Charlie Watts: el bicho m¨¢s raro de The Rolling Stones
Dos libros recientes exploran la solidez musical e ins¨®lita personalidad del baterista de la banda brit¨¢nica
¡°No tengo problemas con las drogas; tengo problemas con la polic¨ªa¡±. Keith Richards es experto en sentencias lapidarias. Aunque no necesariamente dignas de fiar: ¡°Sin Charlie Watts no hay The Rolling Stones¡±. En agosto de 2021, se anunci¨® que, debido a problemas de salud no especificados, Watts no podr¨ªa incorporarse al siguiente tramo de la gira No Filter; impl¨ªcitamente, se suger¨ªa que Charlie volver¨ªa en cuanto recuperase sus fuerzas. No pudo ser: fallecer¨ªa tres semanas despu¨¦s, con 80 a?os. Y los Stones retomar¨ªan la carretera como si nada grave hubiera ocurrido: con otro baterista, Steve Jordan, camarada de Richards.
Inevitable, me dir¨¢n. Lo ¨²nico que afea ese mito de la-pandilla-unida-hasta-la-eternidad es el hecho de que los Stones han sufrido deserciones: Mick Taylor y Bill Wyman (lo de Brian Jones pertenece a otra categor¨ªa). Y en ambos casos, no se puede decir que funcionara la fraternidad entre colegas. Taylor y Wyman aspiraban a contribuir con canciones propias al repertorio rollingstoniano; en ¨²ltimo caso, se conformaban con que se reconociera su participaci¨®n en determinados temas. Ni modo: sea cual fuera la g¨¦nesis, todo sal¨ªa firmado exclusivamente por Jagger-Richards.
Charlie Watts no ten¨ªa esos problemas de ego. Carec¨ªa de voluntad de componer y, mucho menos, composiciones de rock. Se sab¨ªa el perro verde en el seno de los Stones: un enamorado del jazz, que solo escuchaba rock por casualidad o en el curso de su jornada de trabajo. Sin embargo, es posible que fuera m¨¢s baterista que ac¨®lito del jazz. En el primero de los dos libros reci¨¦n publicados sobre su persona, Simpat¨ªa por el baterista: por qu¨¦ importa Charlie Watts (Libros del Kultrum), Mike Edison explica c¨®mo Watts fue estudiando a los bateristas del blues de Chicago, del soul sure?o, del reggae jamaicano, de la disco music, hasta del punk rock. ?Era lo que necesitaban los Stones o hab¨ªa tambi¨¦n el pundonor del profesional que quer¨ªa dominar las novedades?
A partir de los a?os ochenta, us¨® su dinero para montar grupos de jazz que actuaban y grababan de forma intermitente. Hasta hizo un disco de, por falta de mejor etiqueta, m¨²sica experimental, con su colega californiano Jim Keltner. Secuenciadores, samplers, voces tratadas, cantos tribales¡ y un punto de provocaci¨®n: cada corte llevaba el nombre de Max Roach, Elvin Jones, Tony Williams y otros ilustres golpeadores del jazz.
Mike Edison transmite un genuino entusiasmo por la m¨²sica de Watts, aunque me temo que muchas descripciones solo tendr¨¢n sentido para bateristas profesionales. Pero el hombre se moja y se atreve con opiniones poco convencionales. Lo contrario de Charlie¡¯s Good Tonight, de Paul Sexton, reci¨¦n traducido y editado por HarperCollins Ib¨¦rica. Se trata de una ¡°biograf¨ªa autorizada¡±, lo que explica que solo se explique brevemente el periodo, durante los a?os ochenta, cuando se le agri¨® el car¨¢cter y se dedic¨® al alcohol y las drogas duras. Fue durante esa ¨¦poca cuando, se supone, atiz¨® un pu?etazo a Mick Jagger, tras una impertinencia del cantante.
Una l¨¢stima, ya que tales salidas de todo humanizan a un personaje al que cabe describir como un proyecto de arist¨®crata del siglo XIX. Su idea de la elegancia le llevaba a encargar docenas de zapatos artesanales ¡ªa 4.000 libras cada par¡ª o comprar en una subasta dos trajes que pertenecieron a Eduardo VIII, aquel fugaz rey del Reino Unido con simpat¨ªas por Adolf Hitler. Tambi¨¦n adquiri¨® algunos de los coches m¨¢s caros del mercado, aunque no se dign¨® a aprender a conducir. Tampoco supo montar a caballo, aunque acumul¨® una impresionante yeguada, incluyendo a Pinta, una potranca conseguida en Polonia por 700.000 d¨®lares.
Ten¨ªa mentalidad de coleccionista y, como dise?ador gr¨¢fico, amaba los objetos bien hechos. Acumulaba tambi¨¦n discos, bater¨ªas hist¨®ricas, armas de la Guerra Civil estadounidense, carteler¨ªa de jazz y un largo etc¨¦tera. Pensaba que era m¨¢s sencillo entender el pasado que el presente que le toc¨® vivir. Nunca comprendi¨® que alguien como ¨¦l, un baterista minimalista, se llevara las mayores ovaciones cuando The Rolling Stones tocaban en los estadios.
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