El bum de las exposiciones inmersivas: ?nos hemos aburrido de los museos?
La realidad virtual, los videojuegos y la interacci¨®n son los atractivos de una nueva forma de consumir arte donde el protagonista es el ciudadano
Aqu¨ª se viene a ver cuadros de m¨¢s de tres metros de altura, a atravesarlos, a que los explique en formato podcast con m¨²sica dram¨¢tica una experta en comunicaci¨®n, a verlos con gafas 3D. Y en mitad del recorrido por la exposici¨®n Desaf¨ªo Dal¨ª, estar dentro de una de sus pinturas gracias a la inserci¨®n digital. Hay que situarse en una marca en el suelo y, cuando termina la cuenta atr¨¢s en la pantalla, empieza la grabaci¨®n. En pocos segundos hay que intentar atrapar alguno de los iconos de Dal¨ª: relojes derretidos, tigres, muletas¡ Al salir dan un c¨®digo QR para llevarse el v¨ªdeo de recuerdo. Bienvenidos a esta nueva forma de consumir arte: en las exposiciones interactivas el protagonista es el ciudadano.
Desaf¨ªo Dal¨ª, en el Espacio 5.1 de Ifema, en Madrid, 2.000 metros cuadrados preparados para este tipo de actividades en las que la tecnolog¨ªa cobra casi el mismo protagonismo que el artista en cuesti¨®n, trata de avanzar en la etiqueta de exposici¨®n inmersiva para ser cultural sense. ¡°La tecnolog¨ªa no es la protagonista¡±, corrige Miguel de la Ossa, cofundador de ArtDidaktik, la empresa que ha creado esta muestra, ¡°es una herramienta que facilita aprender de manera amena¡±. Santiago Ruiz, productor ejecutivo, a?ade: ¡°Una inmersiva est¨¢ basada en el micromapping, aqu¨ª solo hay alguna parte. Esto es edutainment, apostamos por la divulgaci¨®n cultural¡±.
Inmersiva, cultural sense, edutainment, micromapping¡ Todos estos anglicismos se han colado en el sector del arte en los ¨²ltimos cinco a?os, cuando se calcula que empez¨® el auge de un tipo de exposici¨®n en la que la contemplaci¨®n ya no es suficiente. En estas muestras no hay obras originales. A falta del gran reclamo de los museos tradicionales, las empresas privadas que idean estos proyectos han encontrado en la tecnolog¨ªa el cebo perfecto para captar la atenci¨®n y la curiosidad de los ciudadanos que, en el caso de Espa?a, prefieren ir al cine o a un concierto antes que a una exposici¨®n, seg¨²n datos de la ¨²ltima encuesta de consumo cultural del INE (Instituto Nacional de Estad¨ªstica).
Sin poder mostrar las obras originales, estas exposiciones empezaron su apuesta con reproducciones de los cuadros en tama?o gigante en cajas de luz y con proyecciones en 3D sobre paredes y suelo, con m¨²sica o un relato de fondo. Esto es el micromapping, el sistema que iba directamente ligado a la etiqueta de exposici¨®n inmersiva. En Tutankam¨®n, la exposici¨®n inmersiva, en el espacio MAD. Madrid Artes Digitales, en El Matadero, la apuesta se redobla en una sala de proyecciones de 1.200 metros cuadrados en la que durante unos 20 minutos el fara¨®n cuenta su historia, mientras las im¨¢genes se suceden, los escarabajos pasan por debajo de los pies, la m¨²sica y la luz envuelven.
Pero, tras el aluvi¨®n de exposiciones de este tipo en el ¨²ltimo a?o (valgan algunos ejemplos como las de Frida Kahlo, Goya, Klimt, un espacio dedicado a Las meninas de Vel¨¢zquez, Tim Burton¡), el micromapping se ha quedado corto. ¡°Es el n¨²cleo a partir del cual se desarrollan otras actividades¡±, dice Nacho Ares, egipt¨®logo y comisario de la muestra de Tutankam¨®n, en la que hay una r¨¦plica del ata¨²d de oro del fara¨®n y una reproducci¨®n a tama?o real de la tumba que es en realidad una suerte de videojuego. Al entrar en este laberinto de salas dan una tableta para ver en realidad aumentada c¨®mo era el lugar donde fue enterrado Tutankam¨®n. Hay que ir superando pruebas: tocar cofres, mover una daga, encontrar la ¨²nica m¨¢scara que es diferente¡ y se van ganando puntos. El objetivo es sortear la maldici¨®n.
Al salir, en una pantalla se muestra un ranking con los nombres y los puntos conseguidos. El pasado jueves, un grupo de ni?os de entre 8 y 10 a?os, de visita escolar, no perd¨ªan de vista el listado para asegurarse de que nadie les ganaba. ¡°Me han dicho los dioses que soy un crack¡±, le dec¨ªa uno a sus amigos, mientras otros hac¨ªan fila en el fotomat¨®n que convierte al visitante en fara¨®n. Es 2022, la foto se lleva a casa en el m¨®vil y, como recuerdan carteles tanto en la exposici¨®n sobre el Antiguo Egipto como en la de Dal¨ª, no hay que olvidarse de compartirlo en redes sociales, que se entere todo el mundo. El m¨®vil es casi un requisito para ir haciendo la visita, no est¨¢ vetado como en los museos.
¡°Se ha invertido la idea de los museos tradicionales. Ah¨ª est¨¢ la clave del ¨¦xito¡±, contin¨²a Ares, que defiende que en una muestra como la de Tutankam¨®n no se pretende ¡°comprender el relato muse¨ªstico¡±, sino ¡°suscitar la curiosidad, hacerlo divertido, disfrutar con lo que ves¡±. El egipt¨®logo argumenta que esta es la manera en la que le hubiera gustado que le contaran esta historia cuando era ni?o: ¡°De forma desmenuzada, mascada, directa y llana. Todo es m¨¢s divulgativo, m¨¢s cercano a la cultura popular y al gran p¨²blico¡±. Tanto Ares como los responsables de la exposici¨®n de Dal¨ª aseguran que cuentan con el aval de expertos en arqueolog¨ªa y arte que, dicen, han visto ambas iniciativas. Adem¨¢s de contar con los permisos o la aprobaci¨®n de las instituciones que albergan las piezas de los autores o tem¨¢ticas que se van a exponer. Solo en la del pintor surrealista se pueden ver 150 obras en formato digital que se encuentran en m¨¢s de 20 museos y colecciones privadas en todo el mundo. ¡°Por eso la llamamos la exposici¨®n imposible¡±, dice Ruiz.
Tradicional o interactivo
El Museo Reina Sof¨ªa es una de esas instituciones con obra de Dal¨ª. Mabel Tapia, subdirectora art¨ªstica del museo de arte contempor¨¢neo, cree que este tipo de iniciativas interactivas pueden ¡°cohabitar¡± con las exposiciones de instituciones tradicionales. ¡°La relaci¨®n con la obra objeto producida por un artista no es de ninguna manera la misma que en una experiencia inmersiva¡±, opina. ¡°Estas propuestas apuntan a producir un efecto m¨¢s espectacular que no siempre tienen las obras de arte¡±. Desde el Museo del Prado, donde en el ¨²ltimo a?o se ha organizado una muestra con olores, recuerdan que ¡°los museos son lugares a los que se va en m¨¢s de una ocasi¨®n¡±, al contrario de lo que sucede con estos proyectos, a los que consideran ¡°¨²tiles¡± para ¡°generar curiosidad e inter¨¦s de ir al museo a conocer una obra ¨²nica¡±.
¡°Nuestra propuesta aspira a ser una modesta contribuci¨®n a la evoluci¨®n del concepto muse¨ªstico en el siglo XXI. Ser la puerta de entrada al mundo del arte¡±, concluye Miguel de la Ossa, responsable de la exposici¨®n de Dal¨ª. ¡°Nos perdemos en la idea de poner etiquetas y se pierde la esencia de las cosas¡±, plantea el egipt¨®logo Nacho Ares. ¡°Esto tiene m¨¢s de cine o realidad virtual que un museo al uso¡±. En las dos muestras hay un espacio dedicado a la realidad virtual. Solo hay que ponerse las gafas y los cascos y empezar un viaje por Portlligat, el pueblo donde est¨¢ la casa museo de Dal¨ª y de donde salieron muchas de sus influencias. O un recorrido espectacular y efectista por el Antiguo Egipto.
En 2013, el Reina Sof¨ªa organiz¨® una exposici¨®n sobre el pintor que fue la m¨¢s vista de ese a?o. No es casualidad que las inmersivas apuesten por un determinado tipo de artista o momento hist¨®rico porque, como dice Nacho Ares de su proyecto, ¡°el Antiguo Egipto se vende solo¡±. La muestra de Tutankam¨®n coloca cada d¨ªa 2.000 entradas en venta anticipada, llevan m¨¢s de 100.000 en dos meses, seg¨²n datos de sus responsables. La entrada general cuesta 21,40 euros. La de Dal¨ª son 18 euros, 21 si vas en fin de semana o festivo. En el Prado, la general son 15 euros, pero a partir de las 18.00 de la tarde es gratis. La general del Reina Sof¨ªa son 12 euros, con entrada gratuita a partir de las 19.00 y los domingos de 12.30 a 14.00. Lo que no ofrecen estas empresas privadas son las cifras de los presupuestos de estas exposiciones, que cuentan con equipos multidisciplinares de decenas de personas.
Los museos tradicionales rechazan que se haya generado una competici¨®n con este tipo de iniciativas. Esgrimen las cifras de visitas con las que van a concluir el a?o. Casi 2,5 millones de personas han ido al Prado este a?o, en diciembre 8.000 personas m¨¢s al d¨ªa que en el mismo mes de 2021. En el Reina celebran que los j¨®venes hayan vuelto a sus salas tras los a?os duros de la pandemia. Mientras tanto, se reproducen por toda Espa?a los espacios con la tecnolog¨ªa necesaria para hacer del arte una experiencia interactiva sin necesidad de las obras originales.
Babelia
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