Ra¨²l Guerra Garrido, un intelectual comprometido
Fue uno de los primeros escritores que abordaron la violencia terrorista de ETA en el Pa¨ªs Vasco desde un punto de vista literario, y uno de los fundadores del Foro de Ermua
Para el fil¨®logo franco-b¨²lgaro Tzvetan Todorov, un intelectual es un estudioso o un artista, categor¨ªa en la que inclu¨ªa a los escritores, que no se contenta con la creaci¨®n de una obra de arte, sino que adem¨¢s se siente comprometido con la noci¨®n del bienestar p¨²blico, con los valores de la sociedad en la que vive, alguien que participa en el debate sobre esos mismos valores, alguien a quien preocupan las dimensiones pol¨ªticas y ¨¦ticas de su obra. Desde este punto de vista, Ra¨²l Guerra Garrido, fallecido el pasado viernes, era un intelectual, un escritor comprometido, un escritor ¡°engag¨¦¡±, que dir¨ªa Todorov.
Ra¨²l Guerra Garrido fue de los primeros escritores, me atrever¨ªa a decir que el primero, que abordaron la violencia terrorista del Pa¨ªs Vasco desde un punto de vista literario; por ejemplo, en su novela La carta, que trata sobre la extorsi¨®n a la que eran sometidas distintas personas de Euskadi por parte de los terroristas de ETA y el vac¨ªo que por temor le hac¨ªan sus allegados.
Su posicionamiento desde la izquierda contra el terrorismo de ETA y la locura nacionalista le depararon que le quemaran a su mujer la farmacia que ten¨ªa en San Sebasti¨¢n, en la ¨¦poca en que atentaron tambi¨¦n contra la librer¨ªa Lagun, y que tuviera que llevar durante a?os un guardaespaldas. Una ¨¦poca en la que ir a Madrid era ir a la libertad, a pasearse libremente sin guardaespaldas, idea que compart¨ªa con el exconsejero vasco Joseba Arregui quien tambi¨¦n ten¨ªa que moverse por las Siete Calles de Bilbao con cuatro escoltas. Un tema que, escritor hasta la m¨¦dula, a Ra¨²l Guerra Garrido le sirvi¨® para ponerse en la piel de esos an¨®nimos y solitarios guardaespaldas para escribir La soledad del ¨¢ngel de la guarda. Su compromiso le llev¨® a ser uno de los fundadores del Foro de Ermua, cuando no eran muchos los que, pudiendo vivir sin problemas y de forma desahogada, ten¨ªan el valor c¨ªvico de hacerle frente al terrorismo de ETA.
Ra¨²l Guerra Garrido se gan¨® un lugar en el mundo de las letras logrando el premio Nadal en 1976 con su novela Lectura ins¨®lita de El Capital en la que un empresario secuestrado en aquellos a?os del plomo solo tiene por compa?¨ªa la obra de referencia de Marx. Aborda tambi¨¦n el tema de la inmigraci¨®n a Euskadi y el desarraigo de los emigrantes en Cacere?o.
Al igual que Faulkner con Yoknapatawpha y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con Macondo, se invent¨® un lugar imaginario de Euskadi llamado Eibain en el que situ¨® sus tramas. Con El a?o del w¨®lfram qued¨® finalista del Planeta en 1984 y con La Gran V¨ªa es New York, t¨ªtulo que toma de una frase del escritor sovi¨¦tico Ily¨¤ Ehrenburg cuando vino a cubrir como periodista la guerra civil espa?ola, el premio de la Cr¨ªtica de Castilla y Le¨®n, y el Villa de Madrid. Un collage de historias aparentemente inconexas, pero unidas por un hilo conductor espacio-temporal que es la Gran V¨ªa de Madrid.
Ra¨²l Guerra Garrido fue un maestro de la novela experimental, con dosis de intriga y de novela filos¨®fica de estructura compleja, que sigui¨® cultivando cuando pas¨® su ¨¦poca de los a?os sesenta y setenta. Tambi¨¦n de juegos ingeniosos de palabras que provocaban entre sus correctores y editores que no se supiera si se trataba de una errata o de uno de sus gui?os, duda imposible de resolver hasta que no se le consultaba. Una curiosidad, a veces era una errata, pero le gustaba como juego de palabras y as¨ª se quedaba. T¨ªtulo representativo a este respecto es su obra Quien sue?a novela, con la que gan¨® el premio Fernando Qui?ones, en 2009. Tres a?os antes, su labor creativa fue reconocida con el Premio Nacional de Narrativa.
Al margen de su calidad literaria, si algo hay que destacar de Ra¨²l Guerra Garrido es su condici¨®n humana, su elegancia personal y su curiosidad por seguir aprendiendo de todo como se palpaba cuando uno se lo cruzaba en alguna exposici¨®n de la Fundaci¨®n Juan March. Un ejemplo de ello fue cuando, presentando a Noem¨ª G. Sabugal, quien qued¨® finalista con su novela El asesinato de S¨®crates de la misma edici¨®n del Premio Qui?ones que gan¨® Ra¨²l Guerra Garrido, cont¨¦ aquella an¨¦cdota de Neruda a quien le preguntaron que en caso de incendio cu¨¢l de sus obras salvar¨ªa y dijo que ninguna, s¨®lo su colecci¨®n de novelas negras. Ra¨²l Guerra Garrido nos dijo que ¨¦l tambi¨¦n. No era una pose, era su manera de rendirle homenaje a Noem¨ª G. Sabugal y a un g¨¦nero como la novela negra que, como escritor alejado de todo prejuicio, tambi¨¦n hab¨ªa sondeado en La costumbre de morir y en Escrito en un d¨®lar. Ra¨²l Guerra Garrido muri¨® el pasado viernes 2 de diciembre en San Sebasti¨¢n, donde no naci¨®, pero como tantos emigrantes como su Cacere?o, consideraba su tierra, junto a su Madrid natal y el Le¨®n en donde se crio.
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