El gran misterio argentino
?Saer o Puig? ?Borges o Cort¨¢zar? ?Maradona o Messi? Es un enigma de all¨¢ que siempre hayan pensado que solo hab¨ªa sitio para uno
La deriva con la que viajo por internet me llev¨®, el otro d¨ªa, al v¨ªdeo en YouTube de una conversaci¨®n de 2015 en la Casa de Am¨¦rica entre Alan Pauls y Rodrigo Fres¨¢n. No deja a¨²n de sorprenderme que, poco antes de llegar a ella, hubiera terminado de leer un encuentro entre Juan Jos¨¦ Saer y Ricardo Piglia, tambi¨¦n argentinos. En medio de un fluido di¨¢logo y una gran concordia (caso raro entre pares), hasta se permit¨ªan caer en una discrepancia. A Saer le gustaba Santa Fe, ciudad intermedia en la que todas las relaciones humanas eran posibles, y Piglia dec¨ªa que, por la experiencia de lo an¨®nimo, le atra¨ªan m¨¢s las grandes ciudades.
Lo curioso vino despu¨¦s cuando llegu¨¦ al youtube de la Casa de Am¨¦rica y vi que ¨¦ste ten¨ªa un aire de continuidad con lo que acababa de leer. Fres¨¢n y Pauls comentaban ah¨ª que si en Argentina hab¨ªa dos escritores de parecida estatura literaria se daba siempre el caso de que ten¨ªan que estar enfrentados, aunque a veces fuera solo por una ¨²nica discrepancia. Donde la hostilidad total se hab¨ªa dado con ¨ªmpetu absoluto, dec¨ªan, fue entre Saer y Manuel Puig: Saer escribiendo para estudiantes de Filosof¨ªa, y Puig, seg¨²n el propio Saer, ¡°para modistillas¡±.
Sin embargo, pens¨¦, Puig y Saer pertenec¨ªan a una misma constelaci¨®n, pues ambos se dedicaban a intentar ampliar los l¨ªmites de la literatura, por lo que no era de extra?ar que Pauls le hubiera dicho un d¨ªa a Saer que le gustaba mucho leerle, pero tambi¨¦n al mismo tiempo le gustaba mucho leer a Puig. Por lo visto, Saer, al o¨ªrlo, se indign¨®, como si no pudiera aceptar que Pauls pudiera leer con placer parecido a un escritor tan opuesto a ¨¦l.
Quiz¨¢s por la influencia del Mundial de Qatar, la pregunta inevitable ahora es si habr¨¢ alg¨²n d¨ªa un modo de desbaratar esa inercia argentina de los enfrentamientos entre pares. ?Por qu¨¦ no es posible conciliar a dos escritores opuestos radicalmente? Claro que lo es y hasta deseable. Ah¨ª est¨¢ el intento de Ricardo Piglia de unir a los quiz¨¢s m¨¢s irreconciliables: Roberto Arlt y Jorge Lu¨ªs Borges. Por un lado, Arlt, tan populista y bruto y, a la vez, creador de utop¨ªas en forma de ficciones paranoicas, hoy tan de actualidad. Y por el otro, Borges, de alta cultura, escritor para las grandes minor¨ªas, experto en burlarse de las novelas. Alg¨²n punto en com¨²n ten¨ªa que existir entre ellos. Y Piglia lo encontr¨®: tanto Arlt como Borges robaban, eran grandes ladrones. En el caso de Arlt, los hurtos en la biblioteca de una escuela en El juguete rabioso eran una met¨¢fora casi perfecta del car¨¢cter delictivo de su acceso a la cultura. Y en el de Borges era obvio que sab¨ªa encontrar oro y oro en la Biblioteca Universal que parec¨ªa tener a su disposici¨®n.
?Y qu¨¦ decir de cuando en Argentina hab¨ªa que decidir si Borges o Cort¨¢zar, si Alejandra Pizarnik o Silvina Ocampo, si Piglia o Aira, si Lamborghini o nadie? Caigo por segundos ahora en el f¨²tbol y en la solemne bobada de si Maradona o Messi. ?Por qu¨¦ no los dos? Es un gran misterio argentino que siempre hayan pensado que solo hab¨ªa sitio para uno.
Babelia
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