El primer juicio se debe a Martin Opitz, el poeta alem¨¢n m¨¢s importante de su ¨¦poca y forma parte de un poeta consolatorio escrito con motivo de la muerte de la mujer del compositor, Magdalena, en 1625, cuando el compositor ten¨ªa tan solo cuarenta a?os y le quedaba a¨²n casi medio siglo m¨¢s de vida. Opitz fue tambi¨¦n el libretista de Dafne, una ¨®pera de Sch¨¹tz representada en Torgau en 1627 y cuya m¨²sica, desgraciadamente, se ha perdido. La segunda descripci¨®n se debe a Elias Nathasius, que en su instancia para ocupar la plaza de Thomaskantor en Leipzig (el mismo y prestigioso puesto que desempe?¨® Bach a partir de 1723) tras la muerte de Tobias Michael en 1657, afirm¨® que no tem¨ªa a ning¨²n m¨²sico excepto a Sch¨¹tz, al que define, efectivamente, como ¡°Parentem music? nostr? modern?¡±. En 1690, dieciocho a?os despu¨¦s de la muerte del compositor, en la que fue la primera gran historia escrita de la m¨²sica alemana, Wolfgang Caspar Printz afirm¨® que ¡°en torno al a?o 1650 estaba considerado el mejor compositor alem¨¢n¡±, encumbr¨¢ndolo como una de las tres ilustres eses de la m¨²sica de su pa¨ªs junto a Johann Hermann Schein y Samuel Scheidt.
En contra de Sch¨¹tz ha jugado siempre que la pr¨¢ctica totalidad de su m¨²sica ¡ªsiempre vocal¡ª es de car¨¢cter religioso y fue compuesta a partir de textos alemanes: las casi ¨²nicas excepciones son su Primo libro de madrigali, publicado en Venecia en 1611 y con poemas en italiano, naturalmente, y sus Cantiones sacrae, de 1625, y el primer libro de Symphoniae sacrae, impreso en Venecia en 1629, ambos con textos en lat¨ªn. Aunque pr¨¢cticamente todas sus obras se publicaron en vida de Sch¨¹tz, la primera edici¨®n moderna y manejable no empez¨® a imprimirse hasta 1885 bajo la direcci¨®n del music¨®logo Philipp Spitta, responsable a su vez de una magna biograf¨ªa de Bach, que aport¨® much¨ªsima informaci¨®n desconocida al tiempo que propuso una cronolog¨ªa de su producci¨®n religiosa que las modernas t¨¦cnicas de dataci¨®n de manuscritos desmontar¨ªan en gran medida a mediados del siglo pasado. Los primeros vol¨²menes de las obras completas de Sch¨¹tz tendr¨ªan una gran influencia, por ejemplo, en Johannes Brahms, amigo de Spitta y ¨¢vido suscriptor de la primera opera omnia de Bach, que no quedar¨ªa completa hasta poco despu¨¦s de la muerte del autor de Un r¨¦quiem alem¨¢n.
La vida de Sch¨¹tz cambi¨® para siempre cuando su patr¨®n de entonces, el Landgrave Moritz von Hessen-Kassel sufrag¨® una estancia de dos a?os en Venecia para que pudiera estudiar con Giovanni Gabrieli a partir de 1609, que luego se prolongar¨ªa hasta despu¨¦s de la muerte del m¨²sico italiano en agosto de 1612. Un siglo despu¨¦s, otro viaje a la ¡°tierra donde florece el limonero¡± dejar¨ªa tambi¨¦n una huella profund¨ªsima en otro compositor joven rebosante de talento y ambici¨®n: Georg Friedrich H?ndel. Bach no tuvo ese privilegio, pero logr¨® amasar un conocimiento enciclop¨¦dico de la m¨²sica italiana claramente perceptible en muchas de sus composiciones. En las obras de Sch¨¹tz, por su parte, no se escucha solo la herencia de Gabrieli, sino tambi¨¦n, y con mucha claridad, la de Claudio Monteverdi, al que es muy posible que conociera durante su segunda estancia en Venecia en 1629.
Su ya citado libro de madrigales, su primera publicaci¨®n, demostr¨® que Sch¨¹tz, a sus veintis¨¦is a?os, ya era capaz de hacerse pasar por un italiano m¨¢s. Pero, tras la vuelta a su pa¨ªs, fue r¨¢pidamente llamado a la corte electoral sajona en Dresde, donde desarrollar¨ªa toda su carrera y donde permaneci¨® ininterrumpidamente como Kapellmeister hasta su muerte, ocupando el puesto durante nada menos que 57 a?os, una cifra dif¨ªcil de igualar. All¨ª su principal funci¨®n era suministrar m¨²sica para los diversos servicios lit¨²rgicos de una corte a¨²n plenamente luterana (con la llegada de Augusto el Fuerte pasar¨ªa a ser cat¨®lica, de ah¨ª los intentos de Bach por hacerse con un puesto por medio de su Misa en Si menor). Y las diversas colecciones que fue publicando a partir de 1619 (los Salmos de David) se proclamaban t¨¢citamente herederas de sus ense?anzas venecianas y de la pr¨¢ctica habitual de la m¨²sica policoral en la bas¨ªlica de San Marcos, que ¨¦l hab¨ªa aprendido de primera mano junto a Giovanni Gabrieli. Al final de su vida nacieron las tres Pasiones sobre los evangelios de Mateo, Lucas y Juan, en gran medida monof¨®nicas y un dechado de severidad y austeridad, la Historia del dichoso y lleno de gracia nacimiento de Jesucristo, hijo de Dios y de Mar¨ªa, o su opus ultimum, una serie de motetes a doble coro a partir del Salmo 119 (completo), el Salmo 100 y el Magnificat alem¨¢n (Meine Seele erhebt den Herren). Concluido y publicado en Dresde en 1671, meses antes de su muerte, a los 86 a?os, apareci¨® con el t¨ªtulo de su canto del cisne, su Schwanengesang, el mismo t¨ªtulo que Tobias Haslinger pondr¨ªa p¨®stumamente en 1829 a algunas de las ¨²ltimas canciones de Franz Schubert.
Los dos conciertos inaugurales del Heinrich Sch¨¹tz Musikfest se han celebrado en dos localidades muy importantes en su biograf¨ªa. Wei?enfels fue el lugar al que se traslad¨® su familia cuando el futuro compositor ten¨ªa tan solo cinco a?os y al que se retir¨® a su vez, junto con su hermana peque?a, Justine, los ¨²ltimos quince a?os de su vida. As¨ª lo recuerda po¨¦ticamente una placa en la fachada de la que fue su casa: ¡°En esta casa pas¨® el gran compositor Heinrich Sch¨¹tz el ocaso de su vida: 1651-1672¡å (1651 es la fecha de su adquisici¨®n). Situada en la Nikolaistra?e de Wei?enfels, en 2012 se convirti¨® en un museo que deber¨ªa servir de modelo para otros similares: como proyecto did¨¢ctico, como modelo expositivo y como experiencia est¨¦tica, roza la perfecci¨®n y deber¨ªa ser visita obligada para todo el que se acerque por esta zona de Sajonia en la que a¨²n siguen siendo muy visibles las cicatrices dejadas por los a?os de plomo de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. Neu-Augustusburg, el imponente palacio de la localidad, da fe de que durante varias d¨¦cadas, en tiempos mejores que los actuales, fue el lugar de residencia de los duques de Sajonia-Wei?enfels y su iglesia barroca fue el escenario del concierto inaugural del festival el pasado s¨¢bado por la tarde. Los amantes del romanticismo alem¨¢n asociar¨¢n sin duda a Wei?enfels con el poeta y fil¨®sofo Novalis, que trabaj¨® en las minas de sal de la localidad y vivi¨® aqu¨ª el ¨²ltimo tramo de su ef¨ªmera vida.
M¨¢s trazas de peque?a ciudad tiene Gera, que era la capital de la regi¨®n en que naci¨® Sch¨¹tz y que formaba parte a su vez del principado de Reuss. Aqu¨ª trabaj¨® como escribano municipal el padre del compositor, Christoph, y su madre, Euphrosyne, era la hija del burgomaestre de Gera, aunque la familia se traslad¨® a Wei?enfels en 1590, cuando el futuro compositor ten¨ªa tan solo cinco a?os, para que su padre se hiciera cargo de una posada que le hab¨ªa dejado en herencia su abuelo. En Gera viv¨ªa tambi¨¦n el pr¨ªncipe Heinrich Posthumus von Reuss (el sobrenombre de p¨®stumo se debe a que su padre, de quien hered¨® el t¨ªtulo, muri¨® dos meses antes de que ¨¦l naciera), que logr¨® mantenerla en gran medida al margen de la sangrienta Guerra de los Treinta A?os. Y la muerte del soberano est¨¢ directamente ligada a una de las obras m¨¢s famosas de Sch¨¹tz, sus Musikalische Exequien, que se interpret¨®, como no pod¨ªa ser de otra manera, en el concierto del s¨¢bado. Para los buenos conocedores del arte moderno, Gera ser¨¢ un nombre familiar porque aqu¨ª naci¨® Otto Dix, cuya casa natal es hoy un museo dedicado al pintor.
Con excelente criterio, el festival ha nombrado conjunto residente de la edici¨®n de este a?o, cuando se conmemora el 350? aniversario de la muerte del compositor, al grupo que ha demostrado ser el mejor int¨¦rprete actual de su m¨²sica: Vox Luminis. Ha pasado ya una d¨¦cada desde que se presentara en el festival de M¨²sica Antigua de Utrecht en 2012, en la Pieterskerk, como un grupo a¨²n perfectamente desconocido, concitando el asombro de propios y extra?os. El a?o anterior se hab¨ªa publicado su grabaci¨®n de las Musikalische Exequien de Sch¨¹tz, elegida por la revista Gramophone como la mejor del a?o, en cualesquiera categor¨ªas: el triunfo de David contra Goliat. Su interpretaci¨®n en Wei?enfels de esta honda reflexi¨®n sobre la muerte (con textos meticulosamente elegidos y hechos grabar en su ata¨²d antes de su muerte por Heinrich Posthumus von Reuss) no ha sido con seguridad la mejor de las muchas que han ofrecido en los ¨²ltimos a?os por todo el mundo (dos veces en el Auditorio Nacional de Madrid, por ejemplo). Su discreto director, el bajo Lionel Meunier, se encontraba inocultablemente enfermo, hab¨ªa cantantes incorporados recientemente al grupo e incluso una jovenc¨ªsima soprano alemana (Malwine Nicolaus) que cantaba con ellos el s¨¢bado por primera vez. Tampoco ayud¨® nada ese empe?o en aplaudir que rompe por completo la din¨¢mica interna del programa, que arrancaba con un himno de Lutero y que inclu¨ªa, tras las Exequias musicales de Sch¨¹tz, p¨¢ginas f¨²nebres de Samuel Scheidt, Thomas Selle, Andreas Hammerschmidt y el propio Sch¨¹tz. No es de extra?ar que dos de los textos (Die mit Tr?nen s?en y Selig sind die Toten) formen tambi¨¦n parte de Ein deutsches Requiem de Johannes Brahms, lo m¨¢s parecido a otras exequias musicales en pleno Romanticismo musical alem¨¢n.
Los cantantes empezaron entonando el himno de Lutero al un¨ªsono, repartidos por el altar y los laterales de la ¨²nica nave de la iglesia. Philippe Froeliger se luci¨® en las intonationes en solitario y el mayor nivel de concentraci¨®n y expresividad se alcanz¨® al final, en el motete Herr, wenn ich nur dich habe, a cinco voces, y en el el Canticum B. Simeonis, con dos coros a cuatro voces cada uno (el segundo de ellos retirado en el interior de la sacrist¨ªa). Las otras piezas sonaron menos rodadas, sobre todo Vater unser im Himmelreich de Samuel Scheidt, con demasiados altibajos en sus ocho secciones (primera y ¨²ltima a ocho voces) o Wie lieblich sind deine Wohnungen de Andreas Hammerschmidt. Fuera de programa volvi¨® a remontarse el vuelo, y de qu¨¦ manera, con la m¨²sica compuesta por Sch¨¹tz para la traducci¨®n de Lutero del Nunc dimittis latino, Herr, nun l??t du deinen Diener in Frieden fahren. Escuchada en Wei?enfels, muy cerca de la casa del compositor, esta m¨²sica redoblaba a¨²n m¨¢s su potencia dram¨¢tica. El p¨²blico que casi llenaba la iglesia experiment¨®, al igual que tantos otros siempre que Vox Luminis ofrece este programa, o uno muy semejante, una aut¨¦ntica conmoci¨®n, porque hay un antes y un despu¨¦s en la historia interpretativa de las Musikalische Exequien y hemos tenido la fortuna de poder vivir ese punto de inflexi¨®n: nadie deber¨ªa perderse la experiencia.
La St. Johanniskirche, donde se interpret¨® originalmente la gran obra f¨²nebre de Sch¨¹tz el 4 de febrero de 1636, fue el domingo por la tarde el escenario del segundo concierto de Vox Luminis en el festival, que plante¨® un cara a cara entre maestro y disc¨ªpulo: varias de las ¡°sinfon¨ªas sacras¡± de Giovanni Gabrieli (de la segunda colecci¨®n publicada en Venecia en 1615) contrapuestos a siete de los ¡°salmos de David¡± de su disc¨ªpulo (su opus 2, que vio la luz en Dresde cuatro a?os despu¨¦s). El bloque del italiano se complet¨® con Dulcis Jesu patris imago, que solo se conserva en una fuente manuscrita en Kassel, lo que hace pensar en una intervenci¨®n decisiva del propio Sch¨¹tz, ya que fue all¨ª donde trabaj¨® al servicio del Landgrave Moritz von Hessen-Kassel hasta que se incorpor¨® a la corte electoral de Dresde.
El intimismo y la sobriedad de las Musikalische Exequien (con una viola da gamba y un ¨®rgano positivo como todo acompa?amiento instrumental) contrast¨® pocas horas despu¨¦s con la exuberancia de la m¨²sica policoral nacida en la Serenissima o de clara raigambre veneciana. Instrumentos de cuerda y de viento se aliaban o se enfrentaban a las voces (coro y capilla) en un alarde de ingenio contrapunt¨ªstico y sabidur¨ªa antifonal. No es f¨¢cil interpretar estas obras con tantas partes independientes, sobre todo fuera de la bas¨ªlica de San Marcos, su ubicaci¨®n natural. En general, las piezas de Gabrieli sonaron algo m¨¢s confusas, demasiado indiferenciadas, sin perfiles n¨ªtidos para cada uno de los bloques integrantes, que las de Sch¨¹tz, donde todas las decisiones de Lionel Meunier referentes a la colocaci¨®n de cantantes e instrumentistas (en trasiego constante) o a la utilizaci¨®n de voces solistas acompa?adas por instrumentos redundaron en una claridad mucho mayor.
Pocos compositores han escrito para la voz humana y han sabido entender mejor la prosodia o potenciar el contenido teol¨®gico de un texto m¨¢s eficazmente que Heinrich Sch¨¹tz. Ya el Magnificat final de Gabrieli, con catorce partes independientes, prepar¨® el camino de las maravillas obradas por su disc¨ªpulo. Meunier decidi¨® repetir el comienzo de Die mit Tr?nen s?en (el mismo texto del d¨ªa anterior), primero solo con instrumentos y luego con el a?adido de las voces, y el recurso de los solistas, a veces situados delante del altar, o en los laterales, claramente aislados y separados del resto del coro, funcion¨® magn¨ªficamente en Ist nicht Ephraim mein teurer Sohn, Nicht uns, Herr, sondern deinem Namen (con el tenor Vojt¨§ch Semer¨¢d y el bajo Sebastian Myrus como solistas, ambos admirables) o Zion Spricht, der Herr hat mich verlassen (con un cuarteto solista en el centro del altar). En las dos ¨²ltimas piezas, Danket dem Herren, denn er ist freundlich (con solo un tenor e instrumentos en el segundo coro) y Alleluja, lobet den Herren in seinen Heiligtum (que volvi¨® a la disposici¨®n semicircular, pero con mejores resultados que en Gabrieli), con la flauta de pico requerida por Sch¨¹tz cuando el texto del Salmo 150 se refiere expl¨ªcitamente a ¡°Pfeifen¡±, se alcanz¨® quiz¨¢s el nivel m¨¢s alto de todo el concierto, que desat¨® el entusiasmo del p¨²blico. Tres espa?oles formaron esta vez parte de Vox Luminis: el tenor Andr¨¦ P¨¦rez Mu¨ª?o, el cornetista Carlos Rivera (segur¨ªsimo en todo momento, a pesar de lo expuesto de su parte) y Victoria Cassano, una joven pero ya veterana del grupo y un puntal infalible del bloque de sopranos.
El tercer concierto de Vox Luminis en el Heinrich Sch¨¹tz Musikfest est¨¢ programado el domingo por la tarde en la Dreik?nigskirche de Dresde, la capital sajona y lugar de residencia profesional de Sch¨¹tz durante gran parte de su vida profesional. En este caso, su m¨²sica va a hermanarse con la de los antepasados de Johann Sebastian Bach, incluido su t¨ªo abuelo Johann Christoph, a quien honr¨® calific¨¢ndolo de ¡°compositor profundo¡±. Pero a esa misma hora est¨¢ previsto el estreno en la Staatsoper de Berl¨ªn de Ocaso de los dioses, la tercera jornada de El anillo del nibelungo en la nueva producci¨®n de Dmitri Tcherniakov. Para la m¨²sica de Heinrich Sch¨¹tz, o Henricus Sagittarius en la traducci¨®n latina de su nombre y apellido que a veces leemos en las fuentes, no hay, sin embargo, ocaso posible.
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