Edu Gal¨¢n: ¡°Sentir es un verbo despreciable. Prefiero pensar y argumentar¡±
El escritor, guionista, humorista y fundador de la revista ¡®Mongolia¡¯ publica ¡®La m¨¢scara moral¡¯, un ensayo sobre la epidemia de la impostura y c¨®mo la tecnolog¨ªa ha redefinido nuestras relaciones
Espera en una tasca madrile?a cerca de la glorieta de Bilbao. El sitio lo ha elegido ¨¦l porque le repele el Caf¨¦ Comercial, lugar habitual de citas period¨ªsticas. Edu Gal¨¢n (Oviedo, 42 a?os) clama contra la impostura incluso cuando elige el espacio para hacer una entrevista. Fundador de la revista Mongolia, guionista, humorista y ensayista, Gal¨¢n publica La m¨¢scara moral (Debate), u...
Espera en una tasca madrile?a cerca de la glorieta de Bilbao. El sitio lo ha elegido ¨¦l porque le repele el Caf¨¦ Comercial, lugar habitual de citas period¨ªsticas. Edu Gal¨¢n (Oviedo, 42 a?os) clama contra la impostura incluso cuando elige el espacio para hacer una entrevista. Fundador de la revista Mongolia, guionista, humorista y ensayista, Gal¨¢n publica La m¨¢scara moral (Debate), un ensayo sobre la epidemia de la impostura y de c¨®mo el neoliberalismo y la masificaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas han redefinido nuestra forma de relacionarnos.
Pregunta. ?Cu¨¢l fue el hecho que le llev¨® a escribir este ensayo?
Respuesta. Fue en 2012. Iba paseando por Lavapi¨¦s y le¨ª un anuncio en una farola. Era un papelito que anunciaba clases de tango antifascista. Me llam¨® profundamente la atenci¨®n. El tango es un baile pre fascista y adem¨¢s yo no sabr¨ªa distinguir un tango antifascista del que no lo es. Evidentemente, eso se hace para llamar la atenci¨®n de las mil clases de tango que hay. Eso s¨ª, si dudas de este tango, a lo mejor eres un fascista. Es totalizador. El contraste es que en 2012 esto me llama la atenci¨®n y en 2022 no me lo llamar¨ªa. Hay otro ejemplo. El momento en que el ministro Alberto Garz¨®n defiende otra forma l¨®gica de consumo de carne y, de pronto, una derecha crecida por Vox se mofa. Una familia hace un v¨ªdeo viral en el que salen todos¡ padres, ni?os, toda la caspa, el horror¡ ?Salen con la bandera de Espa?a y debajo de la bandera hay un jam¨®n! ?Un jam¨®n! El jam¨®n se infecta de moral. Es un s¨ªmbolo que yo le doy. Comer jam¨®n se convierte en un acto contra el filocomunismo y de buen espa?ol. Estamos tarados.
Hubo momento en que el ministro Garz¨®n defendi¨® otra forma l¨®gica de consumo de carne y una derecha crecida por Vox se mof¨®
P. Dice en su ensayo que hemos pasado en redes sociales de ¡®Me gusta¡¯ o ¡®No me gusta¡¯ a decir que es moral e inmoral.
R. Exacto. Cuando alguien dice que algo le gusta o no le gusta, est¨¢ en el plano individual. Del gusto se puede dudar. Como dice la frase cursi: ¡°Para gustos, colores¡±. Cada uno tiene sus gustos y no hay mucho donde rascar. Cada uno tiene sus gustos y ya est¨¢. En cambio, cuando metes la realidad en una determinada moral, es totalizador. Es casi definitivo. Por la popularizaci¨®n de las redes sociales y la forma que tenemos de comunicarnos en ellas, cada vez estamos m¨¢s instalados en el plano moral en cuestiones que no deber¨ªan estar ah¨ª. Cuestiones a las que se arroga trazos morales de bueno y malo, blanco y negro. La realidad se est¨¢ dicotomizando much¨ªsimo. Por ejemplo, cosas tan naturales como beber agua en un recipiente ahora tiene moralidad. Beberlo en uno de cart¨®n es moral y no lo ser¨ªa hacerlo en uno de pl¨¢stico. Casi cada acci¨®n se ha reducido a ese discurso con el que no puedes chistar. No cabe el error. Si te compras una botella de agua en pl¨¢stico es mal¨ªsimo y est¨¢s contribuyendo al cambio clim¨¢tico. Se acab¨® la discusi¨®n. No cabe ni la r¨¦plica ni el error humano. Por tanto, las relaciones se enmara?an, se intoxican. En las relaciones cara a cara es raro que esto pase, que nos pongamos a hablar de cuestiones absolutas. Quedamos a tomar una cerveza y es muy raro que nos pongamos a hablar de la discriminaci¨®n racial o el cambio clim¨¢tico. En cambio, ese tipo de habla moral puebla las redes sociales y marca los tiempos. Se vive se?alando al otro.
P. Las redes sociales atraviesan demasiado nuestras vidas.
R. Las herramientas que utilizamos nos modifican y cambian nuestra psicolog¨ªa. Eso se puede ver con el nacimiento de la locomotora o cualquier avance tecnol¨®gico. Llevamos m¨¢s o menos una d¨¦cada con las redes sociales en nuestras vidas y hemos pasado a dedicarles mucho m¨¢s tiempo. Los datos est¨¢n ah¨ª. Es muy naif creer que lo que llamamos la vida virtual no est¨¢ trastocando nuestra forma de ver el mundo. Y una de las patas que trastoca es la moral. En el libro cito varios estudios sociol¨®gicos en los que se comenta que las redes sociales con lo que comercian es con la atenci¨®n. Y una de las herramientas m¨¢s eficaces para llamar la atenci¨®n es la demostraci¨®n de moralidad frente a tu grupo. La moral tiene un sentido: la cohesi¨®n del grupo. Del grupo frente a otros. Ahora, la moral es una especie de ecolalia que no lleva ning¨²n compromiso. Ahora, solo lleva el sentir. Es un verbo despreciable. Yo prefiero pensar, razonar y argumentar antes que sentir. El sentir qu¨¦deselo usted para casa. Es como la religi¨®n. Para su casa. Las redes sociales tratan de hacerte sentir el centro del universo y utilizando la moral parece que eres capaz de sentir que ordenas el universo con tan solo poner un hashtag o poni¨¦ndote una camiseta oportunamente. El mercado te ofrece a trav¨¦s de las redes el hashtag, bien sea #BlackLivesMatter o #Ca?asPorEspa?a. Da igual, el que sea. Esto lleva a la ¨¦poca en la que vivimos profundamente infantil, cortoplacista e idiota. Y digo idiota en el sentido idio, de estar ensimismados.
Cosas tan naturales como beber agua en un recipiente ahora tiene moralidad. Beberlo en uno de cart¨®n es moral y no lo ser¨ªa hacerlo en uno de pl¨¢stico
P. Escribe en su ensayo que el yo se impone al nosotros.
R. Claro, esto tambi¨¦n lleva a una ¨¦poca profundamente individualista. Hay millones de datos al respecto en los que se demuestra que cada vez se pierde m¨¢s confianza en lo colectivo. Hay menos filiaciones a los sindicatos, menos confianza en la pol¨ªtica o en el Estado, que propone soluciones comunitarias a problemas individuales, que no se quede nadie atr¨¢s. Las redes sociales son herramientas para comunicarse, pero tambi¨¦n sirven para maximizar beneficios de multinacionales norteamericanas. Lo que ocurre es que la respuesta ideol¨®gica de estas multinacionales es liberal, ultraliberal, de una ideolog¨ªa muy determinada. Una ideolog¨ªa que proclama el s¨¢lvese quien pueda, la de la cultura del esfuerzo y la meritocracia, todo ese horror. Tambi¨¦n la de la idea absurda de que no existen clases sociales y de que eres el centro del mundo. Eso cala hasta tal nivel que Ayuso arrasa en Madrid.
P. ?Somos m¨¢s clientes que ciudadanos?
R. Por supuesto. Para ser ciudadano hay que tener un sentido de lo p¨²blico y del Estado. Se ha creado un tipo de sociedad que es la sociedad de atenci¨®n al cliente. Se nos hace creer que siempre estaremos atendidos por las compa?¨ªas. Estamos en Twitter, Facebook, Instagram, tenemos m¨®vil, web¡ Sientes que est¨¢s atendido. Es una ilusi¨®n terror¨ªfica. Ser ciudadanos en nuestras sociedades occidentales es otra cosa, pero, claro, lo c¨®modo que se siente uno, por ejemplo, siendo masturbado por las grandes multinacionales de ropa. ?Qu¨¦ me dices? Te ofrecen chaquetas que no son chaquetas. Te hacen sentir que expresan algo de ti. Te convierten en coproductor de todo. Y as¨ª con todo. Esto se ve tambi¨¦n en los juicios. Si se comete un crimen, el Estado tarda un tiempo porque quien comete el crimen es un ciudadano con derechos. En cambio, las redes sociales te ofrecen un reforzamiento instant¨¢neo donde puedes sacar una foto a la casa del acusado y quemarle en redes sociales. ?C¨®mo no te vas a sentir m¨¢s c¨®modo en una turba que en una construcci¨®n como el Estado? Una construcci¨®n que es como la de los Fraggle Rock, que est¨¢n construyendo todo como perros, poquito a poquito. Las multinacionales nos han hecho creer que ser clientes es superior que ser ciudadanos y es mentira. Un ejemplo clar¨ªsimo es el de la sanidad privada y p¨²blica. La respuesta ante esto es tener Estados fuertes y del bienestar. La respuesta a los problemas de la vida son los dem¨¢s, en un sentido profundo.
P. ?Falta compromiso e ideolog¨ªa en nuestros tiempos?
R. Hay que empezar a valorar los significados de los compromisos en un mundo en el que cada vez se desmerecen m¨¢s. Si algo define a las redes sociales y al mercado actual, es la flexibilidad. Ning¨²n otro valor ser¨ªa m¨¢s apreciado en las chacharas de los neoliberales que aquella gente que es flexible. Traducido al espa?ol ser¨ªa aquella gente que es aut¨®noma y emprendedora. Es una ideolog¨ªa vomitiva, absolutamente vomitiva. Es una ideolog¨ªa que responsabiliza al sujeto de todo lo que pasa y convierte a la sociedad en una serie de individuos de salvase quien pueda y que se colman con aquellas herramientas que les proporcionan las redes. Filtros para paliar los problemas f¨ªsicos, fotos a todas horas, no s¨¦ cu¨¢ntos me gustas cada minuto para calmar su refuerzo social¡ ?Eso sirve para tener encauzada una vida? Yo defiendo que no.
P. Escribe que nos hemos convertido en acumuladores de clics.
R. Somos eso en competici¨®n de unos contra otros. Una competici¨®n continua y abrasadora. Esto afecta m¨¢s a las mujeres. Ellas son m¨¢s comparadas por su f¨ªsico. Es terrible. Tambi¨¦n lo son m¨¢s comparadas moralmente. Las redes sociales son un gran destructor de la mujer. Mi libro pide que, si le dedicamos cinco horas a las redes, al menos dediquemos diez minutos a pensar, a no creer que esto es plat¨®nico. Todo esto est¨¢ ocurriendo ahora y no hay suficientes datos para saber c¨®mo afectan de verdad las redes sociales en nuestra vida. Solo hay uno que ya se conoce y es terrible: la tremenda ansiedad que ya hay entre mujeres por culpa de las redes sociales. No podemos obviar el hecho de que estamos en una epidemia. Al menos, conviene conocer las reglas, como en El juego del calamar. No podemos creer que Instagram solo sirve para colgar fotos de la boda. No. Hay mucho l¨ªo ah¨ª dentro. Te puede llevar a la ansiedad y, de ah¨ª, a la medicaci¨®n. Y la medicaci¨®n es ya una plaga de nuestros tiempos.
Si le dedicamos cinco horas a las redes, al menos dediquemos diez minutos a pensar, a no creer que esto es plat¨®nico
P. ?La ansiedad viene porque ahora necesitamos ser m¨¢s validados a todas horas, todos los d¨ªas y por todo?
R. Es una validaci¨®n a trav¨¦s de un arbitro siniestro. Cualquier validaci¨®n se basa en unas reglas, como en un examen o el carn¨¦ de conducir. Aqu¨ª, las reglas son las normas de conducta de las diversas redes sociales. ?Qui¨¦n controla esas redes? Las multinacionales. Ellas nos educan como a las palomas de Skinner en un determinado tipo de validaci¨®n. Es muy cortoplacista. No requiere diez sesiones pr¨¢cticas antes de presentarte al examen. Es continua y muy peligrosa. No vas a ser el granjero que conduce el burro sino el burro conducido por el granjero. Con este libro intento que la gente sepa que no tenemos que ser el caballo percher¨®n.
P. ?Este panorama es caldo de cultivo para el populismo?
R. Sin lugar a duda. El populismo es una multinacional del voto. Por ejemplo, Vox. Este partido convierte a sus votantes en clientes. Les ofrece refuerzo inmediato, como cuando Abascal da gritos en el Congreso en un tono de redes sociales, con un lenguaje muy reconocible y flexible. Se les promete cosas falsas. Todo lo que ofrecen los populismos es casi un calco de una multinacional, que adem¨¢s tienen siempre l¨ªderes carism¨¢ticos: Twitter tiene a Elon Musk, Amazon a Jeff Bezos, Facebook e Instagram a Mark Zuckerberg¡ Los partidos populistas son tambi¨¦n careto, son una persona que mueve los sentimientos a corto plazo de la gente y que da respuestas a ciertos vac¨ªos interiores que se le cultivan a la gente. A Vox se le critica por la ultraderecha y no es verdad del todo. Su programa es la destrucci¨®n de la clase media. Es un programa trumpista, de s¨¢lvese quien pueda, mimetizado con las multinacionales.
P. Usted se ha metido en muchos charcos por Twitter.
R. Twitter lo utilizo como campo de batalla. En mi biograf¨ªa pongo: ¡°En Twitter, falt¨®n. En el resto, amable¡±. Twitter me sirve para entender much¨ªsimas cosas. Tampoco hay que ser tan tonto para saber que la vida no es Twitter. Hay que combinarlo con una visi¨®n mucho m¨¢s amplia. Twitter es necesario para entender determinados dejes en la pol¨ªtica, el periodismo e incluso en el afrontamiento de la enfermedad. Esto ¨²ltimo es otra idea de la mentalidad norteamericana neoliberal y de su cultura del esfuerzo. La idea vomitiva y grotesca de que, si te esfuerzas, te curas. Pongo el ejemplo cl¨¢sico: cuando dicen que has triunfado ante el c¨¢ncer. Mentira. No hay cosa m¨¢s vomitiva que decirle al enfermo que sonr¨ªa, que tenga que estar en permanente estado de felicidad absurda, casi de beb¨¦. Hay tres tipolog¨ªas humanas a las que se les trata y habla como beb¨¦s: los propios beb¨¦s, los ancianos con problema de discapacidad y los enfermos. Cuando les dicen: ¡°Venga, hay que seguir luchando, Manolo. Ya ver¨¢s como dejas el c¨¢ncer atr¨¢s¡ en bicicleta¡±. Mentira. Me dan mucha pena los enfermos porque no solo tienen que soportar la enfermedad, sino que ahora tienen que responsabilizarse de ella. Si yo fuera Manolo, les pon¨ªa una denuncia.