Los m¨¦dicos dicen basta: ¡°No quiero que me aplaudan, pero tampoco sentirme como una mierda¡±

Se enfrentaron a un virus desconocido sin los equipos de protecci¨®n necesarios. Los llamaron h¨¦roes. Los aplaudieron. Les prometieron que se paliar¨ªan sus carencias. Que la sanidad iba a ser una prioridad en el pa¨ªs. Pero casi tres a?os despu¨¦s de que estallara la mayor crisis sanitaria en un siglo, quienes han explotado han sido los m¨¦dicos. Sus condiciones no solo no han mejorado: son mucho peores en casi todos los sentidos a las de 2019. Tienen agendas saturadas. No dan abasto. Reciben insultos de parte de la ciudadan¨ªa y el desprecio de algunos pol¨ªticos. Y han dicho basta.

Todo se ha comenzado a resquebrajar en la atenci¨®n primaria, que r¨¢pidamente ha contagiado a las urgencias. En media Espa?a los m¨¦dicos de estos servicios est¨¢n en pie de guerra. Adem¨¢s de la huelga indefinida que existe en Madrid, hay otra en Canarias por la temporalidad en todo el sistema; las han convocado en Valencia y Catalu?a, y est¨¢n sobre la mesa en Murcia, Navarra, Arag¨®n, Extremadura y Andaluc¨ªa. Cantabria y Pa¨ªs Vasco las han tenido este mismo a?o y en las dem¨¢s comunidades hay un caldo de cultivo similar.

El descontento comienza en la puerta de entrada al sistema, completamente desbordado, pero no se queda ah¨ª. Conforme se profundiza se comprueba que, aunque las condiciones no sean tan penosas como las de primaria y urgencias, los profesionales sienten un profundo hast¨ªo que va desde la carga asistencial, hasta la enorme temporalidad, pasando unas guardias a menudo abusivas y unas retribuciones que no consideran justas. Lo resume Alberto P¨¦rez, cirujano pedi¨¢trico y secretario general del Sindicato M¨¦dico de Navarra: ¡°Hay un cambio de mentalidad. La paciencia que ten¨ªamos como consecuencia de la vocaci¨®n se ha terminado¡±.

La covid ha sido el punto de inflexi¨®n. El 12 de marzo de 2020, un d¨ªa antes de que el presidente del Gobierno anunciara el estado de alarma, unos pocos profesionales crearon en Facebook un grupo llamado M¨¦dicos unidos por sus derechos. En unos d¨ªas ya eran decenas de miles. En lo peor de la pandemia no era momento de protestar. Pero ahora s¨ª. Enrique Alfonso, uno de sus impulsores, lo resume en dos puntos: sobrecarga de trabajo y precariedad laboral. ¡°Esto no se arreglar¨¢ mientras los m¨¦dicos no se sienten a negociar en su propio nombre, en lugar de hacerlo con los dem¨¢s sanitarios¡±, sostiene en referencia a las mesas sectoriales, que agrupan a facultativos con otras profesiones sanitarias.

Mientras, hay doctores que dejan la p¨²blica, m¨¦dicos privados en pie de guerra por lo que les pagan las aseguradoras; est¨¢n los que se van al extranjero a cobrar mucho m¨¢s, otros con bajas por ansiedad. Y los que siguen lo hacen con cada vez menos ¨¢nimo, por sus propias condiciones y por no ser capaces de prestar la asistencia que necesitan los pacientes. EL PA?S ha hablado con ocho facultativos en situaciones diferentes, que aportan pinceladas para dibujar el cuadro de lo que est¨¢ pasando en la profesi¨®n y, por ende, en el sistema sanitario de Espa?a, un pa¨ªs cuya inversi¨®n en la p¨²blica (1.907 euros por habitante) est¨¢ por debajo de la media de la UE (2.299), seg¨²n los ¨²ltimos datos, de 2020. El gasto sanitario de las comunidades solo ha subido desde la pandemia un 3,49%, frente a un aumento general de los presupuestos de un 34%, seg¨²n un informe de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.

Pilar Ch¨¢fer: ¡°He llegado a llorar en el trabajo. O me iba de la primaria o dejaba la medicina¡±

Mientras en el Sistema Nacional de Salud faltan m¨¦dicos de primaria y el Ministerio de Sanidad trata de incentivar jubilaciones activas para aumentar los recursos, son muchos los que salen abrumados por agendas infinitas de pacientes que no les permiten dedicar a cada uno el tiempo que requiere. Pilar Ch¨¢fer, de 42 a?os, era m¨¦dica de familia en la Comunidad Valenciana hasta mayo. Lo dej¨® y ahora compatibiliza un puesto en la privada con una cl¨ªnica de est¨¦tica que ha montado ella misma despu¨¦s de hacer un m¨¢ster.

Es una salida cada vez m¨¢s frecuente, seg¨²n todos los consultados. ¡°Estamos tan quemados que buscamos cambiar de tercio. Tengo compa?eros que lo han dejado. Yo he llegado a llorar en el trabajo, no me levantaba ni para orinar. Estuve de baja por estr¨¦s y decid¨ª que o me iba de la primaria o dejaba la medicina¡±, cuenta Ch¨¢fer.

Hoy hay en el sistema m¨¢s de un millar de m¨¦dicos de primaria menos que al comienzo de la pandemia, y en los pr¨®ximos cinco a?os se jubilar¨¢n un tercio de los que est¨¢n en ejercicio, 42.000, incluidos 6.000 pediatras. Esto conduce a bajas sin cubrir, doctores que llevan sus agendas y las de sus compa?eros y esperas que, seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro Sanitario del CIS, est¨¢n en Espa?a en una media de m¨¢s de ocho d¨ªas, cuando se trata de un sistema pensado para atender en 24 o 48 horas.

En estas circunstancias, Ch¨¢fer reconoce que no se puede hacer ¡°bien¡± el trabajo: ¡°No atend¨ªa a los pacientes como quer¨ªa. Era imposible, y daba el 200%. Porque con tan poco tiempo, tienes que hacer virguer¨ªas mental y f¨ªsicamente para no cometer ning¨²n error¡±.

Irene Mat¨¦: ¡°No quiero que me aplaudan, pero tampoco sentirme como una mierda¡±

Irene Mat¨¦, pediatra en Madrid de 45 a?os, se sabe privilegiada. Tiene una plaza en propiedad y turno de ma?ana en un centro de salud con muchos m¨¦dicos, lo que permite que, cuando hay bajas, las agendas se repartan entre m¨¢s profesionales. A pesar de eso, tiene la sensaci¨®n de estar en una cadena de montaje en la que solo importa ver a ni?os y da igual si lo hace bien, mal o regular. ¡°No quiero que me aplaudan, pero tampoco sentirme como una mierda¡±, dice.

En un mismo d¨ªa ha llegado a ver a 67 ni?os, que requieren en general mucho m¨¢s tiempo que los adultos. ¡°No solo vemos catarros y mocos. En una ocasi¨®n me lleg¨® una adolescente que conozco desde que entr¨¦ en mi centro de salud por unos v¨®mitos. Result¨® ser bulimia. Yo no puedo dedicarle dos minutos a una chica con bulimia. O a otro que resulta que tiene indicios de autismo. Pero, inconscientemente, mientras los atiendes, piensas en cu¨¢ntos se estar¨¢n acumulando fuera, esperando¡±, asegura.

Mat¨¦ describe una desconexi¨®n total entre los gestores y la realidad de los centros de salud: ¡°Nos mandan webinars o a rellenar aplicaciones con los cursos que hemos realizado. Se supone que tenemos un tiempo para ese tipo de cosas, pero la realidad es que se nos va todo en lo asistencial, porque de lo contrario no damos abasto¡±.

Cree que la situaci¨®n ha explotado por ¡°una falta de reconocimiento absoluta¡±. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, ha culpado en m¨¢s de una ocasi¨®n a los facultativos por el enorme colapso de la primaria. ¡°Nos prometen cosas y no se cumple nada. Y te da la sensaci¨®n de que te toman el pelo. Yo creo que en un momento determinado alguien dice ¡®hasta aqu¨ª'. Y ahora ves que por fin nos hemos juntado todos y tirado para adelante¡±, protesta esta pediatra.

David Andina: ¡°La situaci¨®n en los servicios de urgencia es terrible, dram¨¢tica¡±

La primera consecuencia de la saturaci¨®n en la atenci¨®n primaria es el colapso de las urgencias. David Andina trabaja en las pedi¨¢tricas de un hospital madrile?o, tiene 38 a?os, ha encadenado 27 contratos temporales y por fin ha accedido a una plaza de interino porque la adjunta que la ocupaba se fue. ?l a veces siente la tentaci¨®n de seguir el mismo camino: ¡°Hace dos semanas, despu¨¦s de una guardia muy mala, activ¨¦ mi perfil de [la red profesional] LinkedIn¡±.

Define la situaci¨®n de los servicios de urgencia como ¡°terrible, dram¨¢tica¡±. ¡°Tenemos entre un 40% y un 50% m¨¢s de pacientes que antes de la pandemia. Y eso lo hacemos con plantillas que son iguales o, en algunos casos, peores porque cada vez m¨¢s gente da un paso atr¨¢s. Hay bajas de larga duraci¨®n, por maternidad que no se consiguen cubrir. Vemos lo nuestro, m¨¢s lo de primaria, m¨¢s lo de hospitalaria de pacientes que tienen citas para muchos meses y vienen directamente aqu¨ª. Adem¨¢s de eso, atendemos muchas cosas que no deber¨ªan ser urgencias, procesos banales para los que los padres acuden incluso a varios hospitales distintos para dar con un diagn¨®stico o que les receten un medicamento¡±, explica.

Esta sobrecarga tiene consecuencias en los pacientes. Quienes llegan con patolog¨ªas no urgentes, tienen que esperar horas para pasar a consulta. Y, aunque las emergencias se atienden, ¡°tambi¨¦n se resienten¡±, seg¨²n este m¨¦dico: ¡°El propio punto de inicio, el triaje, ya va sobrepasado y eso hace que llegue unos minutos m¨¢s tarde a asuntos urgentes¡±.

Andina denuncia tambi¨¦n un sistema de guardias ¡°abusivo¡± que los obliga a trabajar durante 24 horas seguidas: ¡°Puedes estar viendo ni?os sin parar de las ocho de la ma?ana hasta las ocho de la ma?ana siguiente, con dos paradas de 25 minutos para comer y sin apenas tiempo de ir al ba?o. En esa din¨¢mica de atenci¨®n que se une a la supervisi¨®n de los residentes, que est¨¢n empezando en su formaci¨®n, a las seis de la ma?ana no eres un pediatra, eres un robot que sobrevive como puede¡±.

Aurelia Mena. ¡°El sistema nos est¨¢ arrollando. Te vas a casa preocupada por los pacientes¡±

Aurelia Mena, m¨¦dica rehabilitadora en Navarra, ve la primaria como el primer eslab¨®n de una cadena que, si falla, produce un efecto domin¨® perverso en todo lo dem¨¢s: ¡°Es b¨¢sico que funcione bien porque los pacientes te llegan mejor derivados, ves a los que realmente tienes que ver y lo haces a tiempo¡±. Esto no est¨¢ sucediendo ahora. Con 60 a?os y m¨¢s de media vida dedicada a la medicina, nunca hab¨ªa visto al sistema tan deteriorado como ahora.

La mayor¨ªa de sus pacientes son cr¨®nicos, que necesitan un seguimiento constante. Este se rompi¨® en lo peor de la pandemia y todav¨ªa no se ha vuelto a recuperar en servicios como el suyo. Las demoras para llegar a su consulta son demasiado largas. Y, lo que es casi peor, en su opini¨®n, son los largos periodos entre citas, que no cuentan para la estad¨ªstica que miden las listas de espera, que tienen a m¨¢s gente que nunca aguardando una cirug¨ªa: ¡°Es una realidad que est¨¢ escondida. Los tiempos se dilatan mucho cuando tienes que hacer pruebas complementarias, as¨ª que se retrasan los diagn¨®sticos y los tratamientos. Y, por m¨¢s que metemos horas y que trabajamos, est¨¢ empezando a ser inasumible¡±.

Muchos m¨¦dicos han de dedicar a la asistencia cl¨ªnica pr¨¢cticamente toda su jornada, desatendiendo otras tareas, como la formaci¨®n. Pero es la ¨²nica forma de atender sus agendas. ¡°Nos falta tiempo para hacer informes, nos falta tiempo para hablar con otros compa?eros, nos falta tiempo para ver resultados a tiempo, son tareas que no deber¨ªamos descuidar porque nuestro trabajo es multidisciplinar; eso facilitar¨ªa la vida a los pacientes para los que trabajamos y, sobre todo, disminuir¨ªa la cronicidad de las patolog¨ªas, mejorar¨ªa la calidad de vida, disminuir¨ªa la discapacidad y ahorrar¨ªa costes. En este momento, el sistema nos est¨¢ arrollando. Muchas veces te vas a casa preocupada por los pacientes, pensando que no has podido llamar a uno o dar un resultado¡±.

V¨ªctor Ramos: ¡°Con 54 a?os todav¨ªa no tengo una plaza en propiedad¡±

M¨¢s de un tercio de los m¨¦dicos de Espa?a trabajan con contratos eventuales, seg¨²n un estudio de Comisiones Obreras. En lo m¨¢s alto de la clasificaci¨®n est¨¢ Canarias, con casi un 60%, lo que ha llevado a los facultativos a una huelga que est¨¢ en marcha. V¨ªctor Ramos es ur¨®logo en Tenerife, tiene 54 a?os y sigue siendo interino, a pesar de tener responsabilidades como coordinar los trasplantes de su servicio. ¡°Llevamos much¨ªsimos a?os con esta situaci¨®n; los m¨¦dicos no somos un colectivo que solamos ir a la huelga ni protestemos, es algo bastante vocacional, pero hemos llegado al l¨ªmite¡±, relata.

La temporalidad es uno de los grandes males de la medicina en Espa?a, como ha reconocido el propio Ministerio de Sanidad, que este a?o ha aprobado una ley para prohibir que una plaza sea cubierta por m¨¢s de tres a?os por una persona en situaci¨®n eventual, lo que pretende dar estabilidad a 67.000 sanitarios.

La ¨²ltima oferta p¨²blica de empleo para conseguir una plaza en propiedad donde trabaja Ramos se produjo en 2007. Sac¨® un 9 sobre 10, pero solo hab¨ªa una y se la llev¨® una compa?era que llevaba un a?o m¨¢s que ¨¦l, dejando como interinos a ¨¦l y a otro compa?ero. Ahora en el servicio de urolog¨ªa de su hospital son 12 los que no tienen plaza fija.

M¨¢s all¨¢ de vivir en la incertidumbre, esto acarrea varias consecuencias para la vida de los m¨¦dicos que est¨¢n en esta situaci¨®n: ¡°Hasta hace dos a?os no ten¨ªamos reconocimiento a la carrera profesional, que supone mejoras salariales. Tampoco puedo pedir una excedencia, porque como la plaza no es m¨ªa, no me la guardan. En una ocasi¨®n incluso me denegaron un pr¨¦stamo por no ser fijo¡±.

Laura Aguirre: ¡°Cobro 1.200 euros al mes, no es un sueldo acorde a nuestra responsabilidad¡±

Cuando un m¨¦dico termina la carrera, aprueba el examen del MIR y comienza su primer a?o de trabajo, cobra en Espa?a alrededor de 1.200 euros al mes, algo que oscila ligeramente en funci¨®n de la comunidad aut¨®noma. Es un salario que se complementa con las guardias que realizan, pero para lo que, en muchas ocasiones, tienen que doblar el n¨²mero de horas asignadas al a?o, un tiempo de trabajo que no cotizan y que, en caso de una baja, dejan de percibir.

Laura Aguirre es residente de primer a?o en un hospital de Barcelona. Cree que, aunque todos los salarios en Espa?a son bajos, los que cobran los m¨¦dicos en sus primeros a?os est¨¢n especialmente lejos de lo que deber¨ªan a tenor de la funci¨®n que desempe?an. ¡°Casi todas las urgencias de Espa?a tienen a los m¨¦dicos internos residentes como su personal estructural para la atenci¨®n de los pacientes. Somos la primera cara que ven. Tenemos una responsabilidad inmensa¡±, asegura.

El deterioro de la asistencia est¨¢ repercutiendo, adem¨¢s, en una peor formaci¨®n para estos nuevos m¨¦dicos. ¡°Llegas con una idea de lo que ser¨¢ tu desarrollo profesional, tu proceso formativo. Y una vez est¨¢s dentro del sistema, te das cuenta de que este ideal no existe y que todos hemos entrado en este engranaje en el que b¨¢sicamente sobrevivimos aprovech¨¢ndonos de los derechos de otras personas. Hay muchos menos facultativos de los que deber¨ªa, y est¨¢n agotados, as¨ª que el proceso formativo se ve claramente afectado¡±, cuenta Aguirre.

Aunque lleva solo seis meses en ese ¡°engranaje¡±, ya se ha planteado en alguna ocasi¨®n dejarlo: ¡°Muchos compa?eros est¨¢n igual que yo. Lo hablamos. Pero queremos que los espa?oles tengan la mejor atenci¨®n; tenemos un sistema bueno, que funciona y que puede tener mejoras, pero lo estamos perdiendo. Y eso creo que es lo que m¨¢s te motiva a continuar¡±.

Jos¨¦ Francisco Pardo: ¡°Para mantener mi cl¨ªnica necesito ver al doble de pacientes¡±

El colapso de la sanidad p¨²blica est¨¢ llevando a muchos pacientes a acudir a la privada. El a?o pasado bati¨® un r¨¦cord de asegurados: 11,5 millones: una cuarta parte de la poblaci¨®n espa?ola. A menudo buscan menos demoras y m¨¢s atenci¨®n, pero las p¨®lizas baratas est¨¢n produciendo que no siempre lo encuentren. Los m¨¦dicos de la privada llevan pr¨¢cticamente tres d¨¦cadas con los emolumentos de las aseguradoras estancados y para mantener sus cl¨ªnicas necesitan ver a muchos m¨¢s pacientes.

Es el caso de Jos¨¦ Francisco Pardo, ginec¨®logo que trabaja en la p¨²blica y tiene una cl¨ªnica en Valencia, donde ha contratado a tres auxiliares y a otro m¨¦dico. ¡°Si antes los costes se sufragaban con 12 o 13 pacientes diarios, ahora son necesarios casi el doble, entre 20 y 25. Esto redunda en un incremento del riesgo de error, y en tener que llevar a cabo una asistencia m¨¢s r¨¢pida, con una dedicaci¨®n menor a la que los pacientes necesitan¡±, asegura.

Las tarifas que pagan las aseguradoras a los m¨¦dicos suelen estar por debajo de los 20 euros por consulta de especialista, menos de 10 para los generales y la mitad, respectivamente, en segundas citas. Si hay una tercera en menos de dos meses, suele ser gratis. Algunos facultativos est¨¢n dejando de ver pacientes con p¨®lizas por estas condiciones, pero la mayor¨ªa se mantienen gracias a ellas y van a volumen: para ganar un buen sueldo, tienen que ver a un alto n¨²mero de personas cada d¨ªa.

Roi Pi?eiro: ¡°Por redes me han llamado genocida y amenazado con agresiones¡±

La medicina es la instituci¨®n en la que m¨¢s conf¨ªan los espa?oles, seg¨²n una encuesta que la fundaci¨®n BBVA ha presentado esta misma semana. La sanidad p¨²blica tambi¨¦n est¨¢ en lo m¨¢s alto de la lista, por delante de la polic¨ªa, el ej¨¦rcito y las organizaciones ecologistas, entre otras muchas. Cuando se pregunta por profesiones, los m¨¦dicos est¨¢n segundos, solo por detr¨¢s de los cient¨ªficos.

Aunque los m¨¦dicos siguen sintiendo este respeto, a medida que el sistema se ha visto tensionado por la pandemia y por su resaca comprueban que cada vez hay m¨¢s excepciones y, sobre todo, m¨¢s ruidosas. En el caso de las redes sociales es muy claro. A Roi Pi?eiro, pediatra en la Comunidad de Madrid, le gusta usarlas para hacer divulgaci¨®n y educaci¨®n de la salud. Pero en m¨¢s de una ocasi¨®n ha salido escaldado.

¡°A veces ocurre que un tuit tuyo que estaba hecho sin ninguna maldad se viraliza. De repente tienes 500 respuestas que te llaman de tonto para arriba. Comentarios que te insultan, que te dicen genocida, te amenazan con respuestas agresivas, rozando en muchos casos la violencia: ¡®Si te veo por la calle, te voy a abofetear. No te mereces m¨¢s que malas noticias¡¯. L¨®gicamente, intentas ignorarlo, pero a veces te planteas si merece la pena seguir ah¨ª¡±, cuenta. Y todo por cosas como recomendar vacunas o denunciar el abuso que a veces se hace de las urgencias.

Cree que la enorme polarizaci¨®n se traslada a las redes. ¡°Un perfil muy t¨ªpico de esta gente que te insulta tiene una bandera de Espa?a, que deber¨ªa ser de todos, pero por desgracia parece que te sit¨²a en un lado pol¨ªtico¡±, opina. Los m¨¦dicos se han convertido para algunos ciudadanos en ¡°sindicalistas rojos¡± por luchar por sus derechos y los de sus pacientes.